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Una relación muy especial

En los primeros años de la Revolución, El Vaticano tenía en Cuba a un nuncio exquisito que se llamaba monseñor Cesare Zacchi. Era italiano, y como buen italiano, le gustaba la cocina, sobre todo las pastas. Entonces Fidel lo retaba a competir de cocineros. ¿Tú te imaginas lo que era mandar a buscar al nuncio para hacer competencias de espaguetis y hablar sobre política y religión? Celia se lo decía riéndose: «Mira que tú eres fresco. Enseñar a un italiano a hacer espaguetis». Hubo noches en que Fidel lo llamaba a las 11:00 p.m. para compartir y hacer espaguetis. Entre él y el nuncio Zacchi existía una relación muy especial. A veces Fidel se iba a la Nunciatura y se sentaba horas con él en la hierba para conversar. Hablaban de filosofía, de historia y de cultura, en sentido general, así como de la familia, la niñez y hasta de deportes, porque Zacchi era deportista, sobre todo esquiador en los Alpes, y él presumía de eso.  
Una noche, antes de marcharse de Cuba definitivamente, cuando ya lo habían sustituido, Fidel se le apareció en la Nunciatura y eso le produjo una inmensa alegría. Pudo haber sido cardenal, porque méritos le sobraban, pero se decía que este papa [Juan Pablo II] no quiso nombrarlo por el concordato que había hecho con Fidel. Una vez estuvo de paso muy rápido por Cuba y Fidel fue a verlo. Se emocionó mucho y decía que se podía morir. Se llevó todos sus recuerdos de Cuba al apartamento en Roma, dentro de El Vaticano […] y allí siguió siendo muy atento con los cubanos que pasaban.

Tomado de: 

"La Secretaria de la República"
01/07/2001

Fecha: 

Domingo, Julio 1, 2001 - :