Discursos e Intervenciones

Discurso Pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la Concentración Conmemorativa del Sexto Aniversario de la Revolución, efectuada en la Plaza de la Revolución, el 2 de enero de 1965

Fecha: 

02/01/1965

Distinguidos invitados;

Compañeros y compañeras:

Hoy, como todos sabemos, cumplimos —mejor que hoy es ayer— el sexto aniversario del comienzo de la Revolución (APLAUSOS).

Cuando ya se cuenta el número de años con algo más que con los dedos de una sola mano en un proceso revolucionario, se puede optar entre hablar de lo que se ha hecho o hablar de lo que falta por hacer. Pienso que naturalmente en los primeros años de una revolución siempre se comienza hablando de lo que se va a hacer, y me pregunto si nosotros hoy tenemos que hacer hincapié en lo que se ha hecho o más bien en lo que debe hacerse; y me parece que realmente eso de mirar hacia atrás y de contar lo que se ha hecho debiéramos de dejarlo para un poco más adelante. Y tal vez sería mejor, incluso, que lo dejáramos para una próxima generación de revolucionarios (APLAUSOS).

Porque a nosotros todavía principalmente nos debe interesar lo que falta por hacer. Y si acaso nos referimos a las cosas hechas, solo a título de ejemplo, de prueba, de aliento. ¡pero comprender, sobre todo, lo que tenemos todavía que hacer!

Y en seis años de Revolución puede decirse que lo más importante, el más importante logro es lo que se haya aprendido en seis años de Revolución; si es que tenemos la capacidad de aprender, porque la Revolución es como una gran escuela, y los que van a esa escuela pueden ser buenos alumnos o malos alumnos. ¡Y nosotros debemos tratar de ser buenos alumnos en esta formidable, magnífica y única escuela que es la Revolución! (APLAUSOS.)

Y en estos seis años, todos absolutamente, hemos adquirido algo de extraordinario valor, y es sencillamente un poco de experiencia. Y si la experiencia que hemos adquirido en estos seis años de Revolución la sabemos utilizar, es incalculable lo que podremos hacer en los próximos seis años de Revolución.

Debemos comparar la Revolución también, en su ritmo, en su marcha, como los vehículos, como un tren —por ejemplo— que comienza poco a poco, arranca, marcha al principio lentamente y va adquiriendo cada vez más velocidad. Si a mí me preguntaran en estos momentos cómo veía la Revolución, diría que como un tren que arrancó ya y ha adquirido gran velocidad (APLAUSOS), un tren a plena marcha, un tren a plena velocidad.

Cuando le explicaba esto a un compañero, alguien me dijo: "pero un tren camina muy despacio", y yo le dije: "bueno, si quieres compáralo con un avión, que al fin y al cabo es lo mismo". (ALGUIEN LE DICE QUE NO TIENE MARCHA ATRAS) y eso: ¡Que no tiene marcha atrás! (APLAUSOS.) Pero, de todas formas, al tren de la Revolución se le quitó desde el primer día la marcha atrás. ¡Ni marcha atrás, ni recurva, ni freno!

(ALGUIEN LE DICE: "¡Ni cambios!") ¡Sí, para acelerar! Alguien decía que sin cambios, y le decía que necesita los cambios para acelerar.

(ALGUIEN LE DICE QUE NO TIENE MECANICOS) ¡¿Que no tiene mecánicos?! ¡Todos somos mecánicos de la Revolución! (APLAUSOS PROLONGADOS.)

¡Vamos a dejar que siga el tren! (ALGUIEN LE DICE ALGO DE LOS IMPERIALISTAS.) No solo los estamos rebasando, sino arrollando.

Esa es la impresión que nosotros tenemos al cumplir este sexto aniversario.

Del análisis del último año, que se llamó el Año de la Economía —como ustedes saben y ustedes sugirieron... Y a propósito de esto hay que ir pensando el nombre que le vamos a poner a este próximo, que yo me imagino que ustedes tienen algunas ideas... (EL PUEBLO EMPIEZA A SUGERIRLE NOMBRES PARA EL NUEVO AÑO).

Pero todavía no; vayan pensando, yo les dije para que fueran pensando; es para que vayan pensando, todavía no vamos a bautizar este nuevo año. Ustedes vayan pensando.

Pero el año pasado se llamó el Año de la Economía, que por cierto no sé si ustedes habrán observado que el desfile fue mucho más corto. ¿Observaron? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!") y es porque los desfiles son muy caros, y lo menos que podíamos hacer al concluir el Año de la Economía era ahorrarnos el 50%de los gastos que hacemos en los desfiles (APLAUSOS). Por eso fue más breve; hay que decir que marcharon también a más velocidad, pero que participaron muchos menos efectivos que otros años, y a pesar de todo no por eso se dejó de percibir el gran progreso en organización, en disciplina, en marcialidad y en técnica de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias (APLAUSOS).

Puede decirse que el año que acaba de transcurrir, de 1964, ha sido un magnífico año de la Revolución, ha sido un año que marcó extraordinarios progresos en todos los órdenes, extraordinarios cambios de organización y de calidad; y, sobre todo, se pudo percibir realmente que había sido el Año de la Economía, por cuanto la economía se situó en el centro de la atención de las masas.

Claro está que en esto de los años todos los años son años de la educación, todos los años son años de la organización, todos los años son años de la economía. Pero se centra la atención, se centra el pensamiento en una cuestión de interés fundamental para el país. Y se puede decir que este año fue un magnífico año —repito— en todos los órdenes. Es el año en que no solo la economía —y hay que decir que la economía se situó en el centro de la preocupación de todos—, sino también la educación, es el año en que el número de trabajadores estudiando alcanza la cifra de 800 000 (APLAUSOS); es el año en que se inicia una tremenda recuperación y auge en nuestra agricultura; es el año en que se produce una recuperación y auge en nuestro transporte; es un año en que la producción en general, con los medios de que disponemos y a pesar de las dificultades de distinta índole, marca un gran auge.

Porque debemos decir con satisfacción que ha habido un auge considerable de la producción, o al menos en aquellos renglones en que no se ha alcanzado todavía en concreto esos progresos se han ido creando las condiciones.

Debo decir, de paso, que aquel plan famoso de que hablamos aquí se cumplió (APLAUSOS). Algunos se preocuparon porque yo dije que no hablaría más desde esta tribuna; independientemente si es un buen o un mal método el hacer promesas de ese tipo —estoy dispuesto a hacerme una autocrítica si es necesario—, pero de todas maneras es una manifestación de sentido del honor revolucionario y de la pasión revolucionaria (APLAUSOS). Por eso, con mucha satisfacción y con plena seguridad, podemos decir que se consumirán ya en el mes de enero, a partir del mes de enero, 60 millones de huevos mensuales (APLAUSOS).

A título de ejemplo debemos decir que el consumo en el mes de enero del año 1964 fue de 13 700 000. Hay que decir que este esfuerzo realizado por los compañeros que trabajan en el Combinado Avícola significa que tendremos un consumo algo mayor del 400% de enero de 1964 a enero de 1965, y que ya los 4 millones de gallinas ponedoras que se necesitaban para cumplir este plan están poniendo, y las pocas que faltan estarán todas poniendo ya en el mes de enero (APLAUSOS).

Desde luego que el hecho de que en un renglón de la producción se demuestre que se puede alcanzar un auge tan extraordinario, no quiere decir que semejantes auges se puedan alcanzar en todos los renglones de la producción, porque debemos saber —y esto es muy dialéctico— que todas las cosas tienen una naturaleza distinta y que no en todas se pueden aplicar las mismas metas, ni requieren el mismo tiempo, ni requieren la misma técnica; en fin, que no se puede hacer igual. Pero sí les puedo decir que en eso es un incremento realmente impresionante.

Y lo que tiene de mérito es que el país ha producido este año ya más carne, más leche, y que tendremos en el año 1965 más leche, más carne, más huevos, con menos consumo de pienso; que ese pienso lo hacemos con una materia prima que en una gran parte debemos importar. Porque producir mucha leche y mucha carne, muchos productos avícolas importando la materia prima, no es tan importante ni es tan difícil como incrementar la producción reduciendo las importaciones.

Y en este plan han intervenido una serie de factores, factores técnicos, es decir, mejores ejemplares de gallinas ponedoras, mayor número de técnicos, mejor organización. Porque hay que decir que este incremento se logra a la vez no solo elevando la productividad por gallina, ni la conversión por gallina, sino la productividad por hombre, puesto que después de reorganizar todos los centros de producción hay un excedente de cerca de 2 000 personas, no obstante el notable incremento logrado en la producción. Es decir: han logrado incrementar la producción por hombre, han reducido los costos, y ya se ven cómo operan toda una serie de preocupaciones y toda una serie de factores en la producción.

Esto es un ejemplo. Pero no solo en ese renglón. Se ha ido desarrollando considerablemente también la producción ganadera; y desde luego que sus efectos se podrán percibir más fácilmente en el campo que en la ciudad, y seguramente que las amistades de ustedes que vienen del interior les podrán decir cuánto han ido mejorando los abastecimientos en el interior del país.

Nuestra patria tiene la característica de que en la capital de la República y en la provincia de La Habana en general, que es una de las más pequeñas, se ha producido una enorme concentración de la población, de manera que ciertos abastecimientos, como el abastecimiento de leche, no resulta tan fácil de resolver como en las provincias de Oriente, Camagüey, Las Villas, es decir, en las demás provincias del interior del país, porque solo puede ser transportada en forma de leche condensada o de leche en polvo. Nuestras fábricas de leche condensada, en parte, estaban operando con leche en polvo importada. Los incrementos de la producción de inmediato irán a sustituir esa leche en polvo que se importaba. Pero ya las necesidades fundamentales de un producto como la leche quedarán resueltas en el interior del país en el año 1965; en la capital debemos esperar un poco más, cuando los excedentes nos permitan el incremento de la leche en polvo, de manera que lo que no podamos satisfacer con leche fresca se satisfaga con leche integrada, y poder elevar también el consumo de la capital a los mismos niveles que el interior.

