Artículos

Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XX)

Fecha: 

18/08/2012

Fuente: 

Diario Granma

La respuesta de la Revolución

La noche del 23 de octubre de 1962 el Comandante en Jefe Fidel Castro compareció ante la radio y la televisión para refutar las imputaciones hechas por el mandatario norteamericano el día anterior.

El líder cubano impugnó, uno a uno, los argumentos utilizados por Kennedy para implantar el bloqueo, y denunció las transgresiones de las normas de convivencia entre las naciones cometidas reiteradamente por los estadounidenses, como era el caso de la violación frecuente de los espacios aéreo y naval cubanos. Además, entre otras cosas planteó las siguientes:

"¿Por qué se ha agudizado la situación, por qué se ha hecho crítica? Sencillamente porque los Estados Unidos han fracasado en todos los intentos realizados hasta ahora contra nosotros".

"¿Qué hemos hecho? Defendernos (...) ¿O pretendían los imperialistas que desde la primera hostilidad que hicieran contra nosotros, la primera acción, ya iban a tener un pueblo rendido, un Gobierno rendido, y una legión de revolucionarios levantando bandera blanca? (...) Lo que nosotros hicimos fue defendernos. Y si tomaron medida tras medida contra nosotros, nosotros tomamos otras".

"Fueron ellos los que decretaron esa política de agresión, de enemistad hacia nosotros, de ruptura de relaciones con nuestro país. Fueron ellos. Si han fracasado, la culpa es de ellos. No es nuestra".

"Está claramente definida nuestra opinión sobre las armas. Nosotros adquirimos las armas que nos dé la gana para nuestra defensa, y tomamos las medidas que consideremos necesarias para nuestra defensa. Eso es lo que hemos hecho (...) ¿Quién ha dicho que nosotros tenemos que rendir cuentas a los imperialistas, a los agresores, de las medidas y de las armas que tenemos?

"Ninguna de nuestras armas es ofensiva, como no lo ha sido hasta ahora. ¿Por qué? Porque nunca hemos tenido intenciones agresivas contra nadie (...) Nunca seremos agresores. Nunca seremos ofensores. Por eso nuestras armas nunca serán ofensivas".

"Desde luego, nosotros rechazamos terminantemente todo intento de fiscalización, todo intento de inspección de nuestro país. A nuestro país no lo inspecciona nadie (...) Jamás renunciaremos a la prerrogativa soberana de que dentro de nuestras fronteras somos nosotros los que decidimos y somos nosotros los que inspeccionamos, y nadie más (...)".

"¡Cualquiera que intente inspeccionar a Cuba debe saber que tiene que venir en zafarrancho de combate! Esa es nuestra respuesta terminante a las ilusiones, a las proposiciones de realizar inspecciones en nuestro territorio".

"Este señor plantea que nosotros nos desarmemos. Sentimos mucho decirle que sus esperanzas son fallidas, porque ni ahora ni nunca nos desarmaremos, mientras persista la política de agresión y de hostilidad de Estados Unidos hacia nosotros".

"Podrán rebuscar los archivos y lo que quieran, y como no sea en la historia de la piratería, no encontrarán antecedentes de esto en ninguna parte. ¡Un acto de guerra en época de paz! ¡Señores, esto es yanqui puro! (...) En la historia del fascismo pueden encontrar antecedentes de todos estos actos". (1)

Miércoles 24 de octubre.

Temprano en la mañana hubo una reunión en el puesto principal de mando de las FAR, en la que se analizó que para realizar una invasión el enemigo utilizaría cinco o seis divisiones cuyo traslado requeriría de 120 a 130 barcos de transporte y no menos de seis días para su preparación. En aquellos momentos no existían indicios de que fuera a ocurrir de inmediato, y el incremento del tráfico de comunicaciones que sería necesario, así como los buques y aviones que tomarían parte, serían detectados rápidamente. Se apreció que el ataque aéreo era la acción más probable.

