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A 60 años de la primera iniciativa de acercamiento entre Estados Unidos y Cuba (I)

Fidel y Donovan en La Habana. Foto: Archivo de Cubadebate
Fidel y Donovan en La Habana. Foto: Archivo de Cubadebate

Fecha: 

02/10/2023

Fuente: 

Cubadebate

Autor: 

Luego del fracaso de la invasión estadounidense por Playa Girón y de la terrible experiencia de la Crisis de Octubre de 1962, J.F.Kennedy, al parecer convencido de que no era inteligente en ese momento intentar cambiar el régimen cubano por la vía militar directa, comenzó a valorar un extenso espectro de tácticas donde quedaran por igual satisfechos los intereses estratégicos de Estados Unidos.

 

Entre el amplio abanico de opciones que se discutían como posibles cursos de acción, el presidente estadounidense aceptó explorar, de manera cautelosa y discreta, un posible modus vivendi con la Isla, pero antes necesitaba saber qué concesiones estaba dispuesta a hacer Cuba en caso de lograrse algún tipo de acomodo. Al mismo tiempo, la decisión de la URSS de retirar los cohetes sin contar con los cubanos y el disgusto de la dirección de la Isla con tal actitud, parecían mostrarle a Kennedy una brecha entre cubanos y soviéticos que valía la pena explotar. También un posible arreglo con Cuba sintonizaba muy bien con las intenciones de Kennedy de construir una estructura de paz con la URSS en esos momentos. “En cuanto a Kennedy – escribió Schlesinger-, sus sentimientos experimentaron un cambio cualitativo después de lo de Cuba (la Crisis de Octubre de 1962); un mundo en el que las naciones se amenazasen mutuamente con armas nucleares, le parecía ahora, no precisamente un mundo irracional, sino un mundo intolerable e imposible. Así, Cuba, hizo surgir el sentimiento de que este mundo tenía un interés común en evitar la guerra nuclear, un interés que estaba muy por encima de aquellos intereses nacionales e ideológicos que en algún tiempo pudieron parecer cruciales”. [1]

 

En su célebre discurso en la Universidad Americana en junio de 1963, Kennedy hizo un fuerte llamado a la paz mundial y reexaminó la actitud norteamericana hacia la URSS.

 
“Ninguna nación en la Historia –dijo- ha sufrido más que la Unión Soviética en el curso de la Segunda Guerra Mundial. Si volviese de nuevo la guerra mundial, todo lo que ambas partes han construido, todo aquello por lo que hemos luchado, quedaría destruido en las primeras veinticuatro horas. Sin embargo, unos y otros estamos acogidos a un peligroso y vicioso círculo, en el que la sospecha de un lado alimenta la sospecha del otro, y las nuevas armas originan otras para contrarrestarlas.

 

(…)

 

Si no podemos ahora poner fin a todas nuestras diferencias, al menos podemos contribuir a mantener la diversidad del mundo. Pues, en último término, el lazo fundamental que nos liga es que todos habitamos este pequeño planeta. Todos nosotros respiramos el mismo aire. Todos acariciamos el futuro de nuestros hijos. Y todos somos mortales”.[2]


 

Pasos como la firma de un tratado con la URSS sobre prohibición de pruebas nucleares, el establecimiento del llamado “teléfono rojo” para la comunicación directa en casos de urgencia entre el Kremlin y la Casa Blanca y el autorizo estadounidense a vender excedentes de su producción de trigo a la Unión Soviética, contribuyeron a establecer un clima de relajación de las tensiones entre las dos grandes potencias adversarias durante el transcurso del año 1963. Por supuesto, todo esto tuvo su impacto en la política norteamericana hacia Cuba.

 
Las gestiones de James Donovan

Las negociaciones para el regreso a Estados Unidos de 1 200 mercenarios, encarcelados en Cuba después de la invasión de Girón, habían abierto el primer canal de comunicación entre ambos países desde el rompimiento de las relaciones. James Donovan, abogado de Nueva York, encargado de negociar la liberación de los prisioneros de Bahía de Cochinos como asesor legal del Comité de Familiares,[3] se convirtió en el primer trasmisor de la disposición de Fidel –con el que se reunió en varias oportunidades- de resolver el conflicto bilateral.

 
El gobierno de Estados Unidos manejó el asunto de los prisioneros de Bahía de Cochinos de manera muy discreta, evitando en todo momento dar la imagen de que negociaba con el gobierno cubano. Todo debía parecer una gestión privada.[4]

 

Fue a mediados de junio de 1962, que a pedido del fiscal general, Robert Kennedy, el Comité de Familiares de los Prisioneros le solicitó al abogado James Donovan que los representara en las gestiones con el gobierno cubano para liberarlos mediante el pago que los Tribunales Revolucionarios exigían por cada uno de ellos. A finales de agosto de 1962 Donovan viajó a la Isla y sostuvo su primera conversación con el Comandante en Jefe. Las gestiones de Donovan con las autoridades cubanas continuarían hasta diciembre de ese año cuando se llegó al acuerdo definitivo. Solo serían interrumpidas durante el período de la Crisis de Octubre.