Y a propósito de esto quiero darles un dato que recientemente vimos en la Junta de Planificación, y es que en la capital de la república se recibe el 43% del total de salarios que se pagan en el país, y en la capital de la república se gasta algo más que esa cifra del total de los recursos del país. ¿Qué quiere decir eso? Que históricamente se fue creando una deformación, una hipertrofia que determinó que menos de la tercera parte de la población del país reciba casi el 50% de los recursos del país. Desde luego que a nadie se le ocurriría echarles la culpa a los trabajadores, ni a los vecinos de La Habana, de este problema sobre el cual no tienen ninguna culpa. Pero nos señala a nosotros una política muy justa, no es la de quitarle a los habaneros, no es la de quitarle a la población de La Habana, porque eso no sería justo, no sería correcto, pero sí nos señala el camino de preocuparnos por el desarrollo del interior del país, nos señala el camino de hacerle justicia al interior del país.

Si yo estuviese pronunciando estas palabras en la provincia de Oriente, cualquiera podría pensar —injustamente, desde luego—, pero las circunstancias quizás le dieran la idea de pensar a cualquiera que era un acto de demagogia, pero estoy diciendo esto, precisamente aquí, en una concentración de la capital del país, ante los trabajadores de la capital del país, precisamente por eso, porque se trata de la población trabajadora y revolucionaria de la capital de nuestro país (APLAUSOS).

Históricamente se han ido produciendo esos males en detrimento no solo del interior del país, sino en detrimento de los trabajadores todos, también los de la capital. Porque en la misma medida en que se desarrollen todos los recursos del país, y se desarrollen todas las provincias del país, se elevará el estándar de vida de todos los trabajadores del país, sea cual fuere la provincia donde viva. Pero el abandono de nuestros campos y de nuestros pueblos del interior era tremendo, y de ahí que sea una línea justa y una línea correcta el hacer el mayor esfuerzo por desarrollar el interior del país.

Y todos podemos ayudar en ese esfuerzo, y la capital del país puede ayudar en ese esfuerzo con sus técnicos, con toda la masa de hombres jóvenes que están estudiando en las universidades, en los centros tecnológicos. Porque hay un recurso que la capital puede aportar, que es el recurso de su técnica, el recurso de sus conocimientos. Porque hay que decir también que en la capital se reunió la mayor experiencia, cantidad de experiencia técnica, la mayor cantidad de conocimientos. Y el desarrollo de nuestra patria requiere decenas de miles de técnicos de todos tipos, muchos de los cuales saldrán de las filas de los jóvenes de nuestra capital.

Pero esa realidad, esa situación determina la línea a seguir en la inversión de los recursos de la nación. Hay que decir, además, que ya en la capital, cada vez que hay que poner una fábrica se plantea el muy serio problema del agua, porque creció tanto en zonas donde no hay grandes ríos, que nos vemos en la necesidad de estar utilizando en el consumo de la capital, el agua del manto freático de La Habana, y privarnos de ella para la agricultura; de donde esta es una provincia que tiene magníficas tierras, pero tierras que necesitan agua, sin embargo, una parte considerable del agua debemos emplearla en la capital.

Y no se sabe cuándo llegará el día en que acudiendo a otras técnicas, podamos, por ejemplo, utilizar agua de mar. Desde luego que hay ya distintos países que están utilizando el agua de mar después de hacerla potable mediante un procedimiento que está en desarrollo y que todavía es costoso. Y no dudamos que llegará el tiempo en que nosotros tengamos que acudir también a esos recursos para satisfacer nuestras necesidades de agua.

Y en fin, la agricultura se desarrolla. En cuanto a caña, por ejemplo, el año pasado ya hubo un incremento en la producción cañera, y este año todo el mundo sabe, no sabe las cifras, pero todo el mundo sabe que hay caña, todo el mundo sabe, incluso, que hay bastante caña (APLAUSOS).

Nosotros recordamos que el año pasado existía la costumbre de que el azúcar que se producía diariamente, pasaba a una oficina de información, de esa oficina de información pasaba a distintos organismos, de esa información se hacían cincuenta o sesenta copias, y cientos de personas conocían las cifras diarias de azúcar. Y naturalmente, entre tantas manos, y algunas de ellas algunas manos burocráticas, algunas manos de extracción burguesa o pequeño-burguesa, no ciento por ciento leales a la Revolución, facilitaban la información al enemigo; de manera que los imperialistas sabían día por día cuánta azúcar estábamos produciendo. Y en aquellos tiempos el precio del azúcar en el llamado Mercado Mundial era muy alto, y como los imperialistas estaban muy interesados en hacer campaña que afectara los precios, estaban cambiando de técnica, y así cuando el ciclón dijeron que nos habíamos quedado sin azúcar, pero después estaban viendo el azúcar diariamente, y como ellos estaban tratando de deprimir los precios, les convenía para perjudicarnos a nosotros y les convenía también para beneficiarse ellos comprándole el azúcar más barato a otros productores, tomamos la decisión de adoptar una política de discreción azucarera.

Pero de paso les voy a contar algo. Como ellos venían recibiendo sus papelitos por algún informante, se decidió no suspender los papelitos, lo que hicimos fue poner otras cifras en los papelitos (EXCLAMACIONES y APLAUSOS). De donde resultó muy curioso y a la vez bastante satisfactorio ver cómo habíamos desinformado al enemigo, y ver que determinadas cifras que daba el Departamento de Agricultura de Estados Unidos eran precisamente las cifras últimas que nosotros le habíamos puesto en nuestros papelitos (APLAUSOS). De manera que se despistaron completamente, y así algún agente del imperialismo nos hizo el favor de ayudarnos a desinformar a los enemigos. Y entonces esas cifras las dejaron más o menos para especular: "que si produjeron tanto o produjeron más cuanto", pero no llegaron a saber cuánto habíamos producido. ¡Y este año puede ser que ni papelitos de ninguna clase le mandemos! (APLAUSOS.)

Pero bien: ¿Cuándo diremos nuestra producción azucarera? En su oportunidad, en su oportunidad, aunque ya la razón fundamental, que era el evitar que se deprimieran los precios, prácticamente ha desaparecido por cuanto los precios efectivamente se han deprimido, y los precios en el llamado Mercado Mundial, es decir, donde se vende el azúcar marginal, han descendido considerablemente, hasta ciertos límites, por los cuales no creo que puedan bajar mucho más. Y en definitiva en el futuro no nos importará que se sepa, si se quiere incluso día por día, nuestra producción azucarera.

Pero lo que debemos recalcar es que tenemos mucha caña, y estoy seguro de que le vamos a dar un tremendo tapaboca a nuestros enemigos (APLAUSOS). Y es posible que ya en este mismo año a finales de zafra podamos dar cifras, ¡y de veras que nos vamos a reír de mucha gana de nuestros enemigos!, ¡de veras que van a quedar ridiculizados!, y entonces van a tener que empezar a darse cuenta de que las esperanzas que habían puesto en la ruina de la economía, con bloqueo y todo, se habrán ido "para el diablo" (APLAUSOS).

Y vamos a señalar datos de incremento verdaderamente insuperables, insuperables, de incremento de producción de azúcar del año 1964 con respecto a 1963, y de 1965 con respecto a 1964. Pero baste decir que necesitamos para cumplir nuestras obligaciones unos cinco y medio millones de toneladas de azúcar. Y si cumplimos esa meta habremos elevado en cerca del 50% la producción de azúcar de 1963 a 1965 (APLAUSOS).

Si lo logramos, y yo no creo que nadie dude de que lo logremos, ¡no creo que nadie dude! (EXCLAMACIONES DE: "¡No!"), los calumniadores... (ALGUIEN LE DICE: "¡Paredón!") ¡No, vamos a darle un paredón moral! (APLAUSOS.) y será un magnífico paredón moral el invitar a esos voceros del imperialismo que han estado tratando de desacreditar el país, que han estado pregonando a los cuatro vientos que Cuba no podrá pagar, que la Revolución no es capaz de elevar la producción, que el país no es capaz de sobreponerse a los obstáculos, y que han estado por Europa y por todo el mundo tratando de desalentar a los países que comercian con nosotros para que no nos den crédito, para que no comercien; invitaremos a esos voceros del imperialismo a callarse la boca, y les diremos: "No es solo una producción alta en tal y más cual, sino que en azúcar, que es la base actual de nuestra economía, somos capaces de elevar la producción a un ritmo tan increíble, y si en el azúcar que es lo más difícil lo podemos hacer, también lo podemos hacer y lo estamos haciendo en otros renglones de nuestra economía."

Los enemigos de la Revolución, los voceros del imperialismo, con motivo del esfuerzo que está haciendo la Revolución para desarrollar su agricultura, se han dado en lanzar la especie calumniosa de que hemos abandonado la idea de industrializar el país, de que hemos abandonado nuestros planes iniciales de industrialización. Desde luego que esto no debe sorprendernos, porque siempre estarán elaborando algún truco, alguna mentira, para tratar de engañar a los pueblos. Lo que ocurre es que hemos podido ver —resultado de esa experiencia de que hablábamos, resultado del aprendizaje—, hemos podido saber distinguir perfectamente bien en qué debemos invertir nuestros recursos, con prioridad sobre otras cosas; estamos aprendiendo a saber que entre una inversión y otra hay siempre una que por una serie de razones de distinto tipo es preferible a la otra. Y el orden que tendrán las inversiones del país estará determinado estrictamente por razones de orden económico, estará determinado sencillamente por razones de conveniencia para el país.