Se informó también que, según los cálculos, los aviones de combate cubanos disponían de combustible y municiones para veinte días de acciones, realizando cuatro misiones diarias. El Comandante en Jefe Fidel Castro indicó que las baterías antiaéreas de reserva debían encontrarse en posibilidad de maniobrar hacia cualquier lugar cuando fuera necesario.

Mientras tanto, en el aeródromo de Santa Clara se recibió la orden de desconcentrar el regimiento aéreo de caza soviético, equipado con los aviones MIG-21 F13. La tercera escuadrilla maniobró hacia el aeródromo de Camagüey y la segunda lo hizo hacia el de San Antonio de los Baños, en la provincia de La Habana. En Santa Clara permanecieron el estado mayor del regimiento y la primera escuadrilla.

Este día, también temprano en la mañana, antes de que se implantara la "cuarentena", McNamara fue al salón donde se controlaba la ubicación de los barcos que se dirigían a Cuba; allí sostuvo una tensa conversación con el almirante Anderson, como resultado de la cual le indicó que no se hiciera un solo disparo sin su permiso expreso, pues aquello no era un simple bloqueo, sino una forma de comunicación entre Kennedy y Jruschov; que no se podía aplicar ningún tipo de medida de fuerza sin su permiso, y que este no se daría sin analizarlo con el Presidente.

Antes de la hora de inicio de la "cuarentena", el Comando Aéreo Estratégico pasó a la situación de DEFCON 2; este aumento de la disposición combativa significaba que el personal estaría disponible las 24 horas del día; se citaba a los efectivos que estuvieran de pase y no se daban pases nuevos; se suspendieron los mantenimientos y entrenamientos no esenciales; los elementos de combate y las unidades de apoyo iniciaron preparativos reales para combatir. Los mandos restantes se mantuvieron en DEFCON 3, pero listos a pasar a DEFCON 2 si se les ordenaba. Este día terminó, además, la dispersión de los bombarderos B-47 en cuarenta aeropuertos civiles.

El Departamento de Estado solicitó respuesta urgente al Embajador en Turquía sobre las consecuencias políticas de la retirada de los cohetes Júpiter, sustituyéndolos por la presencia de un submarino con cohetes Polaris en el área u otras medidas significativas de la OTAN, como las proyectadas fuerzas nucleares navales multilaterales.

Se recibió, además, un telegrama de la Embajada en Moscú con la información sobre el encuentro sostenido con Jruschov por el hombre de negocios estadounidense William Knox: el Primer Ministro soviético denostó contra la "cuarentena" y amenazó con hundir los barcos norteamericanos si los transportes soviéticos eran detenidos. Dijo que los Estados Unidos tendrían que aprender a vivir con los cohetes soviéticos en Cuba, como la URSS ha aprendido a vivir con los cohetes norteamericanos en Turquía. Jruschov también aseguró que los cohetes de alcance medio y los antiaéreos en Cuba se encontraban bajo estricto control soviético e hizo una vaga proposición de convocar una cumbre.

A las 10 de la mañana, hora de Washington, entró en vigor la "cuarentena", proclamada la tarde anterior. A esa misma hora comenzó una nueva reunión del Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional...

EL DÍA EN QUE LA TIERRA DEJÓ DE GIRAR

De acuerdo con las informaciones existentes al comenzar la reunión del Comité Ejecutivo, los barcos rusos seguían navegando en dirección a Cuba sin alterar su marcha; algunos ya estaban cerca de la barrera de quinientas millas establecida para la intercepción, así que tendrían que decidir si los detenían o no.

La reunión comenzó con el informe del Director de la CIA de que había un rápido progreso en la construcción de los emplazamientos de cohetes de alcance medio, sin embargo, no se había detectado la puesta en práctica de medidas intensivas para alcanzar niveles superiores de disposición combativa por parte de las fuerzas soviéticas y del Bloque.