 

Mientras las conversaciones Donovan-Castro tenían lugar, la CIA preparó un plan para que Donovan llevara al líder de la Revolución Cubana un equipo de buceo manipulado por la agencia para atentar contra la vida del dirigente cubano. Los implementos para respirar habían sido contaminados con bacilos de tuberculosis y el traje de inmersión estaba impregnado con los hongos que producen el “Pie de Madura” (maduramicosis), una enfermedad que comienza atacando las extremidades inferiores, aflorando como tumefacciones y fístulas, y penetrando –hasta destruirlos- músculos, tendones y huesos. Como Donovan bajo iniciativa propia ya le había regalado a Fidel un traje de buceo, el plan fue abandonado.[5]

 

Pesca en Playa Girón durante el viaje con Donovan.

Donovan continuó reuniéndose con Fidel en el año 1963, pero en este caso para gestionar la liberación de varios ciudadanos estadounidenses presos en la Isla. El abogado neoyorquino reportó a Washington el deseo de Fidel y de algunos de sus más próximos asesores en mejorar las relaciones con Estados Unidos.

 

Kennedy reaccionó con interés ante todos informes de las conversaciones Donovan-Fidel. Incluso, en marzo de 1963, ante la propuesta de uno de sus colaboradores de trasladarle a Fidel por intermedio de Donavan el mensaje de que solo dos cosas eran no negociables: (1) los lazos de Cuba con el bloque chino-soviético y (2) su interferencia en el Hemisferio, asombrosamente el presidente estadounidense indicó que no estaba de acuerdo en convertir esta exigencia del “(…) rompimiento de los lazos chino-soviéticos” un punto no negociable. “No queremos presentarnos ante Castro con una condición que obviamente él no puede cumplir. Debemos comenzar pensando en líneas más flexibles”, expresó Kennedy.[6]

 


Donovan viajó a Cuba entre el 5 y el 8 de abril, para continuar sus negociaciones con las autoridades cubanas, que tuvieron como resultado la liberación de los agentes norteamericanos. En un memorando enviado a Kennedy sobre estas conversaciones, el director de la CIA expresó que el propósito central de esos contactos -más allá de la liberación de los agentes norteamericanos- había sido político y estaba dirigido a sondear la posición de las autoridades cubanas sobre las relaciones con Estados Unidos. McCone informó además a Kennedy que el ayudante de Fidel Castro, René Vallejo, le había dicho a Donovan que el líder cubano “(…) sabía que las relaciones con Estados Unidos eran necesarias y que quería estas se desarrollaran”.[7]

 

El 10 de abril, Kennedy conversó en privado con McCone acerca del contenido del memorando antes citado. El Presidente expresó gran interés por las conversaciones de Donovan con las autoridades cubanas y formuló varias preguntas “acerca del futuro de Castro en Cuba, con o sin la presencia soviética”. McCone declaró que el asunto “(…) se hallaba en estudio y propuso enviar a Donovan de vuelta a Cuba, el 22 de abril, para asegurar la liberación de los prisioneros y mantener abierto el canal de comunicación”.[8]

 
Discusión de los posibles cursos de acción con relación a Cuba

El 11 de abril de 1963, Gordon Chase, quien se desempeñaba como asistente de McGeorge Bundy, había señalado en memorándum enviado a este último, que todos estaban preocupados por solucionar el problema cubano, pero que hasta ese momento solo habían tratado de resolverlo a través de “maldades abiertas y encubiertas de diversa magnitud”, obviando la otra cara de la moneda: “atraer suavemente a Castro hacia nosotros”. Chase expuso a Bundy sus consideraciones de que, si la “dulce aproximación a Cuba” tenía resultado, los beneficios para Estados Unidos serían sustanciales.

 
“Probablemente –sostenía Chase- pudiéramos neutralizar a corto plazo por lo menos dos de nuestras principales preocupaciones en relación con Castro: la reintroducción de los misiles ofensivos y la subversión cubana. A largo plazo, podríamos trabajar en la eliminación de Castro a nuestra conveniencia y desde una posición de ventaja”.[9]

 

Asimismo, Chase planteó a Bundy que los dos obstáculos que se divisaban frente a este posible giro político con relación a Cuba: el rechazo interno de la opinión pública estadounidense y la renuencia de Fidel a dejarse seducir, eran difíciles, pero no imposibles de superar.