Y había algo que tal vez al principio de la Revolución no se vio con toda claridad, y ese algo eran las extraordinarias condiciones naturales de nuestro país, las extraordinarias posibilidades de nuestra agricultura. ¿Qué había ocurrido? El monocultivo cañero, las restricciones azucareras, la falta de mercado, habían determinado cierta especie de alergia contra la caña, habían determinado cierta especie de alergia, de falta de fe en la agricultura. La necesidad del desarrollo de la industria por otra parte se tradujo en cierta subestimación de las posibilidades de nuestra agricultura.

Siendo así, que si para la producción industrial se necesita en primer lugar las maquinarias, las instalaciones fabriles de todo tipo, los técnicos, en la agricultura el elemento más importante bien pudiera decirse, el capital más importante, que es la tierra, lo tenemos ahí a nuestra disposición en forma de una magnífica tierra que puede ser, además, utilizada prácticamente durante todo el año. Ningún país de Europa, ningún país de los países ricos e industrializados del mundo posee las condiciones climáticas de nuestro país. Ni en Europa, ni en Estados Unidos, ni en ningún otro sitio situado en zonas templadas existen las posibilidades que tiene nuestro país para la agricultura.

Por eso, hemos comprendido que, en las condiciones nuevas en que tenemos mercados prácticamente ilimitados, en que las necesidades del pueblo crecen día a día, en que hay un mercado de consumo interno prácticamente ilimitado, la agricultura debe ser la base de nuestro desarrollo (APLAUSOS); y que la industrialización del país —industrialización que no se detendrá— se podrá llevar a cabo en la misma medida en que logremos un extraordinario desarrollo agrícola. La agricultura será, pues, la base de nuestro desarrollo económico, y la agricultura será la base de nuestro desarrollo industrial.

Y afortunadamente hemos podido comprender esto con absoluta claridad, hemos podido ver esto absolutamente a tiempo. Porque debemos decir una cosa: no basta que existe el régimen social ideal, no basta con sustituir el sistema capitalista por el sistema socialista; si esa oportunidad no se aprovecha bien, si no hay una concepción clara de las realidades, aunque tengamos socialismo, estaríamos desperdiciando enormes cantidades de recursos, estaríamos perdiendo magníficas oportunidades. No bastaba haber establecido el socialismo; hacía falta una concepción clara, realista e inteligente de nuestras posibilidades.

De ahí la importancia que tiene el aplicar la teoría a las realidades, el saber aplicar la teoría a las realidades, el saber aplicar de una manera revolucionaria y dialéctica el marxismo-leninismo a las condiciones concretas de cada lugar y de cada época (APLAUSOS).

Eso no significa ser chovinista, eso no significa ser nacionalista, que son dos cosas muy distintas. Chovinismo y nacionalismo entrañan la idea ambiciosa y egoísta de sobreponer los intereses nacionales a los intereses universales, a traicionar los intereses universales en aras de mezquinos intereses nacionales. Pero es que esos intereses, los intereses nacionales, es decir, los intereses de los trabajadores de un país, no chocan ni han de chocar ni tienen por qué chocar con los intereses de los trabajadores de los demás países. Porque los intereses de los trabajadores, dentro y fuera de las fronteras, solo tienen un enemigo con que chocar: los explotadores, los enemigos de la clase obrera bien en el orden nacional o en el orden internacional (APLAUSOS).

Pero sí es claro que cada país tiene condiciones concretas, que cada revolución se desarrolla en un país en concreto, en circunstancias internacionales concretamente distintas, con un grado de desarrollo concretamente distinto, en climas que muchas veces son concretamente distintos; y también no solo estos factores objetivos, sino también factores subjetivos: países con tradiciones distintas, pueblos con idiosincrasias distintas, que le señalan a los dirigentes de la revolución en cada caso concreto y en cada país concreto y en cada circunstancia concreta no copiar de nadie, sino sencillamente interpretar la doctrina, interpretar la teoría, y aplicarla a las circunstancias y condiciones concretas de ese país (APLAUSOS).

Cada pueblo hace su aporte a la revolución, cada pueblo hace su aporte a la historia, cada pueblo hace su aporte a las ideas y a la cultura universal en la medida de sus fuerzas. Y cada uno aporta grandes enseñanzas y grandes experiencias. Debemos saber que cada uno aporta aciertos y aporta errores. Pero los errores que cada país en su propia experiencia aporte, si son imitados, si son repetidos, la culpa no será nunca de los que los cometan, sino de los que los copien. Porque un error puede ser también una enseñanza positiva, ya que los errores cometidos o que podamos cometer nosotros, han de ser útiles también a otros pueblos para que otros pueblos no cometan esos errores. Es decir que debemos copiar todas las experiencias, las positivas; y aquellas que no dieron un resultado positivo, tenerlas también en cuenta, y sacar también de ellas una utilidad para no repetirlas.

Y esa es otra de las cosas que aparecen cada vez más claras ante nuestros ojos al cumplirse el VI aniversario de la Revolución.

Vivimos en un mundo complejo, vivimos en un mundo cambiante. Y es necesario que cada país en este caso —en el caso de una revolución marxista-leninista—, cada partido dirigente, sepa interpretar de manera cabal y correcta la doctrina, y sepa aplicarla de manera cabal y correcta en cada caso concreto. Y hay que decir algo muy importante: ¡Que lo que cada partido deba hacer en cada circunstancia concreta no se lo ha de decir nadie desde ninguna parte! (APLAUSOS); que lo que cada partido revolucionario deba hacer en cada circunstancia concreta, ha de ser elaborado por cada partido y ha de ser elaborado por cada pueblo. Hay que decir, desde luego, que a nosotros nunca nadie nos ha tratado de insinuar lo que debemos hacer. Porque, en primer lugar, no es esa una práctica de ningún partido y, en segundo lugar, si cualquier partido tratara de hacerlo con nosotros, se encontraría un rechazo decidido y terminante (APLAUSOS).

Por si hay algunos que dudan por la cabeza de quién debemos estar nosotros pensando, debemos responder sin vacilaciones, ¡que nosotros no tenemos necesidad de andar pidiendo cerebro prestado a nadie! (APLAUSOS), ¡ni tenemos necesidad de andar pidiendo cabeza prestada a nadie! (APLAUSOS), ¡ni tenemos necesidad de andar pidiendo valor prestado a nadie! (APLAUSOS), ¡ni tenemos necesidad de andar pidiendo espíritu revolucionario prestado a nadie! (APLAUSOS), ¡ni tenemos necesidad de andar pidiendo prestado heroísmo a nadie! (APLAUSOS), ¡ni tenemos necesidad de andar pidiendo prestada inteligencia a nadie! (APLAUSOS.)

Esos factores de orden de conciencia, esos factores de orden subjetivo, bien puede decirse que sobran aquí en este país. Nosotros tenemos grandes necesidades materiales; objetivamente estamos situados a 90 millas del imperialismo yanki (EXCLAMACIONES), situación en que no se encuentra ningún otro país del campo socialista, a miles de millas de distancia del campo socialista, único país socialista en este hemisferio (APLAUSOS).

Y por eso tenemos necesidad de estar armados; por eso tenemos necesidad de esas armas y de esos cañones. Nosotros hemos necesitado armas y las hemos pedido, y estamos infinitamente agradecidos a los países que nos han facilitado esas armas (APLAUSOS). Pero esas armas las hemos pedido porque las necesitamos y, además, no solo porque las necesitamos; la necesidad no basta, hay un factor moral en nombre del cual esas armas las hemos pedido, ¡y es que nos sentimos capaces de saber usarlas! (APLAUSOS.) Y, además, por algo que sabemos muy íntimamente todos nosotros: porque, ¡esas armas jamás se doblegarán ante el enemigo imperialista! (APLAUSOS) Nosotros sabemos íntimamente que esas armas siempre estarán al lado de los intereses de los que luchan por la libertad, y de los intereses de los trabajadores en todo el mundo (APLAUSOS).

Si no hubiésemos tenido esa convicción, no habríamos tenido el derecho a pedir esa ayuda, a pedir esas armas. Y todos nosotros sabemos cuál es nuestro camino, y todos nosotros sabemos que nuestro camino es muy claro. No han faltado, a lo largo de este proceso, quienes alguna vez hayan dicho: "ustedes son unos tontos, porque ustedes no procuraron tener la ayuda de los americanos para hacer la Revolución" (EXCLAMACIONES). Y, desde luego, objetivamente en primer lugar los que hubiesen pensado de tal forma habrían estado a mil leguas de las realidades; porque esos mismos imperialistas que ahora hablan de reforma agraria, hablan de reforma agraria en países donde los monopolios no son los dueños de las tierras, pero aquí eran dueños de las mejores tierras y de los más extensos latifundios del país; pero, además, ¡los imperialistas jamás ayudarán sinceramente a ninguna revolución en ninguna parte del mundo! (APLAUSOS.)

Cuando lo hacen, lo hacen tratando de neutralizar, o lo hacen tratando de que no avance más, lo hacen según la circunstancia y según el caso; porque hay que decir que los imperialistas en muchas ocasiones actúan con un gran realismo y con un cierto sentido dialéctico para tratar de aplicar también a cada caso concreto un remedio concreto.