Poco después de las 10 de la mañana llegó el informe de que dos barcos soviéticos, el "Gagarin" y el "Komiles", se encontraban a pocas millas de la barrera. La intercepción de ambos se produciría, probablemente, antes del mediodía. Llegó entonces un inquietante informe de la Armada de que un submarino soviético había tomado posición entre los dos barcos.

Dejemos ahora que Robert Kennedy, uno de los participantes en la reunión, nos relate los tensos minutos que siguieron: "Había llegado el momento para el que nos habíamos estado preparando, el momento que esperábamos que no llegase nunca. El peligro y la preocupación que todos sentíamos se cernían como una nube encima de nosotros y, sobre todo, del Presidente (...).

"Se había enviado un portaaviones apoyado por helicópteros con equipos antisubmarino. El ‘Essex’, portaaviones de propulsión nuclear, tenía que ordenar al submarino, por medio del sonar, que emergiese a la superficie y se identificase. Si se negaba, dijo McNamara, se lanzarían cargas de profundidad de poca potencia hasta que saliera a flote.

"Creo que aquellos pocos minutos fueron los de mayor preocupación para el Presidente. ¿Estaba el mundo al borde de un holocausto? ¿Era por nuestra culpa? ¿Nos habíamos equivocado? ¿Hubiéramos debido hacer otra cosa, o no hacer nada? Se llevó la mano al rostro y se tapó la boca. Abrió y cerró el puño. Parecía tener la cara chupada, doloridos y casi grises los ojos. Nos miramos fijamente por encima de la mesa (...) Las voces seguían zumbando, pero me parece que no oí nada de lo que decían hasta que escuché la voz del Presidente: ‘¿No hay alguna manera de evitar nuestro primer choque con un submarino ruso..., algo que no sea precisamente esto?’ ‘No —respondió McNamara—, el peligro es demasiado grande para nuestros barcos. Los comandantes tienen instrucciones de evitar las hostilidades por todos los medios posibles; pero tenemos que estar preparados para esto, y esto es lo que hemos de esperar que ocurra’.

"Había llegado el momento de la decisión final (...) Sentí que estábamos al borde de un precipicio, sin salida posible. El momento era ahora, no la semana próxima; no mañana, ‘para tener otra reunión y decidir’; no dentro de ocho horas, ‘para poder enviar otro mensaje a Jruschov’. No; nada de esto era ya posible. A mil millas de nosotros, en la vasta superficie del océano Atlántico, se tomarían las decisiones finales en los próximos minutos. El presidente Kennedy había iniciado el curso de los acontecimientos, pero ya no podía controlarlos. Tenía que esperar..., teníamos que esperar (...).

"Entonces, un ordenanza trajo una nota a McCone. ‘Señor Presidente, tenemos un primer informe que parece indicar que algunos barcos rusos se han detenido’.

"¿Se han detenido? ¿Qué barcos son? ¿Se ha comprobado la veracidad del informe? (...) ‘El informe es exacto, señor Presidente. Seis barcos que se dirigían a Cuba se han detenido al borde de la línea del bloqueo, o han dado media vuelta en dirección a la Unión Soviética (...) Al poco rato, llegó el informe, según el cual los veinte barcos rusos más próximos a la barrera se habían detenido y permanecían inmóviles o habían dado media vuelta.

"Bueno, no tendremos que detener ni interceptar a ningún barco", dijo el Presidente (...).

"Después, volvimos a los detalles. La reunión se prolongó. Pero todos parecíamos haber cambiado. Por un instante, el mundo se había parado; ahora, volvía a girar". (2)

Más tarde se supo que 16 barcos soviéticos estaban detenidos o regresaban a casa. La mayor parte de los que continuaban la marcha hacia Cuba eran tanqueros. Uno de ellos, el "Bucarest", llegó a la barrera durante el día, se identificó a una de las naves norteamericanas, y se le dejó pasar por ser un petrolero, en el que era poco probable que se transportaran cohetes o alguna otra arma de las prohibidas por el bloqueo. Sin embargo, algunos miembros del Comité Ejecutivo sostuvieron enérgicamente la conveniencia de inspeccionarlo, para que Jruschov no tuviera dudas de la decisión del Gobierno de los Estados Unidos. En definitiva, el Presidente aplazó su decisión y ordenó que fuera seguido por barcos de guerra estadounidenses. En aquel momento se dirigía a Cuba a una velocidad de 17 nudos, por lo que habría que decidir algo antes de anochecer.

