Fidel y la «niña mimada» de la Revolución
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Ciénaga de Zapata.–El helicóptero que transportaba al líder de la naciente Revolución, y a bordo del cual iba también el naturalista Antonio Núñez Jiménez, sobrevolaba a baja altura cuando se hizo visible el grupo de carboneros en plena faena, en un lugar intrincado, como apartados del resto del mundo.
La exótica imagen despertó la curiosidad de Fidel, quien indicó al piloto que descendiera para así poder ir al encuentro de aquellos labriegos del monte.
No hubiera tenido que verles las caras para saber que se trataba de gente muy humilde, algunos descalzos, con ropas gastadas, hombres cenizos por el tizne y marcados por la pobreza que entristecía a la región y, muy especialmente, a quienes cortaban leña para hacer carbón.
Allí permaneció por varias horas, examinando a los carboneros, haciendo infinidad de preguntas y escuchando historias sobre sus condiciones de vida y de trabajo.
Era difícil presentir que aquel 16 de marzo de 1959, a escasos dos meses del triunfo y en medio del furor por las lógicas conmociones sociales que vivía el país, marcaría el inicio de la profunda relación de simpatía entre los cenagueros y Fidel.
LOS PRIMEROS PLANES
Quizá aquel día se juró que la Revolución debía hacer algo especialmente grande y perdurable por el territorio y su gente.
A partir de entonces, y a medida que pasaban las semanas y los meses, su presencia se hizo más frecuente, y fue cada vez más cierta la intención de procurar una vida decorosa para sus pobladores y transformar la sureña región, la más olvidada de Cuba antes de 1959.
Cuenta el investigador Julio A. Amorín Ponce, historiador del municipio por más de 20 años, que el proyecto de hacer mejoras tomó altura de tal forma que con el tiempo se puso en boca de algunos la afirmación de que la Ciénaga de Zapata era la «niña mimada» de la Revolución.
FIDEL SE ENAMORA
A propósito de esa relación entre la Ciénaga y Fidel, Granma sostuvo un breve diálogo con Amorín Ponce, quien a pesar de no haber nacido en el sureño territorio se enorgullece de conocerlo al dedillo.
–Después de aquel primer encuentro venía casi todas las semanas. ¿Acaso fue fascinación por la naturaleza?
–Fidel se enamoró de la Ciénaga de Zapata, de su naturaleza y de su gente, como mismo ocurrió en el pasado con José Martí, Antonio Maceo, Máximo Gómez, Alejandro de Humboldt y Don Fernando Ortiz, entre otros. Y es que esta porción geográfica de Cuba ejerce atracción, tal vez por su diversidad contrastante.
«Pero él se ilusionó sobre todo con la idea de hacer cosas en bien de los cenagueros, y a partir de ese día venía casi todas las semanas. Estableció la costumbre de recorrer cada pedazo de la Ciénaga.
«Admiró la belleza de la Laguna del Tesoro y terminó por instalarse en un islote muy cerca del gran estanque, desde donde se proyectaron terraplenes, cooperativas de carboneros y pescadores, escuelas, campañas de vacunación, villas turísticas y hasta canales para la desecación de áreas con el objetivo de sembrar arroz…
«En su segunda visita, el 28 de marzo, se dirigió hasta Buena Ventura y allí surgió la idea de fundar la primera cooperativa de pescadores, en una región donde había cultura forestal. La gente vivía del monte, de hacer carbón y cazar cocodrilos para vender sus pieles».
–¿Es cierto, por ejemplo, que el 25 de mayo de ese propio año un grupo de campesinos le hizo guardia mientras dormía en Playa Girón?
–Ese día participó en la fundación de la cooperativa de carboneros de Cayo Ramona, y un poco después se dirigió a Playa Girón, donde ya planeaban la construcción de un centro turístico en virtud de la admirable vista del enclave costero hacia el Mar Caribe.