Y, desde luego, esto yo no creo que lo dude nadie: de que los imperialistas jamás ayudarán desinteresadamente ningún proceso revolucionario, sino para tratar de que sea menos revolucionario, para frenarlo o para tratar de torcerlo de rumbo. Y, además, porque los imperialistas nunca ayudan sin condiciones; siempre ponen condiciones y ninguna revolución puede aceptar ninguna condición de ningún imperialismo (APLAUSOS).

Es bueno que estas cosas se aclaren así como el agua. Nosotros hemos dicho que estamos dispuestos a vivir en paz; creo que esa es una demanda y una aspiración de todas las naciones, de todos los países. Ningún país, ninguna nación anda buscando la guerra, ni anda persiguiendo perturbar la paz, es decir, ninguna nación donde el pueblo, que es el que tiene que sufrir la consecuencia de las guerras, rija los destinos de un país. Nosotros, incluso, hemos dicho que si quieren comerciar con nosotros, estamos dispuestos a comerciar. Hemos dicho que, incluso, en aras de intereses mutuos habríamos estado dispuestos a discutir fórmulas de indemnización. Se trataría de una indemnización de tipo simbólica más que otra cosa.

Pero bueno, hemos dicho eso, pero también hemos dicho siempre, siempre, que de los imperialistas no queremos ni agua (APLAUSOS). Hay que decir que si nos ofrecen ayuda les decimos que no (APLAUSOS), les decimos sencillamente que no, y si nos ofrecen la más desinteresada ayuda les decimos también que no porque no les creemos (APLAUSOS), porque aunque no pusieran nunca una condición el mero hecho de una Revolución haciéndose con ayuda imperialista ya no es un buen ejemplo, porque las revoluciones, como son realmente un buen ejemplo, es cuando se hacen sin la ayuda y aun a pesar del bloqueo de los imperialistas y de la hostilidad de los imperialistas (APLAUSOS).

Cuando hablamos de comercio —aunque, lo digo con toda sinceridad, no pensamos en eso, es una posición de principio pero no pensamos en eso— lo decimos en virtud de que les puede convenir a ellos y a nosotros, ya no es una cuestión de condición que, además, no aceptaríamos jamás ninguna condición. Si para comerciar, si para cesar en su hostilidad ponen condiciones les decimos: ¡No, nosotros no reconocemos ninguna otra condición, ninguna otra obligación que las que emanan de las leyes y de las normas internacionales! (APLAUSOS), ¡jamás ningún otro tipo de condición!

Ahora bien: ¿Qué ha ocurrido cuando nuestro país ha hablado de que está dispuesto a discutir, que está dispuesto a negociar, que está dispuesto a hablar, que está dispuesto a vivir en paz? ¿Cómo han reaccionado los imperialistas? Han reaccionado de una manera insolente, han reaccionado creyendo que tenemos el agua al cuello, han reaccionado creyendo que nos estamos hundiendo y que les estamos pidiendo misericordia. Estos imperialistas no conocen a los revolucionarios, son incapaces de comprender que los revolucionarios si se tienen que hundir, cuando se tengan que hundir, se hunden tranquilamente y no le piden ayuda a nadie (APLAUSOS). Como todo lo miden por el rasero, metro de los dólares y de los pesos y de las ganancias, sin escrúpulo ni conciencia de ninguna clase, son incapaces de valorar el honor de los revolucionarios, el decoro de los revolucionarios, la dignidad de los revolucionarios. Y por eso reaccionan así.

y tal vez por eso también haya sido grande la sorpresa de los imperialistas cuando escucharon los pronunciamientos que en nombre del Gobierno Revolucionario de Cuba hizo el Comandante Ernesto Guevara en las Naciones Unidas (APLAUSOS).

Un periódico vocero del imperialismo, y que revela cierto pensamiento imperialista, se mostró con una cierta sorpresa y dijo que quedaba en claro algo que algunos de ellos no sabían, que era la firme y militante posición de Cuba frente a ellos. ¡Y ahora es que lo saben! ¿Acaso tienen que sorprenderse de eso? y demuestra con qué facilidad los imperialistas se equivocan, con qué facilidad se confunden.

Los periódicos, los cables, hacían un recuento de las veces que yo hablaba y no hablaba de política exterior, y no hablaba de Estados Unidos, y no hablaba del imperialismo. Claro está que nosotros, como revolucionarios con los pies sobre la tierra, sentimos la obligación de ocupar nuestro tiempo y nuestra energía y nuestra palabra, en cada momento, en poner énfasis en todas aquellas cuestiones que tienen una importancia vital para el país y no es cuestión de estar hablando de imperialismo todo el día y la caña parada, y la caña enyerbándose, ¡no!, y los potreros llenos de manigua, ¡no!, porque una Revolución no se hace solo con palabras, una Revolución no se hace solo con teorías, una Revolución se hace con trabajo, con trabajo en los campos, con trabajo en las fábricas (APLAUSOS). ¿Y de qué vale toda la superestructura teórica sin la base material? ¿Es que acaso no nos enseña eso el marxismo-leninismo? ¿Cómo podemos olvidar la importancia que las cuestiones económicas tienen?

Y por eso muchas veces invertimos nuestro énfasis en eso, incluso diciendo: no le echemos toda la culpa al imperialismo, busquemos también la culpa en nuestros errores, busquemos también lo que hay de culpa en nosotros cuando falta algo, y preguntémonos siempre si hemos hecho todo lo que hemos podido o no lo hemos hecho.

Y, además, ya el imperialismo cada día para nosotros luce algo más despreciable. ¡No confundan, señores imperialistas, el desprecio con la conciliación! Aparentemente cuando no se le dedican unos cuantos minutos a decirle algunas cosas por demás sabidas de todos, empiezan a elucubrar, a hacerse ilusiones. Y bueno sería recordarles aquel dicho popular que: "el que vive de ilusiones muere de desengaños" (APLAUSOS).

Y es bueno que sepamos conocer cómo piensan, cómo reaccionan nuestros enemigos. Los imperialistas han tenido la desfachatez de decir que si queremos que mejoren sus relaciones con nosotros debemos romper nuestros vínculos con el campo socialista (EXCLAMACIONES).

En realidad yo creo que no hay un solo ciudadano revolucionario en este país que no piense que eso es una cosa desvergonzada, no creo que haya uno solo que no piense que eso es inmoral e indecoroso, y que si el campo socialista fuera un solo país y no lo que es el campo socialista hoy, si el campo socialista fuera un solo país del tamaño del nuestro, nosotros no cambiaríamos la amistad de ese solo país socialista a cambio de todo un resto del mundo dominado por los imperialistas, o por la amistad de ese resto del mundo (APLAUSOS).

Yo creo que eso es más que claro. Y, en consecuencia con esto, ¿cuál es nuestro pensamiento? Somos un país pequeño, que queremos hacer nuestra Revolución, que tenemos un enemigo imperialista enfrente, que tenemos el campo socialista al lado, pero en el cual campo socialista surgen problemas de distintos tipos. ¿Cuál es nuestra situación?

Voy a decir, en primer lugar, lo siguiente: que nosotros debemos aprender algo, que a nosotros nos falta algo para llamarnos un pueblo enteramente revolucionario. Algunos de ustedes se sorprenderán, preguntarán qué es ese algo.

Cuando aquí empezaron a venir las agresiones imperialistas, empezamos a recibir la ayuda socialista. Esa ayuda se explicaba, se agradecía, esa ayuda se exaltaba. No es que esa ayuda no merezca ser exaltada, ¡no!, nunca será suficientemente agradecida y nunca habrá palabras para explicar cuánto entraña de generosidad; no, no me refiero a eso. Creó en nuestras gentes un cierto espíritu acomodaticio, creó en nuestra gente una cierta tendencia a decir: "Bueno, si los imperialistas nos quitan, el campo socialista nos da", creó una cierta tendencia a mirar el camino como algo fácil.

Y hay algo, por eso, que digo que nos falta para ser un pueblo enteramente revolucionario. Claro está que todavía en el seno de nuestra sociedad pululan distintas corrientes, pululan distintos sentimientos de la ideología burguesa, de la enclenquería pequeño-burguesa, de la falta de valor muchas veces de esos elementos, que le restan reciedumbre, que le restan fuerza al pueblo.

¿Cuándo seríamos un pueblo enteramente revolucionario? ¡El día que estuviéramos decididos —escúchese bien— a que aun cuando del exterior no pudiera llegarle a Cuba absolutamente ninguna ayuda, este pueblo resistiría! (APLAUSOS PROLONGADOS.)

Es decir, solo tendremos derecho a considerarnos enteramente revolucionarios, solo tendremos derecho a considerarnos absolutamente seguros, solo tendremos derecho a considerarnos absolutamente fuertes, el día que tengamos todos los revolucionarios de este país esa convicción: ¡Que con los recursos de esta tierra, la voluntad y el espíritu de este pueblo, si nosotros con nuestros solos y exclusivos recursos tuviésemos que afrontar todos los problemas, estuviésemos dispuestos a hacerlo y lo hiciéramos! (APLAUSOS.)

¿Quiere decirse que esa oportunidad vaya a presentarse? Es posible que esta prueba no se presente nunca, pero realmente preferimos un pueblo educado en ese espíritu que el pueblo educado en la idea acomodaticia de que lo vamos a recibir todo de fuera, porque eso debilita nuestro espíritu revolucionario, eso debilita nuestra conciencia revolucionaria, y un poco más podría llegar a debilitar nuestra dignidad revolucionaria (APLAUSOS).

y desde luego que ya llevamos seis años de Revolución, los factores subjetivos han aumentado considerablemente, el pueblo de hoy es un pueblo mucho más organizado, mucho más revolucionario, mucho más preparado, no hay la menor duda. Y yo no tengo la menor duda, pero no tengo absolutamente la menor duda de que este pueblo sería capaz de pasar semejantes pruebas (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!").