 

De esta manera, hacia abril de 1963, la administración Kennedy analizaba todas las variantes que pudieran resolver el “problema cubano”, lo cual se convirtió prácticamente en una obsesión del presidente hasta el fatídico 22 de noviembre de 1963.
Junto con las propuestas de espionaje, guerra económica, sabotaje encubierto, presiones diplomáticas y planes de contingencia militar, en los documentos ultrasecretos del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos se incluía la posibilidad de “un desarrollo gradual de cierta forma de arreglo con Castro”. En un memorándum sobre “El problema cubano”, fechado el 21 de abril, McGeorge Bundy explicó la lógica de este tipo de iniciativa: “Siempre existe la posibilidad de que Castro u otros que actualmente ocupan altos cargos en el régimen vean alguna ventaja en un viraje gradual de su actual dependencia de Moscú. En términos estrictamente económicos, tanto Estados Unidos como Cuba tienen mucho que ganar con el restablecimiento de las relaciones. Un Castro “Titoísta” no es algo inconcebible,  y una revolución diplomática total no sería el suceso más extraordinario del siglo XX”.[10]

 

El 30 de abril de 1963, en una reunión del Grupo Permanente, se acordó “mantener la línea de comunicación con Castro que había abierto el señor Donovan durante las negociaciones de los prisioneros norteamericanos”.[11] Pero por esa fecha se abriría otro importante canal de comunicación entre ambos gobiernos a través de la periodista Lisa Howard. [12]La bella reportera había sido presentada a Fidel por Donovan en el transcurso del propio mes de abril, quien además le había gestionado una entrevista con el líder cubano para la ABC. La entrevista, de una hora de duración, sería trasmitida en Estados Unidos el 10 de mayo de 1963 y generaría titulares como: “Castro quiere hablar con Kennedy” y “Castro da indicios de que quiere negociar con Kennedy”.[13]A su regreso a Estados Unidos, Lisa Howard informó a la CIA el interés del líder de la Revolución Cubana de conversar con la administración Kennedy. El Subdirector de Planes de la CIA, Richard Helms, elaboró un memorándum con la información recopilada de la entrevista para McCone, con copia para el Fiscal General; el asistente especial del Presidente para Asuntos de Seguridad Nacional; y otros altos mandos del aparato de inteligencia. Helms concluyó sus valoraciones de la siguiente manera: “Lisa Howard definitivamente quiere impresionar al gobierno de los Estados Unidos con dos hechos: Castro está preparado para analizar el reacercamiento y ella misma está preparada para debatir el asunto con él si el gobierno de los Estados Unidos se lo solicita”. [14]

 

Entretanto, una comunicación enviada a Robert Kennedy el 2 de mayo por instrucciones de McCone, daba testimonio de las preocupaciones que asistían al Director de la CIA ante cualquier iniciativa que significase un acercamiento al régimen cubano. También mostraba su falta de interés y voluntad política para avanzar en ese camino. “A propósito del informe de Lisa Howard –señalaba el documento-, el Sr. McCone me envió un cable esta mañana, planteando que no puede hacer excesivo énfasis en la importancia del secreto en este asunto y solicitó que yo emprenda todos los pasos apropiados en este sentido para reflejar su visión personal de su sensibilidad. El Sr. McCone percibe que el rumor e inevitables filtraciones con su consecuente publicidad serían lo más perjudicial. Sugiere que no se emprendan pasos activos acerca del tema de la reconciliación en este momento e insta a las más limitadas discusiones en Washington. Que ante estas circunstancias se enfatice, en toda discusión, que se está explorando el camino de la reconciliación como una remota posibilidad y una de las diversas alternativas que implica varios niveles de acción dinámica y positiva”. [15]

 
El inicio de la diplomacia secreta

No fue hasta el 6 de junio de 1963, que el Grupo Permanente evaluó con amplitud el tema de las conversaciones de James Donovan con Fidel Castro y los demás informes de inteligencia que señalaban el interés de Cuba en mejorar sus relaciones con Estados Unidos. Información que había estado llegando reiteradamente en 1963 a través de varias fuentes de la CIA. En dicha reunión se valoraron las distintas vías para establecer canales de comunicación con el líder de la Revolución Cubana y el grupo coincidió en que este era un esfuerzo útil.[16]Más habría que esperar al mes de septiembre para que comenzaran a materializarse los contactos,[17] y en ello desempeñaría un papel catalizador Lisa Howard.

