Valoraciones

Consejero de amor

En el año 1997, recién graduada, tuve el momento más emotivo de mi vida profesional con Fidel, y fue conversando nada más y nada menos que de amor. Estaba con mi colega Magda Resik Aguirre en un Consejo Ampliado de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media y, cuando concluyó, el Comandante en Jefe se fue con todos, pero Magda me dijo: «No te vayas. Tengo la impresión que Fidel va a regresar».  
 
En medio de aquel salón nos quedamos, y regresó. Se paró frente a nosotras dos. Magda, muy locuaz, empezó a hablar con  
él y le preguntó que cuándo iba por el diario Juventud Rebelde. Entonces nos aseguró: «Las leo». Y con una mirada pícara indagó: «¿Quién fue la del piropo?». Esa era yo. Había publicado unos días antes un trabajo de piropos entre cubanos y me refería a cómo los hombres halagaban a las mujeres y le expliqué todo aquello.
 
«Hoy nos vemos en la noche», nos dijo. Iban a entregar en el Palacio de la Revolución una condecoración. Yo le expresé: «Ay, Comandante, ahí no vamos a poder ir». Él se sonrío y se fue. Llegamos al periódico y, en la tarde, nos sorprendió una llamada. Era para invitarnos a la recepción con Fidel.  
 
Cuando llegamos al Palacio de la Revolución él estaba dándoles la bienvenida, como un gran anfitrión, a todos sus invitados. Y no olvidaré que al saludarme hizo como una reverencia. Imagínate, para una muchachita como yo lo que significaba aquello.  
 
Ya adentro alguien me recomendó comer tamal en cazuela, y mientras me servía, un compañero me alertó: «El Comandante está  
hablando con los periodistas». Me fui abriendo paso hasta que llegué frente a él. Aquella conversación derivó al tema del amor. Él habló de unas cartas de amor que escribió desde la prisión tras el asalto al Moncada. Una colega le preguntó si prefería que le regalaran flores y confesó que era más bien tímido, que no le gustaba que las muchachas lo acosaran, y que elegía obsequiar él las flores.  
 
En aquellos tiempos yo estaba enamorada y mal correspondida; y me atreví a pedirle consejos. Todo fue muy bonito. Le dije: «Comandante, ¿qué hago?, no me hacen caso». Y me sugirió: «No olvides que no hay nada más estimulante que la indiferencia».  
 
Le dije que ya le había escrito una carta en la que le declaraba mi amor. Y me aconsejó: «Pues ahora le escribes otra diciéndole absolutamente todo lo contrario». Hubo un momento en que me explicó: «Hay amores de muchos tipos, los hay construidos en el camino, los hay más largos, los hay más breves, pero siempre tiene que haber pasión».  
 
Lamento no haber cumplido, en otros momentos, todos sus consejos de esa noche maravillosa, pero lo que sí aprendí es que  
los revolucionarios tenemos que asumir la pasión no solo para el amor, sino para todo en la vida, como él lo hizo. Para mí fue un privilegio haber coincidido en el tiempo con Fidel. (1)
 
1.-  Anécdota narrada al autor especialmente para este libro. La Habana, 31 de octubre de 2020

Tomado de: 

"Yo conocí a Fidel"
31/10/2020

Fecha: 

Sábado, Octubre 31, 2020 - :