Imaginemos un día un bloqueo, un bloqueo total, que no entre ni combustible ni entre nada aquí; imaginémonos las peores circunstancias: estoy absolutamente seguro de que resistiríamos, no tengo la menor duda (APLAUSOS PROLONGADOS).

Y no les estoy hablando a los hombres del campo, no les estoy hablando a los hombres del campo, porque a un hombre de la Sierra Maestra esto no le llamaría ni la atención, porque él diría: "Bueno, yo he vivido toda mi vida sin combustible, sin luz eléctrica, sin transporte, sin medicinas, sin nada." Diría él, si este discurso lo estuviéramos pronunciando allí en San Lorenzo, en La Plata, en El Jigüe, en Cahuara, en Magdalena, en cualquier lugar de la Sierra Maestra, los campesinos dirían: "¿A qué me viene a hablar usted de esas escaseces, de esas privaciones, si yo he vivido toda la vida así?" Se lo estamos diciendo a la población de La Habana, a los trabajadores de La Habana precisamente, a aquellos que acostumbraron su vida a la electricidad, al cine, y a infinidad de cosas, al transporte de una ciudad moderna.

¡Y esta es la reacción de los trabajadores de la capital! Si un día nos viéramos en esa situación, el combustible quedaría reservado para los tanques, los camiones de transporte de tropas y los servicios armados (APLAUSOS). ¿Y la población urbana? Pues nos mudaríamos en masa, nos iríamos a juntar con la población rural del país y a trabajar con bueyes, con azadones, con picos, con palas (APLAUSOS), ¡y resistiríamos!, ¡¡resistiríamos!! (APLAUSOS PROLONGADOS.)

Esto quiere decir que somos un pueblo con derecho a andar con la frente alta por el mundo, un pueblo con derecho a hablar con criterio, pensamiento y voz propios, un pueblo con derecho a ser ejemplo para cualquier pueblo pequeño del mundo, para cualquier pueblo subdesarrollado del mundo, para cualquier pueblo dominado por el imperialismo, o por el colonialismo, en cualquier sitio del mundo. Esto quiere decir que somos un pueblo con determinación suficiente para lograr un lugar en la historia del mundo.

Mas cuando hablamos de esos derechos no pensamos en nuestros derechos, sino en que representamos el derecho de muchos pueblos igual que nosotros, de muchos pueblos como nosotros (APLAUSOS). Y porque estaremos sentando bases para el futuro, sentando normas para el futuro, para un futuro en que tendrán que convivir todos los pueblos bajo normas distintas, bajo principios internacionales distintos, bajo un sistema social distinto. Porque en el futuro no habrá colonialismo ni habrá imperialismo.

El socialismo es un sistema social nuevo que empieza con tremenda fuerza creadora, que desarrolla nuevas ideas, nuevas experiencias. Y en ese campo de las ideas y de las experiencias también debemos actuar nosotros y también debemos crear nosotros, y llegar a la más cabal interpretación de las ideas de Marx, de Engels y de Lenin (APLAUSOS), y hacer también nuestro aporte en las nuevas circunstancias, en las condiciones nuevas. Tenemos que llegar al más cabal desarrollo de la idea del papel del Partido, y al desarrollo de instituciones que garanticen la más estrecha ligazón entre las masas y su Partido de vanguardia (APLAUSOS).

Y nos sentimos muy satisfechos de que esa vinculación crece día a día, y es cada vez mayor, en la misma medida en que las masas trabajadoras participan en la formación y en la selección de su vanguardia (APLAUSOS). Porque si el Partido es la vanguardia de los trabajadores, si el Partido es la representación de los trabajadores, ese Partido no se puede organizar de espaldas a las masas, ese Partido no se puede organizar en ausencia de las masas; porque las condiciones en que se organiza un partido en la lucha por el poder, en la clandestinidad y fuera de la ley, son muy distintas que cuando el Partido está en el poder y está con la ley, luego los métodos han de ser muy distintos en la formación y en la organización de esa vanguardia.

El marxismo-leninismo entraña el concepto de dictadura del proletariado; y, efectivamente, el socialismo es una etapa de tránsito, que políticamente se caracteriza por ser la dictadura del proletariado. Claro está que la palabra dictadura le cae muy mal a todo el mundo, porque la palabra dictadura está indisolublemente asociada a la dictadura de hombres, a la dictadura de camarillas, pero esencialmente a la dictadura de los explotadores. Dictadura del proletariado significa la dictadura de una clase, no de una camarilla, no de un hombre. Claro que esa clase no es la de los terratenientes, no es la de los grandes comerciantes, no es la de los banqueros. No. Esa dictadura, incluso bajo la forma de democracia representativa, la sufrió el pueblo, porque cuando no tenía una forma de dictadura militar de clase, tenía la forma de una dictadura parlamentaria de clase. Ahí estaban todos los representantes de los terratenientes, de los banqueros, de los ricos comerciantes e industriales, de los monopolios extranjeros.

¿Acaso el concepto dictadura del proletariado está en contradicción con el concepto de democracia? No. Si desarrollamos nuestras ideas, si tenemos capacidad de pensar más profundamente, podemos entender esto. Por ejemplo: en Estados Unidos tienen la dictadura de clase de los grandes banqueros, de los grandes monopolios, en forma de lo que pudiéramos llamar "democracia burguesa". Pero en Nicaragua, en Honduras, en Guatemala, tienen también la dictadura de los monopolios, de los terratenientes, no en forma de democracia burguesa, sino en forma de dictadura castrense (ALGUIEN DEL PUBLICO DICE: "Los gorilas"). Esas clases gobiernan a través de los gorilas, como dice un hombre del pueblo.

Y así, allá no hay democracia, es una dictadura de clase, gobierna una clase. En el socialismo gobierna otra clase. Los burgueses no tienen derecho, los burgueses no tienen derecho político, no tienen derecho a gobernar. Todos los conceptos son distintos. Ahora los periódicos no son de los burgueses, donde publicaban lo que les daba la gana para "reventar" a los trabajadores; ahora los periódicos son de los trabajadores, donde se publica lo que les da la gana a los trabajadores para "reventar" a los explotadores y a los imperialistas (APLAUSOS). La cosa es clara, bien clara, los burgueses no tienen ningún derecho a publicar nada en ningún periódico proletario.

Ahora bien, es necesario establecer las instituciones donde funcione cabalmente el concepto de democracia proletaria, dentro del concepto de dictadura del proletariado, dentro del concepto de dictadura de clases. Y esas instituciones hay que formarlas. Eslabón y esencia de esas instituciones ha de ser nuestro Partido. Es por eso que debemos seguir avanzando, seguir desarrollando estas ideas hasta ir a la organización de toda la sociedad, de todo el Estado, sobre esta base, sobre la concepción de la democracia de los trabajadores dentro de la dictadura de los trabajadores. Porque el régimen socialista ha de ser dictadura para los explotadores, y ha de ser al mismo tiempo, una democracia proletaria.

Nuestro país no se ha apresurado en crear instituciones formales. Realmente somos alérgicos al formalismo. Estamos apegados a instituciones esenciales, preferimos no crear algo, a crear algo con un carácter exclusivamente formal, o formalista. Y cuando hagamos nuestra Constitución no andaremos disimulando en esa Constitución el papel del Partido, el papel de la vanguardia de los trabajadores (APLAUSOS).

Ya andamos por el sexto año, y en los años próximos debemos crear nuestras instituciones estatales, y debemos crear nuestras instituciones locales, el derecho constitucional nacional, y el derecho constitucional local, que ya no será el viejo derecho constitucional burgués para la nación o para la localidad.

Es necesario que empecemos a preocuparnos por estas cuestiones. Es necesario que nos preocupemos por resolver estos problemas. Es necesario que avancemos en el terreno práctico y avancemos también en el desarrollo de las ideas, puesto que nuestro país tiene también una responsabilidad en este sentido, tiene un deber muy grande en este sentido. Nuestro pueblo debe encontrar soluciones, soluciones que entrañen la unidad de la esencia y de la forma, y no el divorcio entre la forma y la esencia. Y hay todavía un largo trecho por recorrer en este sentido.

Quede pues bien claro cuál es nuestro futuro. En un futuro largo viviremos todavía en condiciones internacionales adversas.

¿Cuándo los imperialistas se decidirán a discutir con nosotros? Dudo que se decidan a discutir con nosotros. Preferimos, incluso, que tengan que discutir no con una Revolución, sino con varias revoluciones (APLAUSOS). Porque no se trata que los imperialistas respeten nuestros derechos y se comprometan a no intervenir en Cuba, hay que decirles que se comprometan a no intervenir en Viet Nam, a que se comprometan a no intervenir en Venezuela, a que se comprometan a no intervenir en Guatemala, a que se comprometan a no intervenir en el Congo (APLAUSOS).

¿Quién enseñará a los imperialistas a cuándo y cómo deben discutir? Los pueblos. Los pueblos serán los maestros de los imperialistas. Porque un día no tendrán que discutir con Cuba solo. ¿Cuándo será? Nadie puede ser agorero, ni puede ser profeta, lo único que se puede decir es: será. Algún día aprenderán a discutir con los pueblos revolucionarios en la misma medida en que los pueblos sacudan el yugo imperialista. Hay que ser realista. Los imperialistas, para discutir ahora con nosotros, irían poniendo condiciones, y nosotros hemos dicho que no podemos aceptar ninguna condición (APLAUSOS). Entonces no tienen ningún interés en discutir. Pues nosotros, no tenemos ningún apuro, pero hay algo más, podemos decir que no tenemos tampoco ningún interés en discutir con ellos (APLAUSOS).

