Fidel, un prólogo y un héroe

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-Ya el libro está listo?
La voz del otro lado del teléfono al filo de la medianoche hizo que uno de los autores del libro Alfredo Alvarez Mola. Un pequeño gigante[1], saltara emocionado al casi confirmar que la historia del joven camagüeyano contaría con las palabras del jefe de la lucha a la cual había ofrendado su vida.
-Sí, Comandante. Ya todo está listo.
-Yo tengo el prólogo terminado. Mañana a primera hora te lo haré llegar con uno de los escoltas.
Y así fue. Sobre las siete de la mañana del 28 de marzo de 2015 tocaron a la puerta de la oficina del autor y le fue entregado el sobre con los recuerdos de Fidel de un joven desconocido para muchos, pero que había sido vital en la lucha clandestina para su provincia y luego para la columna invasora de Camilo Cienfuegos.
Las primeras referencias sobre Alfredo Alvarez Mola las tuve en los meses finales de 1957; luego recibí informaciones a través de uno de nuestros mensajeros que se desplazaba y mantenía contactos frecuentes en diferentes lugares del país. (...). En Camagüey, frente conceptos ideológicos y métodos de lucha erróneos que sostenía el entonces coordinador del Movimiento 26 de Julio en ese territorio, un pequeño grupo de destacados combatientes de la clandestinidad, encabezado por Alvarez Mola, sostenía la posición política más diáfana, intransigente y combativa dentro de las filas del Movimiento. Finalmente, en los primeros meses de 1958, superadas las contradicciones, se consolidó la unkdad requerida.
Un prólogo hermoso en el que Fidel expresa frases elogiosas y dignas para un joven ciertamente merecedor de ellas. El Comandante en Jefe narra cómo después de la huelga del 9 de abril Alfredito sube a la Sierra y allí reconoció al líder sindical en el sector bancario y su entrega a la lucha.
Desde aquel primer encuentro percibí que se trataba de un hombre con una sólida formación política, convicciones revolucionarias, comprometido con la causa y decidido a la lucha.
A Alfredito, Fidel le asignó la misión de preparar, por sus conocimientos de la zona, la creación de un frente guerrillero en la Sierra de Cubitas. El joven agramontino lo había propuesto con la certeza de que era posible, pero en aquellos momentos una delación impidió que se concretaran los esfuerzos. Luego de aquel intento, Alvarez Mola regresó a la Sierra con otros compañeros y allí el jefe guerrillero le asignó tareas de orden económico hasta que finalmente lo incluye junto a otro compañero, Mario Herrero, como prácticos en la columna invasora de Camilo.
Con posterioridad conocí, por palabras de Camilo, la infatigable labor de Alfredo y Mario mientras pudieron acompañar a la columna, incorporados a su jefatura. Es admirable la disposición y el esfuerzo físico que hicieron de día en la exploración, la búsqueda de alimentos, la localización de guías, las coordinaciones con las organizaciones clandestinas en el llano, y luego, durante la noche, en la marcha con las fuerzas rebeldes. El estado de salud y el agotamiento físico obligaron a Camilo a ordenarles que se quedaran al sur de Camagüey para que se recuperaran y reincorporaran después a la lucha.
Fidel narra en el prólogo los hechos acontecidos después, cuando ambos combatientes se separan por razones de seguridad y Alfredito permaneció demasiado tiempo en el mismo lugar, hasta que fue delatado. Tratando de evadir el cerco, fue herido, luego rematado con ensañamiento y su cuerpo enterrado de manera oculta. Sobre él, el Comandante resume en su escrito:
En las últimas dos décadas de su existencia no cesó de luchar por la causa obrera, la justicia y la Revolución. Fue extraordinario en todo lo que hizo en el último año de su fecunda e intensa vida: defendió con firmeza las ideas, sorteó peligros y no se detuvo en la acción. Solo profundas convicciones pueden explicar y conducir a un combatiente revolucionario a hacer tanto!
Y cierra Fidel:
La investigación realizada para conformar esta edición junto a lo conocido hasta hoy, posibilitó rescatar y desentrañar pasajes y desgranar la historia de una vida ejemplar, que abonó con su sangre el camino hacia la victoria del enero de 1959.(...) Desde hacía tiempo, él merecía esta obra que convoca a su lectura.
Hace diez años de que Fidel redactase este prólogo, como homenaje conmovedor a uno de los héroes de la Revolución Cubana. La fecha fijada al pie de firma fue justamente en la que se recibieron sus palabras por uno de los autores, Alberto Alvariño Atiénzar, que tuvo ante sí y ganó para la Historia, los recuerdos del Comandante en una obra merecida sobre aquel valeroso camagüeyano cuyo pequeño cuerpo, frente a sus captores y asesinos, se volvió gigante.
Sea este un nuevo homenaje a Alfredo Alvarez Mola, a su familia, a los autores del libro Alfonso Zequeira y Alvariño...y a Fidel, que una vez más demostró que la Revolución nunca olvida a sus inmensos hijos.
[1] Alberto Alvariño Atiénzar y Alfonso Zequeira Motolongo:Alfredo Alvarez Mola. Un pequeño gigante, Ediciones Abril, La Habana, 2015.