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Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XXI)

Fecha: 

25/08/2012

Fuente: 

Diario Granma
El hacha de piedra estaba al doblar de la esquina

A las cinco de la tarde de aquel jueves 25 de octubre se efectuó una reunión del Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional, en la que se hicieron los planteamientos interesantes siguientes:

Dean Rusk, secretario de Estado: Informó que Jruschov había accedido a las conversaciones en New York bajo el auspicio de la ONU. Nuestra posición sería que durante los dos días próximos de discusiones preliminares debíamos detener de alguna forma el desarrollo de la capacidad coheteril en Cuba. Necesitamos saber qué ocurre en los emplazamientos de cohetes y si realmente hay cabezas nucleares en Cuba. Mencionó la posibilidad de que estados latinoamericanos propongan una zona desnuclearizada en América Latina. Dijo que los cubanos no serán capaces de sobrevivir aislados políticamente, por lo que deben apoyarse totalmente en los soviéticos.

Robert McNamara, secretario de Defensa: Planteó que debemos decidir las medidas que tomaremos para abordar los barcos del Bloque que llegarán mañana a la línea de inspección: el buque tanque soviético Grozni y un barco de pasajeros de la Alemania Oriental. Recomendó que no se detuviera este último, pues si se niega a detenerse habrá que dispararle al timón o embestirlo, y eso podría ser muy peligroso para los 1 500 pasajeros. Si se afectan pasajeros y no se encuentra nada prohibido en el barco, nos veríamos en una situación muy difícil.

Rusk: Sugirió que podríamos comprar los barcos que se dirigían a Cuba, pagando al capitán o al dueño lo que pidan por desertar con las naves; de esta forma aumentaría la presión sobre los cubanos, estrangulando sus importaciones, sin el uso de fuerza militar adicional.

JFK: Decidió no detener el barco de la Alemania Oriental.

Robert Kennedy: Dijo que debemos ser cuidadosos para que los rusos no piensen que estamos echando para atrás.

JFK: Expresó que debíamos actuar con rapidez, porque el trabajo en los emplazamientos de cohetes continúa y pronto tendremos que respaldar con hechos la firmeza que hemos mostrado hasta el momento.

Más tarde los norteamericanos respondieron a U Thant que si Jruschov mantenía sus barcos fuera del área de la cuarentena, ellos evitarían la confrontación.

Al final del día el regimiento de Candelaria-San Cristóbal y el segundo grupo de combate del regimiento de Santa Cruz de los Pinos-San Cristóbal se encontraban listos para el combate. Además, esa noche comenzó el traslado, desde el puerto de La Isabela hacia la región oriental, de las cabezas de combate nucleares que faltaban para los cohetes alados tácticos FKR.

Mientras tanto, en el Departamento de Estado se recibió un telegrama del embajador en Francia, en el que se planteaba fundamentalmente lo siguiente:

El Representante Permanente de Turquía aquí ha planteado que los turcos dan mucha importancia a los Júpiter, pues los consideran como el símbolo de la determinación de la Alianza a emplear armas nucleares contra Rusia si ataca a Turquía, independientemente de que los Júpiter sean anticuados o no.

Una variante puede ser sustituir los Júpiter por un submarino Polaris en el área, consultando a los turcos sobre los blancos a batir por este en caso de guerra, pero hay dudas de que esto sea atractivo para ellos, pues con los Júpiter sienten más seguridad al tenerlos en su territorio.

Otra variante para sustituirlos es mediante la creación de las Fuerzas Nucleares Multilaterales de la OTAN, empleando la modalidad sugerida de barcos mercantes equipados con cohetes Polaris, manejados por tripulaciones mixtas de turcos, italianos y norteamericanos, con blancos de interés para los aliados.

Una de estas variantes nos permitiría ofrecer a los soviéticos la retirada de los anticuados Júpiter para que ellos puedan salvar la cara por la retirada de los cohetes de Cuba. Esta gestión, sea o no aceptable para los soviéticos, sería bien vista por la opinión pública mundial.(1)

¡Y LA SITUACIÓN SEGUÍA EMPEORANDO!

En aquellos momentos la situación empeoraba cada día. Entre el círculo que rodeaba al Presidente se fortalecía la expectativa de que era inevitable el conflicto militar, pues la combinación de las acciones militares limitadas y las diplomáticas no habían resultado exitosas. Muchos consideraban que si la parte soviética continuaba siendo inflexible, a pesar de la "cuarentena", en sus intenciones de continuar incrementando la preparación de las fuerzas coheteriles, entonces quedaría como última alternativa la del uso de las armas, con el golpe aéreo masivo y la ulterior invasión. Esa noche se conocieron los resultados de la interpretación de las últimas fotografías aéreas: el trabajo en los emplazamientos de los cohetes proseguía con un ritmo rápido, mientras que los bombarderos ligeros IL-28 estaban siendo desembalados y montados, también con rapidez. Teniendo en cuenta estos factores, el presidente Kennedy dio indicaciones al Departamento de Estado de comenzar la preparación para crear un gobierno civil en Cuba después de la invasión y ocupación del país; también se decidió aumentar la cantidad de vuelos a baja altura sobre Cuba de dos al día a uno cada dos horas, violando de forma grosera la soberanía del país.

