Fidel en el Camagüey
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A más de 700 kilómetros de la capital, también el Comandante en Jefe dejó su huella de sabio precursor de la Historia, aquella que moldea hombres y, la otra, la que forja leyendas.
Más de 50 veces estuvo Fidel Castro en Camagüey. De especial significación fue, cuando desde su modestia de guerrillero eterno vino a rendirle tributo al bayardo lugareño, Ignacio Agramonte, en el centenario de su caída en combate.
Allí, en la plaza de San Juan de Dios, donde estuvieron sus restos mortales por última vez, -antes de ser vueltos cenizas y desaparecidos, como si el ejemplo de El Mayor muriera con su cuerpo, “quisieron hacer desaparecer toda huella del cadáver de Ignacio Agramonte, porque aun después de muerto le temían, y no querían dejar a sus compatriotas la bandera de su cadáver”; habló largamente sobre Cuba y sobre el origen de nuestras luchas independentistas, allá por el 1868, y del papel que tuvieron las dos figuras prominentes: Céspedes y Agramonte.
Entonces, ante más de un centenar de invitados, expuso todo un análisis del desarrollo de la contienda de los 10 años, de las discrepancias de sus principales dirigentes en materia de organización, reverenciando que nunca estas interfirieron en el respeto y la lealtad del patricio camagüeyano hacia el bayamés.
En esa misma velada solemne esgrimió su tesis de que el unir las diferentes voces lugareñas hacia la necesaria incorporación a la guerra fue el “primer servicio extraordinario prestado por Ignacio Agramonte a la lucha por la independencia”, además, ante las diferentes teorías de que en algún momento, quien también definió de gigante y extraordinario revolucionario, había tenido posturas anexionistas declaró:
“¡Ignacio Agramonte no fue nunca anexionista! No existe ningún antecedente histórico en su vida, no existe ningún antecedente en sus ideas y en sus criterios políticos, que permitan la menor sospecha de anexionismo en Ignacio Agramonte. Y quien dijo esas inmortales palabras: ‘Que nuestro grito sea para siempre independencia o muerte’, no podía ser anexionista”.
Al hablar de la gran hazaña de Ignacio, el rescate del brigadier Julio Sanguily, afirmó: “Esta fue sin duda una de las más grandes proezas que se escribieron en nuestras luchas por la independencia, y ha pasado a ser un hecho de armas proverbial, que en aquel entonces despertó incluso la admiración de las fuerzas españolas”.
Durante más de dos horas hizo un análisis concienzudo de la Guerra Grande, y del efecto que tuvo la muerte de Agramonte, en 1873, en su posterior desenlace, en el que más allá de la reafirmación de principios de Maceo, en la protesta de Baraguá, no se obtuvo la independencia.
“La historia no se hace a capricho, no se hace a la medida de los deseos de los hombres, sino de circunstancias que escapan muchas veces a la voluntad de los hombres”. Por eso, valoró también el desarrollo de las personalidades de Maceo y Calixto García en ulteriores contiendas, y el rol fundamental de Martí al analizar justamente todo lo sucedido antes de 1895, y la gesta Necesaria. Fue, sin lugar a dudas, una clase magistral de Historia de Cuba, desde la mirada de un probado estratega militar y político, en una velada que tuvo la marca musical de Silvio Rodríguez en el estreno de su canción Al Mayor.
Cinco años después regresó el Comandante para hablarle al pueblo todo, en fecha de celebración y regocijo nacionales. Camagüey se había ganado, por primera vez, la sede del acto en conmemoración por los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
Se festejaba, entonces, el aniversario 24 de la efemérides en medio de un vertiginoso desarrollo socioeconómico.
Desde los municipios florecían Nuevitas con un amplio desarrollo industrial y portuario; sobresalía el plan pesquero de Santa Cruz del Sur, así como la construcción de más de 150 vaquerías alrededor de la ciudad de Camagüey, el desarrollo del Rectángulo en Guáimaro para la producción de carne; mientras, en Sierra de Cubitas se desarrollaba el plan citrícola.
En la cabecera de la provincia se levantaban la pasteurizadora, una panificadora, el combinado cárnico, el frigorífico agropecuario, el matadero de aves, y otras obras dedicadas a la producción de materiales de la construcción como las plantas de prefabricados de hormigón para viviendas y otras instalaciones, y del gran hidropónico, recuperado hoy como organopónico. Respecto a estas instalaciones señaló: “Estas industrias no solo crean riquezas, sino que elevan el aporte de la región a todo el país y proporcionan una inmensa satisfacción”.
En materia constructiva se refirió a los policlínicos y círculos infantiles, clínicas estomatológicas, hogares para ancianos, escuelas especiales, el primer edificio de 12 plantas, nuevos microdistritos, el parque de diversiones Camilo Cienfuegos, por entonces el primero de ese tipo construido en Cuba, y el Hotel Camagüey.
Habló de la construcción de viviendas, y se refirió a la conservación, una pauta suya por la que se vela con celo: “Hacer edificios nuevos no significa que vayamos a olvidarnos de los viejos. Sobre todo en Camagüey esto tiene una importancia particular, porque ustedes poseen miles de edificaciones en el viejo Camagüey; edificaciones que tienen un valor histórico y cultural muy grande. Esas construcciones hay que preservarlas y hay que mantenerlas, para que en el futuro la comunidad y los visitantes de Camagüey puedan apreciar y disfrutar los dos estilos arquitectónicos: el antiguo y el moderno”.
