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La juventud de Fidel

Fecha: 

26/11/2018

Fuente: 

Periódico Granma

Autor: 

La lectura de fragmentos del artículo «Juventudes», de Luis Saíz Montes de Oca, uno de los hermanos que se hicieron símbolo para los cubanos más nuevos, se erigió aquí en la mejor conclusión de los debates de un Activo Juvenil de la colaboración cubana porque inspiró a emprender nuevos caminos, simplemente con la exposición profunda –elaborada en abril de 1957 por un muchacho de apenas 18 años– de dos modelos de mocedad y con el llamado a decantarse por uno de ellos.
 
Esta elección de Julio César García Rodríguez, el jefe de las misiones cubanas aquí para cerrar el encuentro, fue más pertinente aún porque es un texto hermoso y no muy conocido que engrosa el expediente de heroicidad de los dos jóvenes pinareños asesinados el 13 de agosto de 1957, cuando intentaban celebrar, con una acción revolucionaria, los 31 años de Fidel. Los 112 delegados al Activo Juvenil de la región central de Venezuela celebraron, este 25 de noviembre, otro capítulo en la vida sin muerte del Comandante, que ya tiene 92.
 
A partir de la motivación de 17 ponencias de colaboradores en los estados de Amazonas, Apure, Aragua, Guárico, Carabobo, Vargas, y Distrito Capital, los participantes discutieron cómo hacer realidad palpable el concepto de Revolución, de qué maneras continuar el legado histórico que han recibido y con cuáles resortes se alcanza la vanguardia, temas que pasan por un principio: la unidad a toda prueba.
 
Así, los debates pasaron por el llamado a preservar la audacia y la frescura de las reuniones, a darle lumbre a esa chispa juvenil de que tanto se habla, a impedir que la presión del día a día lastime al paciente, a cumplir, en definitiva, la convocatoria contenida en la frase del carné de militante, que encierra las claves de todo progreso.
 
Jóvenes internacionalistas como estos, inconformes consigo mismos como están, se desdoblan aquí en especialistas, cuadros de dirección, profesores… y no solo en la Misión de salud, orgullosa responsable de siete graduaciones de médicos comunitarios venezolanos, provenientes de barrios humildes y encargados de mejorarlos, con una voluntad de sanar tan limpia como sus batas.
 
¿De cuál juventud serán estos cubanos de menos de 35 años que se han echado encima el 99 % de la dirección de los Centros de Diagnóstico Integral (CDI) de Vargas? ¿De cuál, los que sacan de la física un tiempo «extra» inexistente para hacer sus despliegues sanitarios en sectores estratégicos para la Revolución y el pueblo venezolanos? ¿Qué marca generacional tendrán quienes representan el 55 % de los integrantes de nuestras misiones en Venezuela?
 
Estos que hablaron aquí son singulares contemporáneos de Céspedes y Agramonte, de Mella y Villena, de Che y Camilo, de Martí… porque recordaron más de una vez la frase perfecta del Jefe: «¡Nosotros entonces habríamos sido como ellos, ellos hoy habrían sido como nosotros!».
 
Varios delegados refirieron la importancia de pelear, solo con la verdad y el amor del internacionalismo, en las redes sociales, un campo minado que, empleado con ponzoña, ha hecho mucho daño a algunos procesos de izquierda carentes, en ese punto, de la previsión tecnológica, política y humana que ocupa a estos jovencitos cubanos.
 
Lo mejor del segundo Activo Juvenil regional fue sin duda que, en torno a los cooperantes bisoños, fue muy visible la participación de cubanos de todas las edades de las 11 misiones. Organizado entre muchos por Orlando Álvarez Acosta, jefe del Grupo de Trabajo de Cuba en Venezuela, y por Yaneirys Matos Quintero, miembro de ese Grupo encargada de atender a los jóvenes, el encuentro dejó para el final estampas especiales.
 
Después de escuchar la carta que el informático Alberto Hernández Díaz le escribió ese mismo día al Comandante –«el eterno joven, el eterno soñador, el eterno rebelde», como le llamó el muchacho– se sintió más cercana la metáfora de Julio César García de que, así como Fidel no dejó morir al Apóstol en el año de su Centenario, los colaboradores actuales no dejarán partir nunca al Comandante.
 
Como Fidel estaba allí, cuando cesó el Activo todos lo homenajearon a la escucha de los venezolanos Alí Alejandro Primera y el grupo Madera, y de ese sello musical juvenil cubano: Moncada. Al verlos bailar con la formación del maestro Jorge Gómez, uno recordaba miles de felices escalinatas universitarias y volvía a pensar en el artículo de Luis Saíz Montes de Oca al elegir la juventud del sacrificio: «¡En esa creemos! ¡De esa somos! ¡Por ella moriremos!».