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Entre balas, flores. Homenaje al aniversario 65 del pelotón Mariana Grajales

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Boletín Revolución

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Para que fuera más fuerte la obra por nuestra independencia, la mujer alistó su corazón y la gesta guerrillera en el lomerío oriental las acogió. Un grupo de muchachas en distintos momentos del año 1958, escaló la cordillera para unirse a la tropa de Fidel. En la or de la vida iban en busca de los sueños que la patria necesitaba conquistar; reforzar la valía de las cubanas, que durante la historia de la nación no cejaron nunca en el empeño por lograr su emancipación.
 
El líder rebelde las acogió con beneplácito porque siempre abogó por la presencia de mujeres en la tropa. Antes de ascender a las escarpadas montañas aquellas decididas jovencitas ya habían abrazado la causa de los barbudos con acciones revolucionarias en la clandestinidad. Se asentaron en los diferentes campamentos, y a pesar de los difíciles momentos por los que transitó la guerrilla actuaron a la par de los hombres y desde un inicio insistieron en que se les diera el derecho a combatir junto a ellos portando un fusil en la primera línea de
fuego.  
 
En largas caminatas subieron y bajaron lomas, desafiaron las crecidas de los ríos; no se amilanaron ante la ruda naturaleza que les agredió la piel, ni cuando el frío de las madrugadas las helaba o al sentir la tortura del hambre y la sed. Soportaron en condiciones difíciles los dolores propios de las mujeres. Ayudaron a curar a los heridos, lavaron la ropa de los hombres de la guerrilla, confeccionaron uniformes, impartieron  
clases a los rebeldes y a los campesinos de la zona. Ayudaron a los combatientes a leer y redactar las cartas familiares; hicieron de costureras y se ocuparon de la cocina. Con mucho coraje resistieron los bombardeos y cargaron pesadas mochilas.
 
Allá en las lomas encontraron consejo, ayuda y aliento en la destacada luchadora manzanillera Celia Sánchez Manduley, una probada guerrera, que con su mochila a cuestas había colmado de huellas toda la cordillera. En ella encontró Fidel el primer apoyo, para organizar a las muchachitas, como él las llamaba, en una pequeña unidad combativa. Celia se incorporó al Ejército Rebelde el 23 de abril de 1957 y de inmediato se ganó un lugar en la guerrilla. Fue la primera mujer que empuñó un fusil en aquella gesta, cuando con un M-1 combatió al  
enemigo junto al Comandante, en el combate de Uvero el 28 de mayo de 1957.
 
Había llegado el momento, el triunfo estaba cerca y era importante la presencia femenina. Al surgir la incomprensión de algunos ociales, cuestionando la idea del Comandante de entregar armas a las mujeres, Fidel decidió convocar a una mesa redonda donde explicó el  
porqué de la creación de un pelotón femenino y escuchó los criterios. En su libro La contraofensiva estratégica, el Comandante en Jefe precisó:
 
A finales de agosto había presidido una reunión con los ociales, en el hospital de La Plata, en la que se discutió la incorporación de las mujeres guerrilleras —hasta ese momento haciendo labores de retaguardia— como combatientes en la línea de fuego.
 
Frente al criterio de algunos, hablé nalmente y durante largo rato, los convencí del derecho de la mujer a luchar también con las armas en la mano.
 
El 3 de septiembre [1958] quedó organizado el pelotón femenino Mariana Grajales, nombre de la madre de Antonio Maceo y ejemplo de patriota cubana.
 
Designé al frente del pelotón de mujeres, con el grado de teniente, a la enfermera rebelde Isabel Rielo, quien llegó a ostentar el grado de capitana de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Como segunda al mando fue nombrada la teniente Teté Puebla.
 
El pelotón Mariana Grajales tuvo su bautismo de fuego varios días después, en el Combate de Cerro Pelado, el 27 de septiembre de 1958. Alguien me preguntó airado por aquellos días:  
«¿Por qué usted arma a esas mujeres con esos fusiles M-1?». «Te voy a decir por qué —le respondí— ¡porque son mejores soldados que  
tú!». No volvió a hacer comentario alguno. Era un buen soldado rebelde.
 
Algunos hombres también expresaban que a ellas la naturaleza no las había dotado para tal empeño. Era como negar toda una historia de mujeres cubanas que ya habían participado en otras contiendas por la libertad. Después de escuchar los diversos puntos de vista, el Comandante, con certeros argumentos y explicaciones, convenció a los que se oponían a que se armara a las mujeres.
 
El pelotón femenino Mariana Grajales quedó constituido por 13 combatientes: Isabel Luisa Rielo Rodríguez, jefa del pelotón; Delsa Esther Puebla Viltres, Teté, segunda jefa; Olga Esther Guevara Pérez, Ángela Antolín Escalona, Angelina; Edemis Tamayo Núñez, la Gallega; Orosia Soto Sardina, Flor Celeste Pérez Chávez, Eva Rodríguez Palma, Lilia Rielo Rodríguez, Rita García Reyes, Juana Bautista Peña Peña, Ada Bella Acosta Pompa y Norma Rosa Ferrer Benítez.
 
En las frentes de las valerosas muchachas, fulguró la estrella de sacricios pasados al llevar un nombre tan digno. Sintieron el hálito fervoroso de Mariana Grajales, la Madre de la Patria, imagen viviente del patriotismo cubano, que durante diez años transitó el monte y entre campamentos y combates, curó a los heridos y no se rindió al quebranto de sus pies llagados en las travesías difíciles por veredas agrestes, con un sentimiento maternal que fue más allá de su memorable prole.
 