 

En septiembre de 1963, Howard le contó a William Attwood,[18] funcionario de la administración Kennedy adscrito a la misión de Estados Unidos en las Naciones Unidas, que Fidel Castro, con el que se había reunido por varias horas durante su visita a La Habana, le había expresado su disposición a establecer algún tipo de comunicación con el gobierno de Estados Unidos y voluntad de explorar un modus vivendi. Coincidentemente, este mismo criterio se lo había trasladado también a Atwood el embajador de Guinea en La Habana, Seydon Diallo. Atwood además había leído el interesante artículo de Howard en el periódico liberal War/Peace Report, bajo el título “Castro`s Overture” (Las insinuaciones de Castro), donde la periodista señalaba que en 8 horas de entrevista con Fidel, éste había sido aún más enfático acerca de su deseo de sostener negociaciones con Estados Unidos.[19] Como resultado, Atwood y Howard echarían a andar un plan para iniciar conversaciones secretas entre Estados Unidos y Cuba.

 

Entusiasmado con la idea de establecer algún tipo de acercamiento entre La Habana y Washington, Atwood conversó el asunto el 12 de septiembre de 1963 con el subsecretario de Estado, Averell Harriman, quien le sugirió que escribiera un memorándum al respecto. Attwood no perdió tiempo y seis días después tenía listo el documento. Este comenzaba diciendo:

 
“Este memorándum propone un curso de acción que, de alcanzar resultados positivos, podría eliminar el tema de Cuba de la campaña (presidencial estadounidense) de 1964”.

 

“No propone ofrecer un “trato” a Castro –decía a continuación- , lo que desde un punto de vista político sería más peligroso que no hacer nada, pero sí una investigación discreta sobre la posibilidad de neutralizar a Cuba según nuestros propios intereses…

 

Ya que no pretendemos derribar el régimen de Castro por la fuerza militar, ¿hay algo que podamos hacer para promover los intereses estadounidenses sin que se nos acuse de contemporizar?

 

Según diplomáticos neutrales y otros con los que he hablado en las Naciones Unidas y Guinea, existen motivos para creer que a Castro no le agrada su actual dependencia del bloque soviético; que no le agrada ser en realidad un satélite; que el embargo comercial lo daña, aunque no lo suficiente como para hacer peligrar su posición; y que le gustaría tener algún contacto oficial con Estados Unidos y haría mucho por obtener una normalización de las relaciones con nosotros, aunque la mayoría de su séquito comunista a ultranza, como Che Guevara, no lo acogiera con beneplácito.

 

Todo esto puede no ser cierto, pero parecería que tenemos algo que ganar y nada que perder averiguando si en realidad Castro desea hablar y qué concesiones estaría dispuesto a hacer…

 

Por el momento, lo único que desearía es autoridad para hacer contacto con (Carlos) Lechuga (el jefe de la misión de Cuba en las Naciones Unidas). Veremos entonces que ocurre”.[20]


 

Era prácticamente imposible que, bajo esta visión que refleja el memorándum de Atwood, pudiera llegarse a algún tipo de arreglo entre Estados Unidos y Cuba. La propuesta se reducía a sondear a la Isla, para ver si ésta estaba dispuesta a realizar una serie de gestos y concesiones a Estados Unidos. Al parecer, el funcionario estadounidense olvidaba que los líderes cubanos ya habían fijado su posición de rechazo a cualquier forma de negociación que implicara el menoscabo de la autodeterminación de la Isla. Tampoco es un absurdo pensar, que la dirección cubana, de percibir la maniobra de Washington, aprovechara el proceso de diálogo con vistas a ganar tiempo y preparar al país política y militarmente ante un eventual enfrentamiento militar directo con los yanquis.

 

De esta manera, la finalidad de los tenues acercamientos a Cuba que iniciaría Estados Unidos bajo la anuencia de Kennedy, había quedado perfectamente delineada en el memorándum de Attwood: neutralizar a Cuba según los intereses de Estados Unidos, sacándole la mayor cantidad de concesiones posibles. Por supuesto, estas concesiones implicaban que Cuba debía comenzar a satisfacer las exigencias de Washington con relación a: “la evacuación de todo el personal militar del bloque soviético”, “el fin de las actividades subversivas de Cuba en América Latina” y “la adopción por parte de Cuba de una política de no alineamiento”. De no ser bajo esas condiciones, Estados Unidos no se arriesgarían a explorar un modus vivendi con Cuba.