Viernes 26 de octubre


A las siete de la mañana fue detenido y abordado el primer barco durante la "cuarentena", era el "Marucla", de propiedad panameña y matrícula libanesa; había sido fletado por la URSS y viajaba hacia Cuba desde el puerto de Riga. Había sido cuidadosamente escogido por el presidente Kennedy para ser detenido y registrado. Con esto demostraba a Jruschov que estaba dispuesto a hacer efectiva la "cuarentena" y no suponía un ataque directo a los soviéticos, pues no era de su propiedad. En el barco no se encontró arma alguna y le fue permitido continuar viaje hacia Cuba. Poco después pasó la línea de intercepción el barco de pasajeros de Alemania Oriental, aunque hubo quienes solicitaron su detención pues no era propiedad de la URSS. En definitiva, el Marucla fue el único barco inspeccionado durante toda la "cuarentena".

Este día el Secretario General Interino de la ONU, U Thant, recibió una carta de Jruschov con la comunicación de que aceptaba la proposición hecha el día anterior; por lo que en lo adelante los barcos soviéticos se mantendrían fuera del área de intercepción, aunque señalaba que esa situación no podría prolongarse.

A partir de aquella mañana se incrementaron los vuelos rasantes sobre la Isla, con lo que aumentaba el peligro de un golpe aéreo sorpresivo aprovechando esa situación. Esto fue confirmado en un comentario hecho por el asesor presidencial Theodore Sorensen: "Estos vuelos no solamente proporcionarían un mejor reconocimiento aéreo sino, a la vez, un sistema para acosar a los rusos y humillar a Castro(...) La rutina de la vigilancia aérea de la Isla, además, podría facilitarnos en un momento dado el lanzamiento de un ataque por sorpresa".(2)

Teniendo en cuenta esta circunstancia y el hecho de que los vuelos rasantes constituían una violación grosera de la soberanía del país, el Comandante en Jefe Fidel Castro tomó la decisión de impedirlos y ordenó que a partir del amanecer del 27 de octubre se abriera fuego contra todo avión enemigo que violara el espacio aéreo de Cuba. Inmediatamente se comunicó al general de ejército Pliev, jefe de la ATS, que Fidel quería reunirse con él; el propósito del encuentro era informarle la decisión del mando cubano de disparar contra los aviones en vuelo rasante al día siguiente.

A las diez de la mañana se efectuó en Washington la reunión del Comité Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad, donde se realizaron, entre otros, los planteamientos siguientes:

Rusk: Manifestó que el objetivo de las negociaciones que comenzaban a través de U Thant eran lograr el compromiso de que no se construirían nuevos emplazamientos en Cuba, no hubiera nuevos embarques militares adicionales, se desactivaran las armas existentes en Cuba y que la ONU inspeccionara en el terreno mediante un cuerpo de 350 inspectores técnicamente capaces. Además, los buques de guerra norteamericanos se mantendrían cerca de todos los puertos cubanos para garantizar que no hubiera desembarcos desconocidos por los inspectores. En relación con la zona libre de armas nucleares dijo que Puerto Rico y la Zona del Canal serían excluidos.

JFK: Señaló que el plan propuesto inicialmente por Brasil en septiembre pasado no solo planteaba una zona libre de armas nucleares en América Latina, sino también la garantía de la integridad territorial de todos los estados de la región, y preguntó si podrían comprometerse a no invadir a Cuba.

Rusk: Comentó que estamos comprometidos a no invadir a Cuba, ya que hemos firmado la Carta de la ONU.

Adlai Stevenson, embajador ante la ONU: Predijo que los rusos nos pedirían una nueva garantía para la integridad territorial de Cuba y el desmantelamiento de los cohetes estadounidenses en Turquía.

John McCone, director de la CIA: No estaba de acuerdo con la retirada de los cohetes de Turquía y pensaba que los inspectores que se enviaran a Cuba debían ser de los Estados Unidos, conocedores de cohetes estratégicos.

Mientras tanto, Alexandr Feklisov había invitado a almorzar a John Scally en el restaurante "Occidental". Durante la conversación de sobremesa Scally declaró que: "Todos los integrantes del Comité Ejecutivo estaban cada vez más a favor de aprobar la propuesta de los militares para invadir inmediatamente a Cuba; ellos aseguraban al Presidente que acabarían en 48 horas con los cohetes soviéticos y con el régimen de Castro".