Se recibió una carta de Jruschov al presidente Kennedy, con los planteamientos fundamentales siguientes:

—Usted no declara una cuarentena, sino que más bien está lanzando un ultimátum, y amenaza con el empleo de la fuerza. Eso es un reto.

—La OEA no tiene autoridad para adoptar tales decisiones, por lo que no la reconocemos.

—Nos adherimos a los principios de las leyes internacionales y observaremos estrictamente las normas que regulan la navegación en alta mar, en aguas internacionales.

—Las acciones de los Estados Unidos con relación a Cuba constituyen un bandidaje abierto.

En la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, U Thant planteó que mediaría en el conflicto a petición de un grupo de gobiernos, por lo que envió un mensaje con textos idénticos a Kennedy y Jruschov, solicitándoles que se abstuvieran de emprender acciones que pudieran agravar la situación y propuso la suspensión voluntaria, por un periodo de dos a tres semanas, de los envíos de armas y de la "cuarentena", con el objetivo de que las partes se reunieran para solucionar la Crisis.

En esa misma reunión del Consejo, el representante norteamericano exigió al soviético que diera una respuesta directa a la pregunta de si había en Cuba cohetes y bombarderos soviéticos. Zorin, sin tener la autorización necesaria y, posiblemente, sin tener conocimiento oficial y fidedigno de la cuestión, se vio obligado a rehuir la respuesta directa, diciendo que le sería dada en el momento oportuno. Entonces Stevenson hizo una señal e introdujeron en la sala las ampliaciones de las fotos tomadas por los U-2, en las que se veían claramente los bombarderos y las posiciones de lanzamiento que se construían para los cohetes. El efecto fue devastador y el lance constituyó un fracaso total para la diplomacia soviética.

A pesar de ello, al día siguiente los periódicos de la URSS publicaron la noticia siguiente: "Valerian Zorin desenmascaró las afirmaciones de los funcionarios del Departamento de Estado, sacadas de cualquier montón de basura, acerca de la así llamada ‘instalación de bases de cohetes soviéticos en Cuba". (3) Y uno de los comunicados de la Agencia TASS anunciaba: "A la orden de Stevenson fueron expuestas, en la sala del Consejo de Seguridad, las falsificaciones fabricadas por la CIA. Después el delegado norteamericano leyó, como un papagayo, las explicaciones preparadas por la inteligencia estadounidense". (4)

En horas de la tarde, el comandante Fidel Castro visitó un grupo coheteril antiaéreo soviético que se encontraba emplazado al este de la capital cubana. Allí observó la vulnerabilidad de aquellas unidades ante un ataque de aviones a baja altura, pues solo poseían para su defensa una ametralladora antiaérea de dos cañones (ZPU-2) de 14,5 mm. Inmediatamente ordenó que cincuenta baterías antiaéreas de la reserva maniobraran para dar protección a esos grupos y a las instalaciones de los cohetes de alcance medio. Además, se destinó una batería de cañones de 100 mm para proteger el puerto de La Isabela, donde estaba la motonave "Alexandrovsk" con las cabezas de combate nucleares para los cohetes de alcance intermedio. El puesto de mando de la división coheteril fue protegido por dos pelotones de cañones de 23 mm que fueron retirados de los barcos mercantes soviéticos.

Ya de noche, el Presidente decidió permitir que el Bucarest continuara su viaje a Cuba sin ser inspeccionado. Contra la opinión de los militares y de muchos de sus consejeros, quiso dar más tiempo a Jruschov.