 

Attwood mostró el propio 18 de septiembre el memorándum al entonces embajador de Estados Unidos ante la ONU, Adlai Stevenson, quien se comprometió a discutir el asunto con el Presidente. “Cuando le hablé por primera vez sobre esta iniciativa o aproximación de los cubanos a Adlai Stevenson –recordó Atwood ante una comisión del Senado de Estados Unidos en 1975-, dijo que le gustaba pero,… desafortunadamente la CIA todavía estaba a cargo de Cuba. No obstante, dijo, estaba dispuesto a conversar el asunto con la Casa Blanca”.[21]

 

Al día siguiente, Atwood se reunió de nuevo con Harriman en New York y le entregó el memorándum. El subsecretario de Estado, después de leer el documento, le sugirió a Attwood que lo discutiera también con el Fiscal General, Robert F. Kennedy. Mas ya al día siguiente de este encuentro, Stevenson había obtenido la aprobación del Presidente para que Attwood sostuviera un discreto contacto con el embajador cubano en Naciones Unidas, Carlos Lechuga. Inmediatamente, Attwood habló con Lisa Howard para que le preparara el contacto con Lechuga. En medio del salón de delegados de las Naciones Unidas, Howard se acercó a Lechuga el 23 de septiembre y, según recuerda el propio Lechuga, le dijo que Atwood deseaba hablar con él y que era algo urgente pues al próximo día debía salir para Washington.[22]

 

El encuentro se produjo en la casa de la periodista en la noche del propio 23 de septiembre, de manera bastante informal y sin que pareciese un acercamiento oficial de Estados Unidos–como lo había pedido el propio Atwood-, aprovechando una fiesta que la misma preparó y a la cual invitó a Lechuga.[23]De inmediato, el embajador cubano informó a La Habana:

 
“Tuve la entrevista con William Atwood. Me dijo que había sido autorizado por Stevenson. Se va hoy para Washington a hablar con Kennedy y pedirle autorización para ir a Cuba a hablar con Fidel y explorar las posibilidades de negociaciones si aceptan en Cuba que él de el viaje. Quedamos en que yo no planteaba el asunto formalmente a ustedes hasta que él no tuviera la autorización de Washington pero es obvio que él sabe que yo lo comunicaría inmediatamente. Ese fue mi planteamiento para que en todo momento la iniciativa partiera de ellos, como es en realidad, pero en este negocio diplomático una aprende mucho. Su viaje sería de incógnito. Al igual que yo, en todo momento aclaramos que estábamos hablando de modo personal, pendiente de las instrucciones de ambos gobiernos. Su idea es que la situación entre los dos países es anormal y que alguien en un momento dado, tenía que romper el hielo.

 

(…)

 
Dice que Kennedy, en muchas ocasiones y en conversaciones privadas, ha dicho que no sabe como cambiar la política hacia Cuba. Reconoce que ni ellos ni nosotros podemos cambiar de política de la noche a la mañana porque es una cuestión de prestigio y que es difícil, pero algo hay que hacer que por algo hay que empezar. Reconoce que la cuestión política interna es difícil para ellos porque los republicanos los tienen siempre a la defensiva en la cuestión cubana.

 

(…)

 

Atwood hablando de Bob Kennedy dice que es un individuo de posturas duras pero que es un político y ve las cosas objetivamente. Dice que lo que quiere es ganar siempre. Esto lo dijo en el sentido de que, si considera que la prolongación de la política hacia Cuba le va a dar un resultado negativo a la larga, cambia de posición.

 

(…)

 

Atwood me preguntó sobre la posibilidad de que Gobierno cubano permitiera ir a Cuba a explorar posibilidades. Le dije que yo creía que sí, aunque no podía darle ninguna opinión rotunda. Me preguntó que si yo creía que había un 50 por ciento de probabilidad de que sí y un 50 que no. Respondí que esa era la fórmula perfecta de mi respuesta. A preguntas suyas sobre condiciones para negociar manifesté que en ese terreno nada podía adelantarle aunque sí podía exponerle mi criterio muy personal y era que resultaba difícil negociar nada con la situación de presión sobre Cuba; con el embargo, las infiltraciones, los vuelos ilegales, etc, etc, me dijo que la situación era muy compleja y lo entendía, pero que alguien algún día, alguna vez, tenía que iniciar algo y que él creía que aún para escuchar lo que yo acababa de decirle en el orden personal sería fructífero intentar un acercamiento a Cuba”. [24]


 

Años después, el 10 de julio de 1975, ante la Comisión Church del Senado de Estados Unidos, Atwood recordó su contacto con Lechuga de la siguiente manera: “…la señorita Howard organizó la recepción para el día 23. Conocí a Lechuga. Dijo que Fidel Castro había tenido la esperanza de haber podido sostener un contacto con el presidente Kennedy en el 61, pero entonces había sucedido lo de Bahía de Cochinos y ya no se pudo. Pero que le había impresionado mucho el discurso pronunciado por el Presidente en junio del 63, en el que se refirió a la diversidad en el mundo. Fue entonces que le dije que ya no era un particular sino un funcionario del gobierno y coincidimos en que la situación era diferente, aunque las circunstancias también eran un poco anómalas. Me dijo que los cubanos estaban muy molestos con la posición del exilio, la posición de la CIA respecto a Cuba, así como la congelación de los activos cubanos”.[25]