La Universidad, primera creada por la Revolución, resaltaba como el ejemplo principal del desarrollo social, a lo que añadía Fidel la vocacional "Máximo Gómez" las escuelas de maestros primarios, la de profesores de Educación Física y Deportes, la escuela del Partido y las casi terminadas EIDE y formadora de educadoras de círculos infantiles, y la escuela agropecuaria, Mártires de Pino Tres, a las que en tiempos inmediatos se unirían las vocacionales militar Camilo Cienfuegos, y la de artes; los tecnológicos de la salud y de la construcción, para ser esta la primera provincia del país que con todas las instituciones educacionales.
“De modo que podemos decir que hoy Camagüey simboliza el espíritu revolucionario de trabajo y de lucha que reina en todo el país. ¡Eso sí constituye un homenaje digno a los que han caído! ¡No con palabras, sino con hechos!”
Así convocó al trabajo continuo y constante; a no obrar un día sino todos.
En 1989 regresó para celebrar otro 26 de Julio. Esta vez bajo el aura de Agramonte, en la plaza de la Revolución, que lleva su nombre, y donde los camagüeyanos siempre se han sentido más agramontinos.
Durante su discurso celebró la instalación de fábricas como la de producción de amoníaco, urea y fertilizantes mezclados en Nuevitas y la moderna planta mecánica, donde miles de camagüeyanos laboran en producciones civiles y militares; y la continuidad del crecimiento de la industria de materiales de la construcción. Para entonces ya estaba en funcionamiento la fábrica de Cerveza Tínima, el Combinado Cárnico, la Pasteurizadora, las fábricas de quesos, y se había trabajado en la remodelación de los centrales y la construcción de los nuevos Batalla de Las Guásimas y Jesús Suárez Gayol. “¡Miles de instalaciones económicas y sociales se construyeron en estos años de Revolución!” dijo entre las que puntualizaba: 105 000 nuevas viviendas.
Para ese momento ya estaba casi listo el Centro de Investigaciones de Ingeniería Genética y Biotecnología, el segundo del país, y ya se explotaba el Centro de Camaronicultura en Santa Cruz del Sur.
En el ámbito cultural se destacaba al Ballet de Camagüey, la Orquesta Sinfónica, el museo provincial "Ignacio Agramonte", y añadía la reconstrucción de teatros, la conservación del Casco Histórico de la ciudad, y los módulos culturales en los municipios… “toda una actividad que ha permitido a la ciudad de Camagüey montar un espectáculo como el de ayer, de extraordinaria calidad, solo con artistas camagüeyanos”.
Ya se disfrutaban de 800 instalaciones deportivas, entre ellas el estadio Cándido González, la Sala Polivalente Rafael Fortún, inaugurada alrededor de la fecha, sin duda, la mayor y una de las más bellas del país.
En esta cita también analizó el contexto internacional, y el papel de Cuba ante la tambaleante situación de la URSS y el campo socialista. Entonces, definió lo que era para nuestro país la defensa del socialismo como “la ciencia de crear, preservar y desarrollar el más amplio vínculo, el más profundo vinculo del Partido con las masas; el socialismo es la ciencia de dirigir con métodos correctos; el socialismo es la ciencia del ejemplo. Con relación a esto hemos visto cosas muy importantes en estos días”.
Además, fue allí, donde anunció, con más de dos años de antelación, la posible sucesión de hechos en la Europa del Este, y preparó al pueblo cubano para la conducta a seguir:
“… porque si mañana o cualquier día nos despertáramos con la noticia de que se ha creado una gran contienda civil en la URSS o, incluso, que nos despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró, cosa que esperamos que no ocurra jamás, ¡aun en esas circunstancias Cuba y la Revolución Cubana seguirían luchando y seguirían resistiendo!
Sin lugar a dudas, este fue un encuentro profético y electrizante para todos los cubanos.
Tuvieron que pasar 27 años para que Fidel regresara a la Plaza de la Revolución camagüeyana. Esta vez lo recibió un gigantesco Agramonte que llama a la vergüenza de todos para seguir construyendo la patria.
En esta ocasión, el 1 de diciembre de 2016, volvió la llovizna a recibirlo como en 1989, y tal parecía que repetía sus palabras de entonces “Sé que ningún agua podrá enfriar nuestro entusiasmo, ni debilitar nuestra voluntad”. Sabía que eso no era posible en la tierra de Ignacio.
Allí, místicamente parecía que los dos héroes hablaban. ¿De qué? Me atrevo a pensar que de su mayor amor: Cuba… el uno, camagüeyano rellollo, fundido en bronce macizo, le invitaba al otro a dirigir la caballería ya dispuesta, que estaba esperando en la plaza, que amaneció en la plaza, mientras el otro con olor a Sierra y cedro repetiría sus palabras de más de 20 años atrás, en la misma plaza, “creo en los pueblos, y creo más que nunca en los pueblos como creo en mi pueblo, y sé de lo que es capaz nuestro pueblo”.