Ellos dicen que nosotros debemos dar pruebas, y nosotros les decimos: ustedes son los que deben dar pruebas, porque ustedes son los que han estado agrediendo a nuestro país, interviniendo en los asuntos internos de nuestro país, organizando ataques piratas, invasiones, violaciones de todo tipo.

Es bueno que los imperialistas sepan a qué atenerse con nosotros. No tenemos ningún apuro en discutir y estamos conscientes de que hoy somos un país, un solo país, las cosas serán distintas cuando sean unos cuantos países. Somos un solo país, pero estamos seguros de que vamos a resistir toda la hostilidad y todo el bloqueo de ustedes (APLAUSOS). Somos un solo país y estamos seguros además de que solo hay una forma de destruir la Revolución, y es ¡barriéndonos del mapa! (APLAUSOS.) ¡Y yo quiero saber si es posible barrer del mapa a un pueblo entero con Pico Turquino y todo! (EXCLAMACIONES y APLAUSOS.) Lo sabrán. Ellos saben su poderío material, nosotros conocemos nuestro poderío moral. ¡Esa es nuestra fuerza! (APLAUSOS.)

Pero seamos realistas como revolucionarios. No se puede tener una posición teórica y otra posición práctica. No se puede tener una posición ante la teoría y otra posición ante el trabajo. Esta posición ideológica de la Revolución nos señala también nuestras obligaciones prácticas, nuestras obligaciones ante el trabajo. Y hay algo que yo no tengo la menor duda, aun en las actuales condiciones del país, con toda la hostilidad del imperialismo: nosotros podemos desarrollarnos, podemos crecer y progresar económicamente, estoy absolutamente seguro de eso (APLAUSOS). No es que tengamos por delante un tiempo tenebroso, un augurio terrible, ¡no! Cuando hablamos de eso, hablamos de una disposición, de una convicción. Pero realmente las perspectivas que tenemos son buenas si las aprovechamos bien, si trabajamos bien.

Es cierto que el precio del azúcar que se vende en el mercado mundial se ha reducido considerablemente, que tendremos menos divisas para comprar en el mercado mundial, pero también es cierto que en muchos renglones tendremos más alimentos producto de nuestro esfuerzo, producto de nuestro trabajo. Tendremos todavía posiblemente par de años con esas dificultades, pero se están desarrollando considerablemente otros renglones de la economía, podemos acelerar el ritmo de ese desarrollo, mejorar los abastecimientos en general, y tener otros productos para exportar. Eso nos pasa porque solo teníamos caña para exportar, porque dependíamos de la caña con precios altos y precios bajos; pero también es cierto que una parte considerable de nuestro azúcar está vendida en el campo socialista con precios estables que son satisfactorios para nosotros (APLAUSOS).

Y nosotros mantendremos más o menos nuestras exportaciones al Mercado Marginal Mundial, a los niveles actuales. Pero los aumentos de producción de azúcar irán, fundamentalmente, al campo socialista, con precios que son satisfactorios para nosotros; porque tanto la URSS como la República Popular China nos pagan el azúcar a algo más de seis centavos (APLAUSOS), y son los dos mayores consumidores que tenemos. Y a otros países del campo socialista les vendemos el azúcar a algo más de cinco centavos. Es decir, que el grueso de nuestra producción irá a consumidores que tienen con nosotros un comercio estable y satisfactorio.

Claro que mientras que nuestra economía mantenga ciertas características en estos primeros años los ingresos en divisas para el Mercado Mundial son importantes para nosotros, pero no son decisivos. Y a ningún país capitalista dejaremos de pagarle. Son falsas las insinuaciones de los imperialistas, conque pretenden desalentar nuestro comercio con el resto del mundo. Porque como dijimos una vez, si tenemos que pasar hambre pasamos hambre, pero pagaremos siempre hasta el último centavo (APLAUSOS). Pero no es ni siquiera necesario, ni pasaremos hambre. No solo no pasaremos hambre, sino que tendremos más y más abastecimientos y, además, pagaremos siempre hasta el último centavo, no quedaremos a deber un solo centavo a nadie (APLAUSOS). Para eso contamos con el pueblo, que es el acreedor, y es el deudor, y es el productor, y es a la vez el dueño de lo que produce. Aquí el gobierno no es representante de comerciantes ni de burgueses ni de explotadores, ¡es representante del pueblo, y en nombre del pueblo realiza los compromisos, y en nombre del pueblo cumple esos compromisos!

Ahora ha bajado el precio del azúcar en el Mercado Mundial pero, sin embargo, no por eso nuestros obreros cañeros ganan menos, sino por el contrario: este año nuestros obreros cañeros tendrán un salario más alto que el año pasado (APLAUSOS). Baja el precio del azúcar en el Mercado Mundial y, sin embargo, no por eso nuestros pequeños agricultores cañeros van a recibir menos, por el contrario: nuestros pequeños agricultores cañeros tienen también un precio estable y satisfactorio para su azúcar, independientemente de los altibajos del Mercado Mundial. ¿Por qué? Porque el trabajador en nuestro país es uno, no es trabajador cañero, o trabajador del transporte, o trabajador eléctrico, o trabajador del petróleo. ¡No! ¡Todos los trabajadores tienen los mismos derechos! ¡Todos los trabajadores son iguales! ¡Los recursos del país pertenecen por igual a unos y a otros! Ahora no es como antes, ahora todos nos apoyamos en todos, y todos le damos a cada uno de los demás la garantía de su derecho y la garantía de su salario (APLAUSOS).

Por eso, nuestros trabajadores cañeros cortarán con más entusiasmo la caña este año. ¿Y alguien duda que cortaremos la caña? (EXCLAMACIONES DE: "No!") ¡No! Hay mucha caña y hay que cortarla. ¿Los imperialistas lo dudan? ¡pues nosotros no!, porque vamos a cortar hasta la última caña. Y si los trabajadores no alcanzan, si los obreros voluntarios no alcanzan, se cortará la caña. ¿Por qué? ¡porque si es necesario movilizaremos a todo el pueblo, si es necesario movilizaremos a todos los estudiantes! (APLAUSOS.) A veces hemos movilizado a las fuerzas armadas, pero, ¿qué ocurre? Debemos cuidar el transporte de las fuerzas armadas, debemos cuidar la preparación combativa de nuestras fuerzas armadas. Por eso hay que tener cuidado, hay que movilizar una parte de nuestras fuerzas armadas; pero la otra ha de montar guardia, defendiendo al país, defendiendo el derecho del pueblo trabajador (APLAUSOS).

Si es necesario nos movilizaremos absolutamente todos, y cortaremos hasta la última caña. De eso no le quede duda a nadie: ¡Que la vamos a cortar bajo y de un solo tajo! (APLAUSOS.)

Pero, además, con cada machetazo que demos vamos a cortar una caña que pesa un 50% más que el año pasado, porque tenemos una caña más alta y más gruesa, y de cada par de machetazos mandaremos unas cuantas libras más de caña al central azucarero; el trabajo rendirá más. Y, además, tenemos 500 combinadas ya, y un mayor número de alzadoras (APLAUSOS). Y les voy a dar una buena noticia: en Oriente la caña en cinco centrales en el mes de diciembre dio un rendimiento de 10 ó más por ciento de azúcar (APLAUSOS), lo cual es una buena noticia, porque nos permitirá emplear el central azucarero más tiempo y nos permitirá, por lo menos en algunas regiones del país, comenzar la zafra más temprano y con la misma inversión en máquinas, la misma inversión industrial. Y este año se ha podido percibir eso; habrá que observar qué es lo que ocurre en los años sucesivos, pero no debe haber la menor duda de que cortaremos hasta la última caña, llueve, truene, relampaguee, haya amenaza de agresiones, de invasiones o de lo que sea, porque hoy tenemos más organización, y hoy con una mano podemos cortar la caña y con su otra mano el pueblo barre cualquier invasión de mercenarios (APLAUSOS).

Lo mismo que antes nuestros desfiles duraban ocho horas y hoy duran 35 minutos, cualquier invasión que antes duraría tres días ahora duran unas horas. ¿Comprenden? Así que como tenemos mejor defensa, mejor organización —antes teníamos que dedicarle mucha atención a la defensa—, hoy tenemos una fuerza mucho mayor, podemos dedicarnos también a la construcción económica del país, podemos dedicarnos también al desarrollo económico del país.

Ahora bien: desde el punto de vista práctico, una última cosa. ¿Qué mal tenemos nosotros que erradicar? (EXCLAMACIONES.) ¿Ustedes dijeron el burocratismo? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!") ¡Ah!, estamos absolutamente de acuerdo, absolutamente de acuerdo (APLAUSOS). ¿Pero cómo lo vamos a hacer? ¿Creando desempleo, cesanteando gente? ¡No, no debemos hacer lo así! No sería correcto, no sería justo; porque, señores, si vamos a cesantear a alguien, debíamos empezar por cesantearnos nosotros primero que nadie, porque somos los que hemos creado el burocratismo (EXCLAMACIONES). Mejor dicho, no, no; voy a rectificar. El burocratismo venía de atrás, pero nosotros en algunos casos lo hemos desarrollado y en otros no lo hemos combatido de manera eficiente.