Esa noche, cumpliendo indicaciones del Departamento de Estado, Stevenson se dirigió a U Thant intentando que este hiciera una apelación a Jruschov para que mantuviera los barcos soviéticos fuera del área de la "cuarentena"; el birmano debía hacer la proposición como si fuera una iniciativa propia con el objetivo de evitar una confrontación que podría producirse a corto plazo. Alrededor de la medianoche Stevenson contactó con U Thant y este estuvo de acuerdo con enviar un mensaje con la proposición a primera hora de la mañana, haciéndolo a nombre suyo. Le plantearía la necesidad de que mantuviera sus barcos alejados para evitar una confrontación, porque pensaba que existía la posibilidad de que los norteamericanos estuviesen preparados para discutir las modalidades de una negociación.

Jueves 25 de octubre.

Por la mañana, el Secretario General Interino de la ONU, U Thant, recibió las respuestas de Jruschov y Kennedy a su mensaje del día anterior. El dirigente soviético dio una respuesta positiva, aceptando la proposición de U Thant para tratar de solucionar la Crisis. Por su parte, la respuesta norteamericana era ambigua y no contenía ningún compromiso concreto:

"En vuestro mensaje y vuestra declaración al Consejo de Seguridad habéis hecho ciertas gestiones y habéis invitado a garantizar arreglos satisfactorios.

"El embajador Stevenson está listo a discutir prontamente esos arreglos con Usted. Puedo asegurarle de nuestro deseo de llegar a una solución satisfactoria y pacífica de este asunto". (5)

Poco después, U Thant se dirigía de nuevo a Jruschov y Kennedy. Con el objetivo de evitar un enfrentamiento en el mar, pedía a Jruschov que mantuviera los barcos soviéticos fuera de la zona de intercepción por un tiempo limitado, que permitiera la realización de conversaciones sobre un posible acuerdo para solucionar la Crisis. A Kennedy le solicitaba que las fuerzas de los Estados Unidos en el Caribe evitaran un enfrentamiento con los barcos soviéticos, con el objetivo de disminuir el riesgo de cualquier enojoso incidente.

Este día el ministro de Relaciones Exteriores austriaco, Bruno Kreisky, sugirió que las bases cubanas fueran retiradas a cambio de la retirada de las bases de los Júpiter de Turquía.

A las 10 a.m. se efectuó la reunión del Comité Ejecutivo, en la que se aprobó definitivamente la autorización para que el buque tanque "Bucarest" no fuera interceptado. McNamara recomendó la realización de varios vuelos a baja altura que asemejaran el asestamiento de un golpe aéreo, con lo que podrían observar la marcha de la construcción de los emplazamientos y contribuirían a enmascarar la posibilidad de un ataque posterior a baja altura. Por su parte, Rusk solicitó información a la CIA acerca del efecto que había tenido en Cuba el hecho de que una parte de los barcos hubiera regresado a la URSS, y sobre la reacción de los cubanos en general a las acciones emprendidas por los estadounidenses hasta la fecha: si los cubanos sabían sobre la existencia de los cohetes soviéticos en su país; si habían escuchado el discurso del Presidente y cuál era la moral en la Isla. El Director de la CIA prometió respuestas.

Este día, como consecuencia de lo tensa que continuaba la situación, la dirección y el estado mayor de la Agrupación de Tropas Soviéticas (ATS) en Cuba pasaron al puesto de mando subterráneo que había sido acondicionado en los alrededores de La Habana y contaba con todos los medios necesarios para garantizar la seguridad de la dirección, así como para efectuar la cooperación con las formaciones militares cubanas.

En la jefatura de la ATS también se recibió el telegrama siguiente:

"Al camarada Pavlov: Debido a que la Marina de Guerra de los Estados Unidos bloquea los accesos a Cuba, tomamos la decisión de no enviarles los Regimientos Coheteriles 665 y 668. Ustedes no deben descargar del transporte ‘Alexandrovsk’ las cabezas de combate para los cohetes R-14. Si ya fueron descargadas, organice su carga en el ‘Alexandrovsk’ de una forma oculta. Preparar la motonave para su envío a la Unión Soviética acompañada por el ‘Almetievsk’. Firmado: DIRECTOR".

