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El Comandante pasó por aquí

Fidel sobre uno de los tanques estadounidenses capturados durante su visita a Vietnam en 1973. Foto: Archivo de Granma

Fecha: 

05/12/2019

Fuente: 

Periódico Granma

Autor: 

Este 2 de diciembre se cumplieron 59 años de relaciones entre Cuba y Vietnam, una historia de amistad que tiene entre sus principales inspiradores a Fidel

Dong há.–Fidel. Ese es quizá el vocablo foráneo que más se escucha en esta ciudad, cabecera de la provincia central de Quang Tri, situada a 650 kilómetros al sur de Hanói, la capital vietnamita.
 
Aquí el nombre del líder cubano adquiere otro acento. Al viajero le parece que es el alma de la urbe la que habla cuando un lugareño pronuncia entre signos de admiración ese vocablo de cinco letras.
 
«¡Fidel, gran amigo!, nos ayudó cuando lo necesitamos», pondera Dang, la dueña de una papelera en Dong Há. «Al Comandante lo admiro», dice la mujer de 41 años, «él estuvo a nuestro lado cuando otros no se atrevieron a hacerlo, su visita a Quang Tri nos estimuló.
 
«Yo no había nacido cuando Fidel vino, pero acá se habla mucho de eso, cualquiera en Dong Há y en Quang Tri sabe de la visita de Fidel cuando estábamos agredidos. Con su muerte sentí que empezó a faltarnos alguien importante, fue muy triste», admite la vietnamita.
 
«¡Fidel!, ¡Cuba!», exclamó Lé Quang Nhát. Al advertir la presencia de un cubano, este hombre se acercó con el júbilo de quien encuentra al amigo de años, aunque jamás lo había visto, y sobrevino el abrazo.
 
«Cuando la visita del Comandante a nuestra ciudad yo tenía un año y estaba evacuado, pero mis padres me la contaron y en la escuela también me hablaron de eso –comenta Lé–. Fidel pasó por esta calle donde estamos!».
 
«Mire –indica el entrevistado–, el 15 de septiembre de 1973 el Comandante se detuvo a dos manzanas de aquí para ver los tanques de guerra m-48 que le quitamos en un combate a las tropas estadounidenses. Es cerca, yo puedo llevarlo».
 
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«Aprecio mucho las palabras de Fidel: “por Vietnam hasta nuestra sangre”», confiesa Quang Nhát mientras caminamos. «Cuando el líder cubano volvió a Vietnam le preguntaron por qué aún vestía de militar, respondió que cuando en el mundo se acabaran las guerras no se vestiría más así; Fidel sentía por toda la humanidad.                                                                                                                  
 
«La muerte del Comandante causó dolor en Vietnam», agrega Nhát, quien sigue la realidad de Cuba: «el bloqueo de Estados Unidos contra la Isla hermana es un crimen, pero ustedes vencerán. También sé de sus grandes éxitos sociales en la salud y la educación».     
 
Lé Quang Nhát trabaja en una empresa comercial de Dong Há. No es historiador este hombre, pero en sus venas circula la historia de la ciudad, la de su país, y la actualidad cubana.
 
«Por la prensa internacional supe de las veces que la cia intentó matar a Fidel y de cómo los yanquis estimulan la salida de cubanos para utilizarla como propaganda política; eso no es correcto ni justo», enfatiza.        
 
Inmersos en el diálogo arribamos al destino, un óvalo de 15 metros de ancho por aproximadamente 40 de longitud, semicubierto de árboles y rodeado de calles. Está situado en un punto céntrico y elevado de la urbe.
 
Allí, en fila, sobre una plataforma de mármol, dos tanques gringos m-48. Al primero le falta una estera y el segundo no tiene cañón ni torreta. Las perdieron en el campo de batalla, impactados por la artillería vietnamita, en 1972; son símbolos de la derrota yanqui frente al Ejército Popular de Liberación de Vietnam del Sur.
 
«Fidel Castro se detuvo aquí y puso un pie sobre este tanque», dice Quang Nhát, y agrega que este lugar marca el kilómetro cero de la estratégica Carretera 9, transitada también por Fidel. La vía, de 80 kilómetros, enlaza a Quang Tri con Lao y Tailandia, que, junto a Vietnam, conforman el llamado corredor económico este-oeste.
 
Ese día Fidel visitó la sede del Gobierno Provisional de Vietnam del Sur, que estaba situada a 12 kilómetros de esta ciudad, testimonia Nguyen Minh Ky, un comandante que acompañó al líder cubano en su recorrido por la ciudad. «Recuerdo que él no consumía comidas lujosas y andaba todo el tiempo haciendo preguntas».
 
Minh recuerda al líder cubano escalando una torre de vigilancia en el enclave; desde lo alto, Fidel vio más clara la destrucción, «bajó triste, entonces insistió en la necesidad de velar por la vida del pueblo, por su seguridad, alimentación y condiciones de evacuación. A nuestros combatientes les dijo que los admiraba mucho por su valor».
 
Esta parte del relato de Minh coincide con las vivencias reveladas por el propio Fidel en una de sus reflexiones: «Nos reunimos con jóvenes soldados vietnamitas que se llenaron de gloria en la batalla de Quang Tri. Serenos, resueltos, curtidos por el sol y la guerra. No se sabe cómo pudieron resistir tantas bombas».