Delgado Calvo, Yeilén

Delgado Calvo, Yeilén

Hay luchas que no cesan

El edificio es uno más en la urbe apretada, solo una placa salva su fachada del anonimato; pero hasta el No. 164 de 25 y O, en el diverso Vedado habanero, no impulsa la casualidad. Hay quien va allí buscando un pedazo de la Patria, un fragmento claro de lo que es la Isla y también de lo que será

Una nube no podía detener la línea trazada

No tenía siquiera 30 años cuando murió. A pocos seres humanos les es posible hacer tanto, tan hondo, y entrar en la muerte con una estela de leyenda sin haber gastado la juventud.
 
Pero Camilo Cienfuegos Gorriarán no era un ser de otro mundo, quizá todo lo contrario: la encarnación más genuina del pueblo de Cuba. Ahí estaba y está el secreto de su grandeza.
 

Golpear al mundo allí, en la indiferencia

Cuando la muerte lo encontró, hará 25 años este 10 de marzo, Guayasamín aún tenía ideas y proyectos para al menos otras dos vidas, y no precisamente porque en esta hubiese hecho poco. En unas 14 horas diarias de trabajo, excepto los domingos, y desde muy joven, de su pensamiento y manos había salido una obra artística descomunal, por su hondura y número.
 

Lo que tiene Fidel

Bastan pocas líneas para trazar su perfil reconocible sobre el lienzo. Con solo unas palabras –verdeolivo, uniforme, botas, barba– el pensamiento remite a su estatura. Apenas un grado, Comandante en Jefe, es suficiente para llegar a la sencillez de un nombre que se tejió, límpido, en la complejidad de un país.
 

Fidel en todas partes

En El oficio de la palabra hablada, una estremecedora crónica escrita en 1987, Gabriel García Márquez describe magistralmente a un Fidel visto desde la admiración y lo íntimo de la amistad.
 

Marcados en el orgullo de Cuba

Ignacio ama a una mujer.  Nada hay en él de extraordinario. Disfruta la poesía. Quiere a sus amigos con fidelidad. Es militar y le apasiona su carrera.
 
Ahora ella, su Amalia, está a miles de kilómetros, con el hijo que crece despacio en el vientre. No hay tiempo para leer, y él es solo un soldado que pone todos los sentidos en el combate, y en preservar su vida, y la de los amigos que también están allí.
 

Larga vida a los que van por el mundo, ofreciéndola

Allá donde la catástrofe se ha ensañado, donde el dolor y el desamparo están a flor de piel, no hay límites para el agradecimiento ante la mano que tiende un médico sin que medie pago alguno.
 
Aunque hable un idioma extraño y ni siquiera se vea su rostro, quizá protegido tras la escafandra, conmueven las palabras de consuelo, la manera dulce de realizar los procedimientos más complejos, incluso el abrazo desaconsejado; y el nombre de Cuba queda como un recuerdo persistente de bondad.
 

Cuba fidelista contra los imposibles

Corta parece la vida que al ser humano le ha sido dada. Somos apenas gotas de luz ante la infinitud de la Historia. La muerte, siempre tremenda, pone punto final a la materia y, como ley inexorable, para todos llega.
 
Derrotarla –muy a pesar de los esfuerzos de quienes por siglos han intentado hacerlo con artificios– solo se puede mediante dos caminos: dejar amor sembrado, desde la nobleza y la entrega; o gestar ideas que superen lo personal para enraizarse en el patrimonio común.
 

Y así mismo fue

Corrían los días más difíciles del período especial. Se hablaba de opción cero e incluso de ollas colectivas. Mi familia sembraba viandas en el estrecho pasillo de nuestra vivienda citadina; viandas destinadas a enriquecer mi puré de infante.