En respuesta Feklisov declaró que el pueblo cubano, encabezado por Fidel Castro, estaba dispuesto a librar un combate muy duro y defenderían su Patria hasta la última gota de sangre. La batalla sería cruel, sangrienta y duradera. Además, en su opinión aquello dejaría las manos libres a Jruschov para asestar el golpe de respuesta en un punto vulnerable en otra región del mundo.

Scally preguntó si podría ser en Berlín Occidental y el soviético respondió que era perfectamente posible, que cuando los tanques rusos atacaran en avalancha y los aviones de asalto lo barrieran todo en su camino en vuelo rasante, podrían tomar Berlín Occidental en menos de 24 horas. Poco después se despidieron, expresando la esperanza de que los dirigentes de los dos países no permitirían el estallido de la guerra.

Cuenta Feklisov que nadie lo había autorizado a hablar en esos términos con Scally, ni a plantear la posible ocupación de Berlín Occidental como respuesta a la invasión a Cuba. Aquella misma tarde Scally telefoneó a la embajada y le pidió que se encontraran de inmediato. Cuando estuvieron frente a frente Scally le informó que cumpliendo un encargo de la "más alta autoridad", él proponía las siguientes condiciones para llegar a un arreglo en la Crisis:

1. La URSS desmontará y retirará de Cuba las rampas coheteriles bajo la supervisión de la ONU.

2. Los Estados Unidos levantarán la cuarentena.

3. Los Estados Unidos harán públicamente el compromiso de no invadir a Cuba.

Entonces le pedí que precisara el significado de la "más alta autoridad", y él dijo, recalcando cada palabra: "John Fitzgerald Kennedy, el presidente de Estados Unidos". Le aseguré que informaría inmediatamente sobre esta propuesta. ¡Así lo ha contado Alexandr Feklisov muchos años después de los sucesos! (3)

Las fotos obtenidas en los vuelos a baja altura del día anterior mostraban el rápido desarrollo de los emplazamientos de cohetes de alcance medio en Cuba y, además, confirmaron la presencia de cohetes tácticos "Luna", los que podían ser equipados con cargas convencionales o nucleares; por esta causa la Junta de Jefes de Estados Mayores (JJEM) autorizó al almirante Dennison a equipar las fuerzas de invasión con sistemas portadores con capacidad nuclear, específicamente, obuses de ocho pulgadas y cohetes "Honest John", comparables a los "Luna", pero prohibió la introducción de armas nucleares en Cuba sin una aprobación ulterior. Esto solo podría hacerse si las tropas soviéticas disparaban armas nucleares tácticas para defender la Isla y si, conforme a las leyes norteamericanas, el Presidente autorizaba a responder con tales armas.

En los círculos oficiales de los Estados Unidos se consideraba que sus tropas no necesitaban armas nucleares para vencer en Cuba, dada la superioridad en armas convencionales y efectivos; por lo que teniendo en cuenta la suposición del pequeño número de tropas soviéticas en la Isla, los planificadores militares pensaban que no tendría sentido que los defensores emplearan ese tipo de armas, arriesgando así una escalada de las acciones. Se creía que, aunque esta era una "posibilidad" que se podía aceptar, no era "probable". Nadie sospechaba siquiera que el arsenal nuclear táctico en Cuba alcanzaba las 98 armas de esta clase, y que inclusive una de ellas, el cohete alado FKR, era capaz de alcanzar con esas municiones los cayos del sur de la Florida.

Esa tarde se recibió una carta de Jruschov para el Presidente. Era larga y emotiva, y resultaba evidente que había sido escrita personalmente por él. El aspecto emotivo se refería fundamentalmente a los muertos y la destrucción que acarrearía una guerra nuclear. Repetía una y otra vez que eso tenía que evitarse; ya cerca del final planteaba: "Si se dieran aseveraciones del presidente y del gobierno de los Estados Unidos, de que ese país no participará en la invasión a Cuba e impedirá a otros que realicen actos similares y si ustedes retiran su flota, esto cambiaría de inmediato(...) Entonces cesaría también la cuestión sobre el armamento, ya que si no hay amenaza el armamento es una carga para cualquier pueblo".(4)

CUANDO LA PAZ MUNDIAL PENDÍA DE UN CABELLO

La Casa Blanca también publicó una declaración amenazante sobre la continuación de la instalación de cohetes en Cuba, la que finalizaba señalando: "En resumen, no hay pruebas, hasta la fecha, que indiquen la menor intención de desmantelar estas bases de cohetes o de interrumpir el trabajo en las mismas. Por el contrario, los soviéticos siguen construyendo rápidamente sus instalaciones para los cohetes y sus rampas de lanzamiento, mientras procuran disimular sus esfuerzos a toda costa". (5)

