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¿Y acaso Fidel no necesita de nosotros?

Fecha: 

12/04/2023

Fuente: 

Revista Bohemia

Autor: 

En redes sociales, con bastante frecuencia; en el diálogo cotidiano a ras de parque o de calle, con personas conocidas o que jamás hemos visto; en el entorno laboral, en muchísimas partes, usted que lee y yo que ahora lo escribo, habremos escuchado la frase: “Ay, Fidel, cuánta falta nos haces”.
 
Optimista, como me moldeó la vida desde niño, no interpreto esas palabras desde una óptica de lamentación o de desesperanza.
 
Prefiero atribuirles un sentido de ejemplaridad, de presencia, de referencia paradigmática, algo así como el recuerdo que para toda la vida se lleva dentro de las enseñanzas que en la educación primaria, en la secundaria básica o en el preuniversitario nos dejó aquel profesor que entonces nos parecía tan recio o vertical y mientras más pasan los años nos percatamos de cuánta razón tenía en todo lo que nos enseñaba, sugería, recomendaba o exigía.
 
Aun así, más de una vez me he preguntado si estaremos siendo todo lo objetivos y justos que debemos ser cuando escribimos o expresamos ese “Ay, Fidel, cuánta falta nos haces”, evidentemente dicho o contextualizado a un momento tan complicado y decisivo como el que hoy atravesamos los cubanos, en todos los sentidos.
 
Es obvio que por su universal visión, capacidad de ver -y sobre todo de prever, por ese congénito don de no rendirse, de no echar para atrás e incluso de no desanimarse, Fidel nos acostumbró a verlo como la voz, la fuente desde donde jamás nos faltó la solución “mágica”, la confirmación de que con amor, razón y verdad todo es posible; nunca dejó de ser la confianza en y para todo. Creo que, sin jamás habérselo propuesto él, todos fuimos, de alguna manera, divinos dependientes de su genialidad y de su sabiduría.
 
Por eso hoy lo evocamos con la añoranza que suele dejar esa ausencia, solo física, convertida en una especie de vacío.
 
La frase me siembra, sin embargo, desde lo personal, un extraño hálito de insatisfacción o por lo menos la necesidad de meditar hasta qué punto estamos siendo justos.
 
Que hoy, siempre, bajo cualquier circunstancia, el Comandante en Jefe nos hará falta, es una verdad incuestionable. Pero invito a preguntarnos si, en el fondo, al propio tiempo, no le estaremos haciendo tanta o más falta nosotros a él.
 
En otros términos: Fidel nos necesita mucho en el contexto actual. Fidel nos va a necesitar mucho mañana. Fidel va a necesitar siempre de todos nosotros, porque es y será el único modo de mantenerlo vivo, de conservar, seguir concretando, llevando a realidad y enriqueciendo su obra; o sea, todo lo que desde su juventud hizo por y para todos nosotros.
 
Pudiera ilustrar de mil y más maneras ese punto de vista. Pudiera referirme al deber (satisfacción, gratitud, placer) de hacer cada uno de nosotros, desde escuelas, centros de producción, de servicios, de investigación, instituciones culturales, deportivas, de defensa, familia, cargos de dirección… lo que a cada quien nos corresponde. ¡Y punto!
 
Pudiera recalcar que absolutamente nada tiene que ver con Fidel esa repudiable praxis de quienes mienten, se corrompen por dentro supuestamente brillando por fuera, desvían recursos, usan influencias para obtener beneficios personales, roban, se creen por encima de la sociedad a la que representan o que los mantiene, usan los más adornados o descarnados pretextos para no trabajar, viven del negocio que desangra y mata (a la economía, al país), profieren como ciudadanos las groserías que como esponjas repetirán sus hijos, coquetean con el flirteo del mismo imperio que paga para matar en vida, irrespetan la autoridad…
 
Pudiera, en fin, llenar tantas cuartillas como tiempo tenga usted para leer… y para admitir, madura y sensatamente, como verdad. Pero lo que se sabe no se pregunta, ni es preciso estarlo repitiendo. Basta que desde el apacible espacio de su hogar usted mismo lo interiorice.
 
Puede discrepar. No hay objeción ni temor alguno. Pero continúo, desde lo individual, considerando que tanto como nosotros de él, necesita Fidel de todos nosotros… si es que de verdad somos justos, si somos sinceros, si somos agradecidos, si lo amamos. Y de todo ello –y mucho más–no tengo la menor duda.