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Cuando Fidel se desbordó más que los ríos

Fecha: 

04/10/2023

Fuente: 

Cubadebate

A menos de cuatro meses del primer vuelo de una mujer al cosmos, el 1 de octubre de 1963, la protagonista del hecho, Valentina Tereskova, visitaba por primera vez Cuba. Por tanto las miradas se centraron en la noticia de la celebridad soviética y apenas repararon en la nota emitida por el entonces Observatorio Nacional, acerca de la presencia en el extremo sur de las Antillas Menores del sexto ciclón tropical de esa temporada, denominado Flora.
 
Nadie imaginaba que a partir de la tarde del día 4, el Oriente cubano viviría el segundo mayor desastre natural documentado en la historia del archipiélago, solo superado por el tsunami del 9 de noviembre de 1932, en Santa Cruz del Sur, Camagüey.
 
Flora embistió tierra cubana por la costa sur de la hoy provincia de Guantánamo, como huracán categoría 2 de la actual escala Saffir-Simpson, con vientos máximos sostenidos estimados de 165 kilómetros por hora. Nada fuera de lo conocido, pero desarrolló un movimiento lento y errático qué concentró durante cuatro días toda la furia de las lluvias en la zona oriental del país, donde se vivió un verdadero diluvio.
 
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Solamente en esta zona del Cauto, hoy provincia Granma, incluido Contramaestre,
el ciclón Flora originó 757 víctimas fatales.
Foto: Archivo La Demajagua.

S.O.S era el lenguaje desde cualquier rincón del oriente. La edición impresa de Bohemia correspondiente al 11 de octubre de 1963 así lo describió.
 
“En Guantánamo, en una de las primeras localidades que sufrió la furia huracanada del 'Flora', perecieron varias personas ahogadas en los crecidos ríos. Un cosechero de hortalizas de las márgenes del río Jaibo, desapareció por la violencia de las aguas, que arrastraron su bohío”.
 
“Las crecidas y desbordamientos de los ríos Jaibo, Bano, Filipnas y Grandino cubrían gran extensiones de la Granja 'Fabio Rosell'. En gesto heroico dos trabajadores, Raimundo Turino y Roberto Capdevila de la citada granja, lograron salvarle la vida, en un bote, a diez de sus compañeros. Desde parte de la zona, Luis Coronado informaba de los urgentes auxilios que se pedían para rescatar a más obreros de la granja 'Fabio Rosell' que, encaramados sobre los techos de las casas se veían asediados por las aguas impetuosas de los ríos que se salían de su cauce”.
 
“A Holguín llegan treinta mil evacuados de Cacocum. Tanques anfibios eran enviados a Mayarí para rescatar a la población que se encontraba cercada por las aguas. Por informes del corresponsal Cornelio Batista, de Revolución, el domingo era desesperada la situación en el poblado de Mir, inundado por tres ríos: el Cauto, el Salado y la Rioja. Cientos de cabezas de ganado se habían perdido”.
 
“En la zona de Baracoa, el barrio Imías fue arrasado. Solo quedaron en pie el Centro Escolar, el Hospital y la Tienda del Pueblo. Todo el servicio eléctrico y telefónico quedó interrumpido. Familias de Niquero –más de 500– tuvieron que ser evacuadas (..) No podrían hacerse números sobre las pérdidas en siembras y ganado (…) Manzanillo y Bayamo esperaban urgentes ayuda”.
 
“Ya a partir del sábado los efectos del huracán empezaban a sentirse en Camagüey: copiosas lluvias y vientos de 100 y 110 nudos por hora. La población se encontraba desorientada, según informes de las FAR, a causa de que las estaciones de radio estaban fuera del aire. La población de Júcaro, en la costa sur, había tenido que refugiarse tierra adentro.”

Fidel Castro al frente de las operaciones de auxilio a los afectados por el ciclón Flora.
Foto: Archivo Sitio Fidel Soldado de las Ideas.

Más trágicos todavía los partes del domingo en la tarde.
 
“Puentes y tendidos eléctricos rotos. No se puede salir. El río no da paso”, trasmitía la planta de Guantánamo. Por su parte una comunicación de Mayarí informaba: “Llamada urgente para evacuar la población. Hay mil familias para evacuar para el ingenio Guatemala. De Antilla no hay información”.
 
De este mismo lugar, un poco más tarde se recibía un “Mensaje urgente retransmitido por la planta de Dos Ríos, Oriente. Peligra millares de vidas por agua a más de seis pies de altura. El personal está en los techos de los edificios. Situación desesperada. Urgen medicinas y helicópteros”.