«Un percance asociado al helicóptero que debía llevarlo de regreso y la ausencia de otra vía segura de comunicación, lo obligó a pernoctar esa noche en una de las casas de los campesinos, y fuera de toda previsión lo custodiaron los propios cenagueros, carboneros entre ellos, quienes lo protegieron con extremado esmero».
–¿Fue después de aquel episodio cuando tuvo la idea de construir las carreteras?
–Creo que fue mucho antes, pero lo cierto es que algunos días más tarde comenzó la cimentación de los terraplenes Covadonga-San Blas-Girón y Yaguaramas-Horquitas-San Blas-Girón, concluidos en el propio año 1959.
«En apenas dos años se construyeron escuelas y casas para los carboneros, se instalaron postas médicas y llegaron los maestros. Las transformaciones alcanzaron todo el universo social y económico, que fue más visible, por supuesto, con el paso de los años, y que tuvo en la creación del Conjunto Artístico Comunitario Korimakao a una institución de élite.
«Antes de 1959 el analfabetismo aquí era superior al 98 %, sin médicos fijos y con apenas cuatro escuelitas. Muchos enfermos morían en espera de ser trasladados a Jagüey Grande, Cienfuegos o Batabanó. En particular, la vida de los carboneros era infrahumana».
–¿No fue casualidad entonces que unos meses después, el 24 de diciembre de 1959, decidiera pasar la Nochebuena con carboneros de Soplillar?
–No fue nada fortuito, ya había transcurrido un año de trabajo que reforzó la admiración de Fidel por los carboneros. Le importaba mucho el bienestar de esa gente humilde. Por eso en esa fecha señalada decide ir hasta allí y compartir con ellos.
–En abril de 1961 se produce el zarpazo imperial utilizando mercenarios para acabar con la naciente Revolución. A la luz de los años, ¿cómo se explica que la invasión no haya tenido éxito, una acción de esa naturaleza, tan favorecida militarmente?
–Primero que todo, por la unidad del pueblo, que fue crucial en la victoria, y por la disposición y el ejemplo de entereza de todos los combatientes que participaron en la batalla.
«Y porque en el momento en que se produce la invasión el país ya percibía los cambios sociales, y la gente se identificaba con los conceptos de soberanía nacional, justicia social y dignidad.
«Aquí en la Ciénaga de Zapata no se hablaba de otra cosa que de la Revolución y de Fidel, pues en solo unos meses recibieron los beneficios que no tuvieron en siglos».
–¿A qué otras razones atribuyes la victoria de Playa Girón?
–Fue determinante la presencia de Fidel, lo cual sin dudas elevó la moral combativa de las tropas, además de sus dotes de estratega militar y el conocimiento del teatro de operaciones. Apreció correctamente el plan del enemigo y dirigió el combate en las direcciones esenciales. Y con su ejemplo desató la fuerza del pueblo.
«Aparte de la Sierra Maestra, era quizá el lugar de Cuba que mejor conocía».
–No siempre se reconoce debidamente la Campaña de Alfabetización como otro factor del triunfo…
–En efecto, ya la Campaña de Alfabetización fertilizaba el país con conocimientos y valores patrióticos, y eso también ejerció su aporte. Fue otro elemento importante, pues en poco tiempo una buena parte de la población había aprendido a leer y a escribir.
«En enero de 1961 más de 300 alfabetizadores llegaron a la Ciénaga.
«En la llamada Punta de Brito, muy cerca de Playa Larga, milicianos del Batallón 339, de Cienfuegos, realizaron desde un punto de observación en medio del “diente de perro” el primer disparo organizado de la gesta de Girón. Junto a ellos se encontraban tres alfabetizadores».
–¿Qué dijo al mundo la imagen de Fidel descendiendo del tanque T-34, a unos instantes del triunfo definitivo?
–Fue de algún modo una de las imágenes que inmortalizó la victoria de Playa Girón, y símbolo del valor y del heroísmo del pueblo y su máximo líder, que no solo resistieron el traicionero ataque, sino que en apenas 66 horas lo derrotaron de forma aplastante.