ANGUSTIA EN LAS PROFUNDIDADES

Por aquellos días la 69 Brigada de Submarinos, que estaba integrada por las naves B-4, B-36, B-59 y B-130, se encontraba en una situación extremadamente difícil. Desde que se acercaban a las islas Bermudas para ocupar sus posiciones de combate, la brigada había chocado con una fuerte resistencia de los medios antisubmarinos pertenecientes a la Marina de Guerra de los Estados Unidos, los que contaban con una superioridad numérica abrumadora. Como resultado de una prolongada y tenaz persecución, que no permitía subir a la superficie durante días y días para efectuar la recarga de las baterías de acumuladores y ventilar debidamente los compartimientos, las embarcaciones B-36 y B-59 tuvieron que emerger y mantenerse en la superficie durante varias horas, mientras se recargaban las baterías, rodeadas de barcos de guerra, helicópteros y aviones norteamericanos. El B-130 también fue perseguido inicialmente, pero después se pusieron fuera de servicio sus tres motores diesel, por lo que tuvo que abandonar la campaña y ser auxiliado por medios de la Flota del Norte.

Los submarinos eran del modelo 641 y, al parecer, no habían sido probados totalmente en condiciones complejas, por lo que durante la travesía se pusieron de manifiesto serios defectos técnicos, pues no estaban suficientemente acondicionados para efectuar una navegación tan prolongada en condiciones de elevadas temperaturas del agua y el aire, así como en presencia de una incrementada salinidad del mar.

Además de la creciente presión exterior, ejercida por las fuerzas antisubmarino norteamericanas, se dificultó al máximo la situación existente en el interior de las embarcaciones. La temperatura alcanzó los 60-65º C en los compartimientos de los motores diesel y eléctricos, así como en los compartimientos de los acumuladores, mientras que en los compartimientos ubicados hacia los extremos de la nave la temperatura era de alrededor de 40-45 grados, de modo que el personal se desmayaba con frecuencia cuando trabajaba en los compartimientos de temperaturas más elevadas. Además, las reservas limitadas de agua no permitían distribuir más de 250 gramos al día por persona, y esto, en condiciones de fuerte sudoración y deshidratación, conducía a que el personal enfermara de miliaria (fiebre caracterizada por erupciones de pequeñas ampollas, semejantes a los granos de mijo) en una variante supurante especialmente desagradable. Los hombres casi no ingerían alimentos, por lo que las pérdidas de peso llegaron a ser de hasta un tercio aproximadamente.

Cuando había transcurrido cierto tiempo del regreso a la URSS, los comandantes de los submarinos participantes en la campaña fueron llamados a Moscú para informar personalmente al ministro de Defensa, pero Malinovski estaba enfermo y los escuchó el mariscal Grechko, primer viceministro de Defensa de la URSS, quien expresó su inconformidad (o sorpresa) porque los submarinos no eran atómicos y se vieran obligados a emerger para cargar las baterías, no entendía por qué debían hacerlo cada noche, ni escuchó acerca de las deficiencias y dificultades de la campaña. Solo entendió una cosa, que los submarinistas habían violado el carácter oculto de la operación. En las conclusiones del encuentro, el mariscal Grechko se manifestó en el sentido de que si él hubiera estado en el lugar de los jefes de los submarinos, hubiera preferido perecer y hundirse antes que emerger ... Así mismo, ¡ni más ni menos! (Continuará)

(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles
1 Un pueblo invencible. Editorial José Martí. La Habana, Cuba, 1991, pp. 21-40.
2 Kennedy, Robert: Trece días (La crisis de¼ Ob. Cit., pp. 67-72.
3 Al borde del abismo... Ob. Cit., p. 112.
4 Idem, p. 112.
5 Diez Acosta, Tomás: Peligros y Principios... Ob. Cit., p. 160.