Durante el atardecer y la noche se efectuó la reunión del Comandante Fidel Castro y el General Pliev, Jefe de la Agrupación de Tropas Soviéticas, la que se desarrolló en la Jefatura de la ATS y en presencia de los miembros del Consejo Militar de la misma. El líder cubano, después de argumentarles la causa de la decisión de hacer fuego contra los aviones en vuelo rasante a partir del amanecer del día siguiente, aprovechó para persuadir al jefe soviético de la necesidad de incorporar los radares de los grupos coheteriles antiaéreos a la guardia combativa, con el objetivo de detectar las incursiones aéreas enemigas con tiempo suficiente. Además, le sugirió insistentemente que no mantuviera los cohetes concentrados en un lugar, como una elemental medida de precaución para preservarlos de un ataque aéreo sorpresivo, pues este no tendría éxito si quedara aunque fuera un tercio de los proyectiles en buen estado. En la reunión, el jefe de la ATS mandó a buscar a distintos jefes de unidades y todos declararon que estaban listos para el combate.(6) Sobre la base de la información disponible, incluida la transmitida por agentes, y el análisis de la situación que fue realizado, los mandos cubano y soviético llegaron a la conclusión de que era inminente una agresión de los Estados Unidos contra Cuba, con mayor probabilidad un golpe aéreo masivo, el que debía esperarse en las próximas 24-72 horas, es decir, entre el 27 y el 29 de octubre.

El mando soviético envió un informe a Moscú sobre la situación existente y la decisión de los cubanos de disparar contra los aviones en vuelo rasante, y solicitó instrucciones sobre la forma de actuar en las condiciones creadas, pero el Ministerio de Defensa no respondió. En este informe también se planteaba la conclusión acerca de la inminencia del ataque norteamericano.

Esa noche, en Washington, se reunieron en secreto el embajador de la URSS, Dobrinin y Robert Kennedy. Durante la conversación el diplomático soviético expresó que en Turquía había una base coheteril norteamericana y no se planteaban situaciones extremas con ella. El Fiscal General respondió que si la URSS estaba interesada en la salida de los cohetes de Turquía lo consultaría de inmediato con su hermano. Salió del salón donde se encontraban, regresó poco después y dijo que se podía examinar la cuestión de los cohetes de Turquía. El contenido de la entrevista fue informado de inmediato al Kremlin.

A las 9:30 p.m. la Jefatura de la ATS autorizó que se comenzara a trabajar con todos los equipos de comunicaciones por radio y que los radares y demás medios de los complejos coheteriles antiaéreos irradiaran al espacio; los grupos fueron puestos en régimen de preparación de seis minutos. A los jefes de unidades de la defensa antiaérea se les autorizó a abrir fuego contra los aviones que atacaran las posiciones y objetivos de las tropas. Además, con el objetivo de reducir el tiempo de preparación para la primera salva con los cohetes de alcance medio, durante esa noche y por decisión del general de ejército Pliev, las cabezas de combate nucleares fueron llevadas desde el almacén central de la Agrupación hacia las regiones de los asentamientos de campaña de los regimientos, para lo que se emplearon camiones especiales climatizados. A los regimientos coheteriles les fueron puntualizadas las misiones de combate y les entregaron las tareas de vuelo que habían sido debidamente preparadas para los cohetes; estas tareas eran capaces de garantizar que las cabezas nucleares lanzadas con cada uno de ellos describieran las trayectorias previstas desde las rampas de lanzamiento hasta los blancos seleccionados en el territorio de los Estados Unidos. No obstante, ni uno solo de los cohetes R-12 fue abastecido con combustible y oxidante, no se efectuó el acoplamiento de las cabezas de combate ni se introdujeron las tareas de vuelo. Pero de todos modos, era como si en las mismas estuvieran apresadas decenas de millones de vidas humanas e incalculables cantidades de riquezas materiales del país más poderoso del mundo, las cuales corrían el peligro de perder su cohesión y convertirse en partículas atómicas elementales disgregadas durante las próximas horas o días, si los dirigentes de las dos grandes potencias no actuaban de una forma cuerda y responsable. En realidad, a partir de ese momento el hacha de piedra estaba al doblar de la esquina. (Continuará)

(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles
1 Relaciones Exteriores de los Estados Unidos 1961-1963. Volumen XI... Ob. Cit., documento 75.
2 Sorensen, Theodore C.: Kennedy, el hombre, el presidente. Ediciones Grijalbo S.A., Barcelona-México, 1966, p. 1054.
3 Operación Estratégica "Anadir" ¿Cómo fue?... Ob. Cit.
4 Un pueblo invencible... Ob. Cit., p. 51.
5 Kennedy, Robert: Trece días (La crisis de¼ Ob. Cit., pp. 171-172.
6 Castro Ruz, Fidel: Declaraciones en la Reunión Tripartita sobre la Crisis de Octubre efectuada en La Habana en 1992.