¿Significa esto despreciar a los compañeros que trabajan en oficinas? No. Hay un trabajo administrativo necesario; no debemos confundir administración con burocratismo. Burocratismo es, en primer lugar, una concepción, la creencia de que desde una oficina se hace el mundo; primera concepción pequeño-burguesa ciento por ciento: el mundo hecho a imagen y semejanza de un pequeño-burgués desde una oficina, con toda una atmósfera y un ambiente allí que no es un ambiente proletario. Segundo: es la hipertrofia de determinadas funciones administrativas, producto muchas veces de la concepción; hemos creado de todo en estos seis años.

Cuando yo hablaba de la experiencia, pensaba en esas cosas. El problema de la avicultura no lo resolvió un consolidado; lo resolvió un combinado —que es una cosa distinta con magníficos resultados—, que unió las fábricas que producían el pienso para los pollos, los centros de genética avícola; que, incluso, recoge y distribuye sin intermediarios. Ese organismo recoge de la granja el huevo y lo lleva hasta la bodega, sin intermediarios estatales, lo que equivale a decir: sin organismos parasitarios estatales. Porque el parasitismo se puede crear también en el socialismo. Y organismos parasitarios, es decir, organismos improductivos se pueden crear también en el socialismo. Bien: eso significa un gran ahorro de personal, de fuerza de trabajo, se combina.

Se me olvidaba decirles una cosa: que todos los centros de pies de cría y todas las incubadoras y todas las instalaciones que hicieron posible el desarrollo de este plan se adquirieron con parte del dinero que pagaron como indemnización los mercenarios de Playa Girón (APLAUSOS). Así que, recuerden, a partir de mañana, cada vez que frían un huevo o lo pasen por agua, recuerden que los imperialistas nos ayudaron a desarrollar ese plan con la indemnización que nos pagaron sus mercenarios.

Pero, bien (EXCLAMACIONES DE: "Nos robaron 10 millones")...

...Nos robaron 10 millones, pero nosotros les vamos a sacar a las gallinas esas mucho más que eso (RISAS).

Hay que decir que ahí hemos establecido un combinado, nos ha dado muy buenos resultados; pero esto no quiere decir que ahora vayamos haciendo combinados en todas partes, ¡no! Porque uno de los males ha sido esa falta de sentido dialéctico que ha llevado a mucha gente a ponerle a cada cosa el mismo sayón. Es igual que si a cada una de nuestras mujeres —altas, bajitas, gruesas, delgadas— queremos ponerle el mismo vestido de todas formas; sería una cosa horrible (RISAS). Las mujeres protestarían con toda razón y con todo derecho.

Pero las pobres empresas estas no pueden protestar. Y así, a veces, hacemos una empresa consolidada de "chinchales", que bien pudiera llamarse "ECOCHINCHE" —según dice el periódico "palante y Palante"—; "Ecochinche": es decir, la organización que correspondería a una industria desarrollada cuando no hay tal industria desarrollada.

Y así esa manía, en muchos organismos, de organizar empresas verticales de un extremo a otro de una isla larga y estrecha, que en muchas circunstancias no correspondían al grado de desarrollo de esa industria o de esa rama de la producción económica. Incuestionablemente que en muchos organismos del Estado tenemos que rectificar y crear estructuras más idóneas y más adecuadas. Esas estructuras correspondientes a concepciones erróneas son, en parte, causantes del burocratismo. Pero, además, el espíritu pequeño-burgués en el seno de la revolución proletaria, la despreocupación por el dinero de mucha gente.

Y, realmente, cuando veo un funcionario que no le importa el dinero, pienso que ese funcionario en su vida ha producido un peso, y si alguna vez lo produjo, se le olvidó. Pienso que lo mejor que se podría hacer con cualquiera de esos funcionarios, que cuando van a crear un puesto no se preguntan cuánto cuesta, no se preguntan por los costos, no les importa que van a echar un número de pesos más en el bolsillo de la gente y una carga más sobre los hombros de los trabajadores, sería un buen remedio mandarlos a una lechería de vacas cebú por lo menos tres meses, para que sepan allí —levantándose a las cuatro de la mañana o a las tres y luchando con esos animales que son bastante bravos— cuánto trabajo cuesta producir un peso de leche; y que si cuesta trabajo producir un peso de alimento, deben tenerlo muy presente cuando le van a echar un peso en el bolsillo a alguien.

Señores, porque la producción tiene que ir por delante de los pesos, y algún día tienen que desaparecer las colas, y algún día debemos liberarnos de la libreta (EXCLAMACIONES DEL PUBLICO). No, no podemos resignarnos a la libreta. Y, claro, creo que nos vamos a ir librando, a pesar del burocratismo; pero, eso sí, si le ponemos freno al burocratismo y lo echamos hacia atrás.

El burocratismo tiene muchas causas. Pero, bien, es un mal en parte pasado y en parte presente. Y creo de todo corazón que el socialismo tiene que cuidarse del burocratismo tanto como del imperialismo. No olvidarse de eso, porque es más peligroso, porque es un enemigo clandestino. Ustedes han oído 10 millones de gente hablar contra el imperialismo, ¿cuántos han oído hablar contra el burocratismo? Seguro, seguro, seguro que no son muchos. Pero es un mal grande del cual no nos damos cuenta, del que no tenemos conciencia. Y, sin embargo, es un gravísimo mal, estorba la producción, consume en tareas innecesarias las mejores inteligencias, consume mucho de la energía del pueblo. ¿Pero quiere decir esto que ahora debemos hacerle pagar los platos rotos a los que están trabajando en las oficinas? No. ¿Cesantear a alguien? No. ¿Rebajarle un centavo de su ingreso a alguien? No. Esos no serían métodos justos, no serían métodos revolucionarios. ¿Qué vamos a hacer? Primero congelar, y ya lo saben: congelar quiere decir que ni un empleado más en una oficina; les damos la consigna a todos los trabajadores de todo el país (APLAUSOS).

Vamos a luchar contra ese mal con las masas y con el Partido; vamos a crear en cada región una comisión, no un control centralizado de empleo que es un disparate, sino a nivel de localidad. ¿Que surge un nuevo empleo, una nueva necesidad? Bueno, aquella comisión debe decir: allí hay un excedente de fuerza de trabajo, en aquella fábrica, para hacer una real ubicación, porque muchas veces esas llamadas reubicaciones son una mentira, ¡una mentira! Y luego, hay amigos que llaman a sus amigos (EXCLAMACIONES). Si ustedes siguen la trayectoria de algunos funcionarios, verán que algunos funcionarios se llevan con sus amigos, mejor todavía que como se llevan con sus hermanos en la casa. Y cuando se mudan de organismo se quieren mudar con sus amigos; entonces empiezan a llamar y a pedir. Aquí hay algunos que han estado en cuatro lugares y detrás han estado sus amigos también. Eso no puede ser. Luego la piratería: renuncia aquí y ven para acá que vas a ganar 30.00 pesos más. Cada vez que ustedes vean eso denúncienlo al Partido, denúncienlo a las organizaciones que se van a crear en todas partes (APLAUSOS).

El partido no va a administrar empresas. ¡No! Pero va a darle instrucciones a una comisión y velará porque cada nuevo empleo que se cree, antes que nada, se le dé prioridad a aquel que está mal utilizado en otro centro de trabajo, en otra oficina, en otra cosa.

(DEL PUBLICO LE DICEN: "Fidel, hay mucha gente paseando con carros del Estado")

También hay mucha gente paseando con carros del Estado; eso es verdad (EXCLAMACIONES). Por eso todos los carros del Estado deben tener su letrerito. Y ojo avizor, porque eso de estar gastando la gasolina y el equipo, ¡no hay derecho! Pero bien, ojo avizor, y vamos a luchar contra esos males con las masas y con el Partido, porque tenemos que organizar. No basta con que aquí me lo digan un día, no hacemos nada; tenemos que organizar la conciencia del pueblo, tenemos que organizar la vigilancia y la acción del pueblo a través del Partido.

Ahora, como en muchos organismos, incluso en muchas fábricas, hay mucho personal, en exceso, lo que vamos a hacer es no dejar a nadie cesante, no rebajarle siquiera un centavo a nadie; vamos a organizar escuelas pero no con los organismos. También el Partido va a trabajar en la organización de esas escuelas coordinado con el Ministerio del Trabajo y el Ministerio de Educación.

Si tenemos decenas de miles de gente que a poco que hagamos una racionalización vemos que no están rindiendo de una manera útil, ¿qué debemos hacer? Poner decenas de miles de gente a estudiar, preferible es pagarle todo el sueldo que ganan, sin descontarle un centavo pero que estén estudiando (APLAUSOS).

Ahora, muchos organismos tienen una persona de cuarenta y tantos años y cuando van a racionalizar quieren sacarlo a él —en muchas ocasiones esa persona de cuarenta y tantos sabe más que el de veintitantos—, o si no proponen jubilarlo. ¿Qué es eso? No hemos llegado al comunismo, no podemos jubilar aquí a todo el mundo, no podemos. Ya la Seguridad social constituye un tremendo gravamen para la economía del país, ya pasa de 200 millones de pesos y no podemos comernos la semilla antes de tener la cosecha. Y aquí ha habido una política de jubilaciones errónea. No podemos estar haciendo lo que queremos, sino lo que podemos, y debemos reservar los millones que podemos gastar de incremento en Seguridad Social todos los años, para aquellos casos más necesarios, para aquellos casos más urgentes: en el caso de una viuda que se queda sin sostén, en el caso de un obrero que queda invalidado, en una persona que por razones de salud o de edad, de verdad que no puede trabajar ya. Muchas veces han jubilado personas y después cobran la jubilación y cuando se necesitan empiezan a trabajar y empiezan a cobrar dos sueldos. Y ese no es el sentido de la jubilación, señores. ¡No somos millonarios!