¡Qué mejor ejemplo a imitar por las osadas guerreras!
 
Desde aquel momento, todos las llamaron las Marianas, heroico nombre con la fortaleza de un baluarte, que honraron en cada combate. Lilia Rielo estuvo presente en aquella mesa redonda que convocó Fidel y con palabras muy expresivas, nos acerca a los episodios que narra:
 
Fue una reunión histórica la que se celebró entre el 3 y el 4 de septiembre. Fidel escribió en su libro La contraofensiva estratégica, que fue el 3. Ya en la madrugada del 4, subimos a la loma donde estaba Radio Rebelde y, desde allí, se oían los cañonazos de los guardias y Fidel dijo más o menos así: «Ellos están celebrando la fecha del golpe militar de Batista [4 de septiembre de 1933]; nosotros la creación del pelotón de mujeres y organizando la forma de destruirlos». Siempre hablamos del 4, pero Fidel tiene más inteligencia y como él, en realidad, comenzó la reunión el 3, dio por hecho que existe el pelotón desde ese momento. Cuando terminó aquella reunión, cada cual salió para el campamento donde estaba; pero antes de irnos, Fidel nos dijo bajito: «Muchachitas, si ustedes me fallan me tengo que poner un cubo en la cabeza. Ustedes no me pueden fallar».
 
Para demostrar que tenía confianza en las mujeres, Fidel les comunicó: «Ahora ustedes van a ser mi guardia personal». Las nuevas mambisas de la Sierra alcanzaron un sueño: ¡Integrar un pelotón de combate! Y nada menos que entrenado directamente por Fidel, quien siempre buscó el tiempo para enseñarlas a disparar con la mayor parte del armamento disponible.  
 
Sobre el primer combate, Isabel Rielo, en un encuentro realizado luego del triunfo de la Revolución con varias integrantes del pelotón femenino y con la presencia de algunos combatientes rebeldes que dirigieron unidades de combate en la Sierra, destacó al respecto:  
 
Al llegar al lugar designado, después de hacer un reconocimiento en torno a la ubicación que tenían los guardias, cada uno ocupó su posición
y recuerdo que Piti Fajardo en su preocupación le decía a Fidel, que no debía acercarse tanto. Yo veía a Celia en puntillitas. Iba con unas alpargaticas y se acercaron silenciosamente. Pasamos por frente al cuartel para ocupar la posición que nos designaron a nosotras y en la posición que nos asignaron nos dieron un bautizo de morteros.
 
El día 9 de octubre, salió de La Plata el pelotón no. 3 de la Columna 14 con rumbo a Gibara, Holguín. A esta pequeña unidad fue integrada  una escuadra del pelotón Mariana Grajales conformada por: Isabel L. Rielo Rodríguez; Delsa Esther Puebla Viltres, Edemis Tamayo Núñez y Lilia Rielo Rodríguez.
 
Al mando iba el capitán Eddy Suñol, quien después de que libaron los primeros combates, en un parte de guerra que le envió al Comandante en Jefe le precisó:   


Tengo que decirle que después de haber sido uno de los principales opositores a la integración femenina, me encuentro hoy completamente satisfecho y lo felicito a usted una vez más porque nunca se equivoca. Siempre creí que en esto se había equivocado. Quisiera que viera,  
aunque fuera en una película, para verlo reír de satisfacción, la acción de Teté principalmente, y también la de sus compañeras, que a la voz de avance, mientras algunos hombres se quedaban rezagados, hacen vanguardia con un valor y una serenidad que tiene que merecer el respeto y el reconocimiento de todos los rebeldes y de todo el mundo.
 
Luego Olga Guevara, junto a Norma, Orosia y Juana Peña, participaron en el recibimiento de un envío de armas desde Venezuela por la zona de Cienaguilla. En el campamento rebelde de la Comandancia de La Plata otra escuadra del pelotón femenino Mariana Grajales, esperaba impaciente que le asignaran alguna misión combativa en una de las columnas rebeldes que bajaban del firme de la Maestra.
 
El 11 de noviembre, desde la Comandancia General de La Plata Fidel inició un movimiento en una marcha sin retroceso para dar la batalla nal al enemigo. Antes, a través de Celia le comunicó a Ada Bella Acosta, Rita García Reyes, Angelina Antolín Escalona, Eva Rodríguez Palma y Flor Pérez que se dirigieran a Providencia y luego las subordinó al heroico capitán Braulio Curuneaux y, bajo su mando, participaron en la batalla de Guisa (del 20 al 30 de noviembre) donde ganaron sus fusiles dando muestras de coraje. En un fragmento del parte de la batalla, Fidel señaló: «Una escuadra del pelotón de mujeres Mariana Grajales combatió valerosamente también durante los diez días que duró la acción  
soportando el bombardeo de los aviones y el ataque de la artillería enemiga».
 
El pelotón femenino Mariana Grajales entró con el Comandante en Jefe el 8 de enero de 1959 a La Habana integrando la Caravana de la Libertad, y sin sacudir del uniforme verde olivo el rastro de la pólvora, continuaron en la primera línea de combate, junto a todo su pueblo  
heroico y batallador. Su impronta en la oresta de la Sierra que les dio cobija, vibra junto a las huellas del invencible Comandante Fidel en cada piedra, en cada loma, en cada río y en cada sendero.  
 
A sesenta y cinco años de la creación del pelotón femenino Mariana Grajales, las bizarras guerrilleras siguen haciendo Revolución, toda Cuba les rinde homenaje y su ejemplo es encarnado en el accionar diario de cada mujer cubana, que enfrenta la vida y lucha por sus sueños, sin temer a los retos de los nuevos tiempos.