 
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La insólita trayectoria del huracán Flora sobre el oriente cubano
del 4 al 8 de octubre de 1963/U.S. Weather Bureau Office.

Atento a los partes emitidos por los diferentes territorios y conocedor al detalle de las características geográficas de la zona oriental, Fidel, entonces Primer Ministro del país, luego de recibir esa noche del 5 de octubre de 1963, en el antiguo Palacio Presidencial, a la primera mujer cosmonauta del mundo, cambió el traje de gala por su uniforme de campaña verde olivo y salió decidido a llegar a Oriente, de donde llegaban noticias desoladoras.
 
La travesía junto hacia las zonas más afectadas por Flora para dirigir personalmente las operaciones de salvamento no fue fácil, y en ese afán por cambiar la realidad de inmediato, varias veces se molestó con aquellas aguas infernales que le impedían transitar rápidamente por las carreteras.
 
Al rememorar a Fidel dentro de aquel maldito lazo de lluvia y ráfagas, el comandante Juan Almeida recordaría:
 
“Fidel ha seguido el paso del huracán con cuantos medios encontraba por el camino, pues las grandes inundaciones lo obligaban a ir cambiando. Primero en auto, después en yipi, en camión, más tarde en anfibio, y por último a nado, ayudando a algunos compañeros que con él se hallaron en situaciones críticas, casi a punto de ahogarse, luchando en el agua con alambres del tendido eléctrico, unas cámaras y un bote”.
 
Sobre este último incidente, cuentan que lo hizo con un valor temerario. Algunos dicen que ese día el miedo le cogió miedo a él. Que el río La Rioja se crispaba como un monstruo marino y alguien le sugirió buscar un guía, pero Fidel sabía que un segundo podía costarle la vida a alguien.

Fidel junto a su pueblo en días del Ciclón Flora.
Foto: Archivo del Sitio Fidel Soldado de las Ideas.

El corresponsal de Revolución, Guillermo Rivas describió tal intrepidez.
 
“Había salido de Victoria de las Tunas acompañado de los comandantes Vallejo, Universo Sánchez y William Gálvez, por carretera, en dirección a Holguín. A los 30 kilómetros de marcha por carretera se encontraron con un puente derribado y crecido el río Rioja. Decidido a bordear el río, cambió el automóvil por un carro anfibio; pero cuando había recorrido unos 50 kilómetros, la corriente los arrastró contra un árbol. Por encontrarse descubierta su parte de atrás el vehículo comenzó a hundirse al penetrar el agua.
 
“Fidel permaneció en el carro anfibio mientras William Gálvez y sus acompañantes trataron de amarrarlo a un árbol con un remolque. Gracias a la intervención de un campesino que llegó a nado después de media hora, sin ayuda, pudieron regresar a la orilla. Con sogas atadas a un camión Zil que penetró de fondo hasta cerca del accidente, se evitó que fueran arrastrados por la corriente. Uno a uno fueron rescatados. Fidel fue el último en abandonar la nave, llegó a nado hasta cerca del camión y de ahí, sujetándose a la soga, logró ponerse a salvo”.

Fidel Castro al frente de las operaciones de auxilio a los afectados por el ciclón Flora.
Foto: Archivo de Sitio Fidel Soldado de las Ideas.

En medio de aquella situación desesperante, dicen que repetía insistentemente y preocupado: “Cauto, Cauto”, por tratarse de una zona que se encontraba incomunicada y donde habían cientos de personas, cuyas vidas peligraban.
 
“El diálogo con compañeros de las organizaciones de masas y campesinos que ofrecían su ayuda era de una vivacidad e interés humano extraordinario:
 
-¿Doctor Castro, sabe usted algo de los trenes de abastecimiento que vienen para acá?
 
-Eso se está resolviendo. Van a venir rastras con alimentos y medicinas. También caravanas de carros anfibios procedentes de La Habana. Ahora el problema es ver cómo pasarán, porque los puentes están derrumbados. Cada dos horas se cae uno…
 
-¿Cuánta gente ha sido evacuada aquí [Holguín]?, pregunta Fidel.
 
- Más de 40 000. Le responden.
 
-Bueno, ¿y dónde se ha metido esa gente que no ha sido evacuada? ¿Qué oportunidad tiene de salvarse?, consulta preocupado.

 
"A veces le pregunta algo a Vallejo. Ahora hace comentarios de viva voz sobre los problemas agrarios. Por la microonda se comunica con el Capitán Risquet. Discute los planes de evacuación y auxilio (…) Da grandes pasos de un lado a otro. En su ir y venir le van creciendo el coraje por romper el cerco de las inundaciones, por estar cerca de los que necesitan ayuda urgente”, contó el reportero de Revolución.
 