 

El próximo paso fue una visita de Atwood a Washington en el mismo mes de septiembre, para reunirse con Robert Kennedy. Atwood puso al tanto al Fiscal General de la iniciativa y éste dejó sentada su posición de que “un viaje de Atwood a Cuba, como había sugerido Lechuga, sería un poco riesgoso, pues de seguro se filtraría y podría parar en una investigación en el Congreso, o algo parecido (…) pero consideraba que valía la pena continuar con el asunto por la vía de la ONU e indicó que hablaría con Averell Hariman y Bundy sobre el tema”. [26]

 

De esta manera, al primer contacto de Atwood y Lechuga siguieron otros en el salón de delegados de las Naciones Unidas. En uno de ellos, Atwood le trasmitió a Lechuga que el gobierno de Estados Unidos, después de evaluar la propuesta, había decidido que no era conveniente que él viajara a Cuba en esas circunstancias debido al peligro de filtración dada su “condición oficial”,[27] pero que su gobierno estaba en la mejor disposición de reunirse con Fidel o algún emisario suyo en Naciones Unidas. El 28 de octubre, Lechuga le comunicó a Attwood que La Habana no pensaba que enviar a alguien a las Naciones Unidas fuera de utilidad en ese momento, pero que esperaba que pudieran seguir los contactos entre ellos.[28] Desde la Casa Blanca, Gordon Chase, designado por Bundy, se encaraba de darle seguimiento a los contactos de Atwood con los cubanos.

 

Posteriormente, Lisa Howard ofreció su casa para que Atwood conversara directamente con Fidel Castro por intermedio de su ayudante René Vallejo. También para que a través de ella, Vallejo le trasladara mensajes a Atwood.[29]

 

El 31 de octubre, en una llamada que Vallejo realizó a Lisa Howard, este trasladó el mensaje de que Fidel estaba dispuesto a enviar un avión a México a recoger a un enviado de Washington y conducirlo a un aeropuerto secreto cerca de Varadero, donde tendría una reunión a solas con el líder de la Revolución Cubana. Lisa Howard respondió que dudaba que eso fuera posible y que quizás lo mejor era que él (Vallejo), como vocero personal de Fidel, viajara a Naciones Unidas o a México a reunirse con un representante del gobierno de Estados Unidos.

 

Atwood relató en 1975 como la atención que las máximas autoridades del gobierno estadounidense prestaban a sus contactos con Cuba crecía aceleradamente. El 5 de noviembre fue llamado a la Casa Blanca para hablar con Bundy, quien le dijo que “el Presidente estaba más a favor de ejercer presión para una apertura con Cuba que el Departamento de Estado, con la idea de sacarla del redil soviético, borrar quizás lo sucedido en Bahía de Cochinos, y tal vez volver a la normalidad”.[30]Bundy quiso un memorándum cronológico de toda la iniciativa.

 

El 11 de noviembre, Vallejo se comunicó telefónicamente con Lisa Howard y le reiteró el interés de Fidel de reunirse con algún emisario de Estados Unidos y que, en ese caso, un avión cubano podía recoger a la persona designada por el gobierno de Estados Unidos en Key West y trasladarlo a uno de los aeropuertos cercanos a La Habana donde participaría en una reunión con Fidel. Cuando Atwood comunicó esto a Bundy, se le indicó que, por instrucciones del Presidente, primero debía realizarse un contacto de él (Atwood) con Vallejo en Naciones Unidas para saber que tenía en mente Fidel, particularmente si estaba interesado en conversar sobre los puntos señalados por Stevenson en su discurso en Naciones Unidas el día 7 de octubre, considerados inaceptables por Estados Unidos:[31] la “sumisión de Cuba a la influencia comunista externa”, “la campaña cubana dirigida a subvertir al resto del hemisferio” y “el no cumplimiento de las promesas de la Revolución respecto a los derechos constitucionales”. Así lo expresó también Bundy en un memorando para dejar constancia: “sin tener indicios de la disposición de ir en esa dirección, es difícil ver qué podríamos lograr con una visita a Cuba”.[32]

 

Attwood trasmitió el 18 de noviembre por vía telefónica el mensaje a Vallejo, quien le contestó que no era posible que él viajara en ese momento a New York, pero que en cambio, se enviarían instrucciones a Lechuga para discutir con él (Attwood) una agenda con vistas a una posterior reunión con Fidel. Al día siguiente, Atwood reportó telefónicamente su conversación a Gordon Chase.[33] El asistente de Bundy le dijo entonces a Atwood que, luego de recibir la llamada de Lechuga para fijar una cita en la que se analizaría la agenda, se pusiera rápidamente en contacto con él, pues el Presidente quería conocer de inmediato el resultado de la conversación para considerar el próximo paso que debía dar la administración.