Alguien me decía un día: "mire, la verdad que es doloroso cuando se enferma alguien que gane el 40% de su sueldo". Y yo le dije: "Es verdad, eso es muy doloroso y muy triste. Pero no podemos hacer más." Ya el hecho de poder pagar el 40% a los que se enferman, es un enorme avance por encima de lo que había antes en que daban nueve días. Hoy si un obrero se enferma seis meses, un año, tiene asegurado por una parte el sustento; quisiéramos darle el 100%, ¿pero de dónde?, ¿para hacer más colas? ¿Es correcto que aumentemos los ingresos y los salarios, el dinero circulante, antes de aumentar la circulación? Basta saber sumar y restar para comprender eso. Hemos hecho grandes avances, pero tenemos que marchar con cautela en ese problema de la Seguridad social; muchos han jubilado a gentes jóvenes.

¿Quiénes deben ir a esas escuelas? Preferiblemente los jóvenes. En vez de jubilar a los de más edad —y eso de jubilar a una señora a los 46 años es una ofensa además de ser una cosa antieconómica; pero no a una señora, a un señor, a nadie le gusta, así, que tranquilamente lo jubilen fuera de tiempo, eso es antieconómico—, en vez de jubilar a las personas que todavía pueden trabajar, debemos poner a estudiar a los más jóvenes, prepararlos, que estén estudiando tres años, que se hagan contadores, que aprendan la técnica de la administración, que aprendan a manejar equipos eléctricos, electrónicos, lo que sea, para que cada día haya menos gente en la oficina, con más rendimiento. Vamos a poner a estudiar a todo el personal excedente.

¿Qué hacer con el joven? ¿Tenemos acaso necesidad de estar buscando trabajo para el joven? No. Para el joven tenemos una beca, si quiere; para el joven tenemos los centros tecnológicos, la enseñanza preuniversitaria; para el joven tenemos la universidad. No tenemos ninguna necesidad de meter un hombre joven en una oficina; vamos a hacerlo ingeniero, que cualquiera comprende que eso es mejor, que eso es más útil; para todo joven tenemos el estudio.

Ahora un joven quiere estudiar, pero trabaja. Nosotros habíamos hablado de que en esos casos de que alguien tenga una real necesidad preferible era darle un subsidio si era un buen estudiante; incluso hay una fórmula que últimamente hemos estado elaborando superior a esta del subsidio, para que en el futuro ya no se den nuevos subsidios. Los que están que estén ya, no tocarlos, pero en lo adelante en la universidad y en determinados centros, en vez de un subsidio, alguien al que le surja una necesidad que lo obligue prácticamente a abandonar los estudios decirle: ¿Cuánto usted necesita? Y decirle: bueno, no le vamos a dar un subsidio, le vamos a hacer un préstamo para que lo pague cuando usted termine sus estudios en un número de años, cuando usted termine su carrera (APLAUSOS).

Creo que eso es mucho mejor y creo, incluso, que eso es mucho más cómodo, porque en realidad los salarios que tienen los técnicos permiten fácilmente, a cualquier estudiante que haya necesitado alguna ayuda, pagarla después durante un número de años, decir: necesito tantos años para pagarla, de acuerdo con mis necesidades. Y más que un subsidio hacerle un préstamo, la sociedad le hace a ese futuro técnico un préstamo, el cual el técnico se lo va a devolver a la sociedad, para que pueda hacer lo mismo con otro, cuando ya se haya graduado.

Pero, en fin, para todo joven la oportunidad de hacerse técnico, para todo el que está sin desarrollar un trabajo útil, la oportunidad honrosa de poder estudiar sin detrimento de sus ingresos, sin detrimento de sus intereses, sin detrimento de su familia. Y, por lo tanto, ya en este año vamos a crear muchas escuelas, y no va a quedar nadie cesante, y no se le va a reducir un solo centavo a nadie de sus ingresos, que creo que es la manera humana, la manera revolucionaria, la manera socialista de resolver ese problema, y es lo que vamos a hacer, porque hay exceso de personal no solo en oficinas administrativas, lo hay también en muchos centros de trabajo.

A algunas personas de cierta edad de los centrales azucareros las jubilaron y ahora tienen que estarles pidiendo que vuelvan a trabajar en el central. Y así cada vez que podamos recuperar a alguien que todavía esté en capacidad de producir, que vaya a la producción si lo desea, debemos dar oportunidades, y de esa manera reservar la seguridad social, las jubilaciones, para los casos más vitales, más necesarios, más perentorios.

Bien: ¿Cómo bautizamos este año? (ALGUIEN LE DICE ALGO.) ¿"Año de la Zafra" dijeron? ¿No? (EXCLAMACIONES); ¿hablaron del burocratismo?, ¿qué dicen? (EXCLAMACIONES.) Bueno, ahí hay una proposición, dicen: "Año de la Lucha contra el Burocratismo" (EXCLAMACIONES). Bueno, pero hay algunos que hablan del "Año de la Agricultura".

Yo confieso que a mí me gustaba aquello del "Año de la Lucha contra el Burocratismo" pero eso de la Agricultura, eso de la Agricultura les digo que es una cosa muy buena también. Pero, ¿y si se nos queda el burocratismo sin luchar contra él?

Aquí otros hablan del "Año de la Producción", pero yo creo que el "Año de la producción" es un poco muy genérico todavía.

Les advierto que lo de la Agricultura tiene una cosa buena, porque entraña estudio de la agricultura, incremento, impulso, material de estudio de la cosa agrícola, de las escuelas... (LE DICEN ALGO DEL PUBLICO). Es muy grande, producción es muy grande.

Bueno, vamos a someterlo a votación. Aquí hay tres proposiciones. No voten todavía, no voten, primero les voy a decir cuáles son, ustedes no digan nada: uno "Año de la Lucha contra el Burocratismo", otro el "Año de la Agricultura", otro el "Año de la producción" (EXCLAMACIONES). ¿Hay más proposiciones?

Algunos hablan del "Año de la Agricultura Técnica", otros "Año de la Zafra", pero bueno, hay que someter a tres, vamos a someter a tres. Los que dicen "Año de la Producción", ¿cuáles son los que están de acuerdo? (NUMEROSO PUBLICO LEVANTA LA MANO) Bien, los que están de acuerdo con "Año de la Lucha contra el Burocratismo", ¿cuántos? (NUMEROSO, PUBLICO LEVANTA LA MANO) Vamos a ver que se ve que hay bastantes votos aquí. Y los que están de acuerdo con que sea el "Año de la Agricultura" (LA INMENSA MAYORIA DEL PUBLICO LEVANTA LA MANO).

Bueno, en realidad creo que demuestra un gran sentido, un gran sentido de las masas esa proposición y ese criterio de que centremos nuestro esfuerzo en ese campo de la economía, centremos nuestro esfuerzo en la agricultura y, sobre todo, en el desarrollo de la agricultura técnica (APLAUSOS).

Al mismo tiempo, como en todos nosotros existe la preocupación y la conciencia de la necesidad de luchar contra el burocratismo, debemos darle un voto de confianza a nuestro Partido para que lleve a cabo el mandato del pueblo de luchar contra el burocratismo (APLAUSOS). Y de verdad que es mejor, porque yo me imagino a cualquier compañero que no se sienta muy contento en su trabajo, que en el papelito tenga que poner abajo: "Año de la Lucha contra el Burocratismo", en los papeles esos, cuando todavía aquí se tramitan tantos papeles. Mejor es "Año de la Agricultura" con la máquina de escribir pero con la mocha también de cortar caña (APLAUSOS). (ALGUIEN DEL PUBLICO LE DICE ALGO). ¿Cómo? Y adoptar métodos idóneos, buenos, al mismo tiempo que humano, pero eficaces, para combatir... combatir el burocratismo no quiere decir combatir los empleados de oficina, eso sería confundir las causas con los efectos, hay que combatir el espíritu burocrático, el método burocrático, la filosofía del burocratismo, la idea de que los problemas se resuelven subjetivamente, idealistamente, desde una oficina. Eso.

y estoy seguro de que será de enormes beneficios para el país que nosotros logremos superar ese mal, de incalculables beneficios y, sobre todo, si todo ese vicio consumidor de buenas energías del país lo convertimos en grado de capacitación técnica, lo convertimos en conocimientos, lo convertimos en preparación para la producción.

Bien: por decisión prácticamente unánime, porque creo que los que votaron por otra cosa estaban de acuerdo también y acatan el deseo de la mayoría, se llamará el "Año de la Agricultura" (APLAUSOS PROLONGADOS).

A todo el pueblo, y yo estoy seguro de que a los agricultores sobre todo, a los trabajadores agrícolas y los campesinos, ha de agradarles mucho esta decisión que se ha tomado en el día de hoy.

Por lo tanto, solo nos resta... He oído que varios de ustedes han mencionado al profesor Voisin, y creo que es un gesto muy justo y que demuestra la capacidad de nuestro pueblo para comprender, para admirar y para agradecer a aquellos hombres que hayan dedicado su vida a desarrollar conocimientos que han de ser útiles a todos los pueblos, y estoy seguro de que esos sentimientos espontáneos de ustedes habrán de servir como un motivo de estímulo más, y de consuelo, a la viuda del profesor Voisin, que quiso permanecer en Cuba hasta el día de hoy para poder estar con el pueblo en este día 2 de enero (APLAUSOS).

En nombre de todos los compañeros dirigentes de la Revolución, en este sexto aniversario le deseamos a todo el pueblo muchas felicidades y mucho éxito, en este "Año de la Agricultura".

¡Patria o Muerte!

¡Venderemos!

(OVACION)

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