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Fidel Castro al frente de las operaciones de auxilio a los afectados por el ciclón Flora.
Foto: Archivo de Sitio Fidel Soldado de las Ideas.

En el libro Fidel al frente del rescate, el teniente coronel Elvin J. Fontaine, quien le sirviera a Fidel desde la Sierra Maestra, cuenta que en aquella insistencia suya por llegar a los sitios más afectados por Flora, varios de sus compañeros quedaron sobre un árbol en medio de las aguas. Y cuando el Comandante quiso subir al bote para rescatarlos, alguien preocupado por su seguridad le dijo que no podía hacer eso, que era un peligro, una irresponsabilidad.
 
“Les agradezco a los compañeros que se preocupen por  cuidarme. ¿Tú no crees  —le preguntó al comandante William Gálvez— que si nosotros no somos capaces de sacrificarnos por este pueblo en los momentos difíciles, qué sacrificio podemos pedirle después al pueblo? (…) Para no hacer esto hay que cogerme preso, y para cogerme preso hay que matarme”, rebatió Fidel definitivo.
 
Cuenta el también periodista y taquígrafo que a pesar de las pérdidas sufridas, adonde él llegaba, la gente se reunía para escucharlo. Las madres traían a sus niños para que le conocieran. La gente apretaba sus manos y buscaban en sus palabras o en un abrazo, la esperanza que tanto necesitaban. Y a él le brotaba naturalmente ese ángel.
 
-Mire, Comandante, perdí a tres hijos, perdí a mi madre... lo perdí todo, le decía un campesino.
 
-Nos hemos quedado sin nada, aquí estamos hasta sin zapatos, le dijo otro.
 
“Y no había terminado aún la frase, cuando Fidel se quitó sus botas y se las dio. Entonces se viró para quienes lo acompañaban y ordenó: ¡Entreguen las botas de ustedes!”, cuenta Fontaine en Fidel al frente del rescate.

Visita las zonas más afectadas por el ciclón Flora. Foto: Liborio Noval.

De muchas maneras Fidel arropó a cientos de familias del Oriente de Cuba. A la casa de Manuel Verdecia, quien entonces era un niño de 10 años del barrio Los Cayos, en Granma, llegó de sorpresa. Allí se interesó por lo que habían perdido y cuántos eran. “25”, le dijo Jesús, le padre de Manuel, quien estaba con el pantalón recortado, sin zapatos y sin camisa.
 
“Nos dieron tanta comida que yo no podía con el nailon. Enseguida empezó un médico a atendernos (…) Prometió un puesto médico que enseguida se construyó”, contó Manuel.
 
La gente no podía ni quería ocultar las heridas que les había causado el Flora. Un paisaje desolador. Campos y caseríos tragados por las aguas turbias. Cadáveres de personas en los caminos, sobre los árboles. “La tristeza como una sombra en los ojos hinchados de quienes perdieron hasta el camino a la casa, pero lograron conservar la vida”.
 
Y Fidel, como bálsamo, aliviando las heridas del Flora. Rescatando personas en medio de aquellos ríos embravecidos. Llevando alimento y medicinas a lugares inhóspitos. Abrazando. Animando. Fraguando ideas. Más de dos días socorriendo a familias. En algún momento logró conciliar el sueño, pero encima de la parte trasera de un camión “Zil”.
 
Cuentan que antes de que Flora terminara su lazo maldito sobre el oriente cubano, Fidel mandó a buscar al Comandante Faustino Pérez, y allí mismo, sobre el capó de un jeep y con mapa de por medio, quedaron esbozadas muchas de las ideas de lo que luego se conocería como la voluntad hidráulica.

Fidel Castro al frente de las operaciones de auxilio a los afectados por el ciclón Flora.
Foto: Archivo de Sitio Fidel Soldado de las Ideas.

Entre aquellos lazos de tristeza del Flora surgió la iniciativa de Fidel de construir embalses y canales que, además de regular las inundaciones, aliviaran los problemas del abasto de agua para la población y la agricultura.
 
De aquel diluvio de desgracia, en el que nuestros pilotos de helicópteros violaron todas las normas de la navegación aérea contar de salvar a la gente, el Comandante en Jefe comprendió también la importancia de diseñar un sistema de Defensa Civil, porque especialmente la vida de las personas no podían quedar a merced de la improvisación o de la suerte.
 
Ciertamente el Flora dibujó un lazo maldito sobre el Oriente cubano, pero Fidel, por su pueblo, se desbordó más que los ríos.

Fidel junto a su pueblo en días del Ciclón Flora.
Foto: Archivo de Sitio Fidel Soldado de las Ideas.