 

Chase, convertido en uno de los mayores defensores del acercamiento diplomático a Cuba, expuso el 12 de noviembre en memorándum altamente confidencial -solo para ser leído por Bundy- sus refutaciones frente a varios argumentos contrarios a “la conciliación con Castro” como: “Castro nunca satisfará nuestros requisitos mínimos”; “la conciliación con Castro implica que Estados Unidos converse con él, y el hecho de que Estados Unidos quiera conversar con Castro lo liberará de las serias preocupaciones que actúan a nuestro favor”; “la opinión pública estadounidense no apoyará la conciliación con Castro”; “en caso de que nos reconciliásemos con Castro y este nos traicionara, nos veríamos en un lamentable aprieto (especialmente en términos públicos)” y “aun cuando la conciliación con Castro es una alternativa real, ahora no es el momento adecuado”.[34]

 

Este documento es muy importante, pues en él se refleja de manera muy clara, las ideas que se estaban moviendo en el estrecho círculo de colaboradores de Kennedy donde se conocía la iniciativa de aproximación a Cuba. En este memorándum Chase planteaba: “Nuestra postura, por no decir nuestras palabras, debería trasladar lo siguiente: “Fidel, estamos dispuestos a dejar que los eventos sigan su curso actual. Pretendemos mantener, y cuando sea posible, aumentar nuestra presión en su contra para derrocarlo y estamos más que seguros de que triunfaremos. Además, puede irse olvidando de conseguir “otra Cuba” en el hemisferio. Hemos aprendido nuestra lección y no permitiremos “otra Cuba”. Sin embargo, como personas razonables que somos, no vamos por su cabeza ni tampoco disfrutamos con el sufrimiento del pueblo cubano. Usted sabe cuáles son nuestras principales preocupaciones: el vínculo con los soviéticos y la subversión. Si usted cree que está en condiciones de disipar tales preocupaciones, probablemente podamos encontrar una manera de coexistir amigablemente y construir una Cuba próspera. Si cree que no puede hacer frente a nuestras preocupaciones, entonces olvídese del asunto; nosotros no tenemos inconveniente en mantener la situación actual. Al mismo tiempo, puede que le convenga tener en cuenta que si bien siempre nos interesará su parecer sobre el vínculo con los soviéticos y la subversión cubana, obviamente no podemos decirle en estos momentos que siempre estaremos dispuestos a negociar con usted en los mismos términos”.[35] Como conclusión, Chase destacó que “un acercamiento discreto con Castro reporta numerosas ventajas. En primer lugar, un acercamiento mostraría claramente a Castro que tiene una alternativa que tal vez no esté seguro existe, es decir, convivir con Estados Unidos según los términos de Estados Unidos. En segundo lugar, aun cuando rechazase nuestra oferta, aprenderíamos mucho”. [36]

 
Notas al pie

[1]Arthur M.Schlesinger, Ob.Cit, p.728.

 

[2] Citado por Ibídem, pp.734-735.

 

[3]Donovan coordinó entre agosto y finales de diciembre 1962 –las conversaciones concluyeron el 21 de diciembre- la liberación de los prisioneros de Bahía de Cochinos a cambio de un pago del gobierno de los Estados Unidos de 62 millones de dólares en alimentos y medicinas para niños en seis meses. A principios de 1963 continuó sus viajes a La Habana para lograr la liberación de una veintena de ciudadanos estadounidenses, incluidos 3 operativos de la CIA, encarcelados en Cuba.

 

[4] Pero la realidad fue que no menos de 14 organismos federales de los Estados Unidos, incluida la CIA, estuvieron involucrados en el desembolso de los fondos que se emplearon para la adquisición de los productos que se debían entregar a Cuba, a cambio de la liberación de los prisioneros de Bahía de Cochinos.

 

[5] Oscar Pino Santos, Complot, Editorial Nuestro Tiempo, S.A., México, p.23.

 

[6]Tomás Diez Acosta, Los últimos 12 meses de J.F.Kennedy y la Revolución Cubana, Editora Política, La Habana, 2011, p.175.

 

[7] Ibídem, p.184.

 

[8] Ibídem.

 

[9] Memorándum de Gordon Chase a Bundy, 11 de abril de 1963, documentos desclasificados,www.gwu.edu/~nsarchiv/, (Internet), (traducción del ESTI)

 

[10]Peter Kornbluh, “JFK and Castro: The Secret Quest for Accomodation”, in: Cigar Aficionado, September-October, 1999.

 

[11]  Tomás Diez Acosta, Ob.Cit, p.85.

 

[12] Lisa Howard fue una de las primeras mujeres en tener su propio programa de televisión en los Estados Unidos. Antes de incursionar en el periodismo había sido actriz. En 1960 realizó la primera gran entrevista al premier soviético Nikita Khruschev, que fue vista en los Estados Unidos. Posteriormente fue contratada por la televisora ABC.

 

[13]Peter Kornbluh and William M. Leogrande, “Talking with Castro”, in: Cigar Aficionado, Febrary, 2009.

 

[14]Memorándum de Richard Helms para McCone, 1 de mayo de 1963, documentos desclasificados,www.gwu.edu/~nsarchiv/, (Internet), (traducción del ESTI)

 

[15] Memorándum del Teniente General de la CIA, Marshall S.Carter al Fiscal General, Robert Kennedy, 2 de mayo de 1963, documentos desclasificados, Robert Kennedy Papers, http://www.jfklibrary.org/About-Us/News-and-Press/Press-Releases/2012-10..., (Internet).

 

[16] Peter Kornbluh, Ob.Cit.

 

[17] Como señala el Dr. Tomás Diez Acosta en su libro Los últimos 12 meses de J.F.Kennedy y la Revolución Cubana, quizás la demora en iniciar pasos prácticos de acercamiento a Cuba estuvo vinculada al temor a las “filtraciones de información”, más bien a “una acción “gris” de inteligencia ejecutada por los elementos que dentro del gobierno de los Estados Unidos se oponían a cualquier intento de acercamiento a Cuba”. Pero la documentación estadounidense también refleja que la CIA se oponía rotundamente a un arreglo con Cuba y el Departamento de Estado mostraba menos entusiasmo en la idea que el propio presidente Kennedy.

 

[18] Anterior a eso, Attwood había sido editor de la revista Look y entrevistado a Fidel Castro en 1959.

 

[19] Peter Kornbluh, Ob.Cit

 

[20] Citado por Piero Gleijeses, en: Misiones en Conflicto. La Habana, Washington y África 1959-1976, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004, pp. 42-43.

 

[21]Declaraciones de William Atwood ante el Senado de los Estados Unidos. Comisión de Investigación sobre las operaciones gubernamentales relacionadas con actividades de Inteligencia. Washington DC.  Jueves 10 de julio de 1975,www.gwu.edu/~nsarchiv/, (Internet), (Traducción del ESTI)

 

[22] Entrevista realizada a Carlos Lechuga el 3 de octubre del 2008.

 

[23]Memorándum de William Attwood a Gordon Chase, 8 de noviembre de 1963,www.gwu.edu/~nsarchiv/, (Internet), (Traducción del ESTI)

 

[24] “Del Informe de nuestro representante en la ONU”, Ministro de Relaciones Exteriores, Raúl Roa, al Presidente de la República, Osvaldo Dorticós, La Habana, 25 y 26 de septiembre de 1963. (Archivo Central del Minrex)

 

[25]Declaraciones de William Atwood ante el Senado de los Estados Unidos. Comisión de Investigación sobre las operaciones gubernamentales relacionadas con actividades de Inteligencia. Washington DC.  Jueves 10 de julio de 1975,www.gwu.edu/~nsarchiv/, (Internet), (Traducción del ESTI)

 

[26] Ibídem.

 

[27]Memorándum de William Attwood a Gordon Chase, 8 de noviembre de 1963,www.gwu.edu/~nsarchiv/, (Internet), (Traducción del ESTI)

 

[28] Ibídem.

 

[29] Peter Kornbluh, Ob.Cit.

 

[30] Declaraciones de William Atwood ante el Senado de los Estados Unidos. Comisión de Investigación sobre las operaciones gubernamentales relacionadas con actividades de Inteligencia. Washington DC.  Jueves 10 de julio de 1975,www.gwu.edu/~nsarchiv/, (Internet), (Traducción del ESTI)

 

[31]Memorándum para dejar constancia de McGeorge Bundy, 12 de noviembre de 1963,www.gwu.edu/~nsarchiv/, (Internet), (Traducción del ESTI).

 

[32] Citado por Peter Kornbluh, Ob.Cit.

 

[33]Memorándum de William Attwood a Gordon Chase, 22 de noviembre de 1963,www.gwu.edu/~nsarchiv/, (Internet) (Traducción del ESTI)

 

[34]Memorándum de Gordon Chase a Bundy, 12 de noviembre de 1963,www.gwu.edu/~nsarchiv/, (Internet) (Traducción del ESTI)

 

[35] Ibídem.

 

[36] Ibídem.