Poemas

Canción a la grandeza

No se cae el Hombre Grande,
es la tierra que lo besa.
El Hombre Grande tropieza
con las nubes. No se expande
ningún dolor que demande
quebranto sobre la piel.
El Hombre Grande es aquel,
aquel que se sobrepone
al sufrimiento y propone
seguir la marcha a tropel.
Pueden romperse los huesos,
saltar los ojos, verterse
la sangre, el dolor beberse
la angustia de los sucesos.
Pero sobrarán excesos
de coraje para el Hombre
Grande, inmenso, que no asombre,
con su luz, la luz del día.
Es aquel que desafía
la inmortalidad de un nombre.
No busca, no busca amparo
aunque restalle por dentro,
maltrecho, sigue al encuentro
de su destino. Tan caro
vende siempre el desamparo

con que nació y que lo abriga,
que cualquier dolor mitiga
el color de su coraje.
Herido, no hay quien le baje
de Bucéfalo su espiga.
El hombre Grande estremece
de polvo la luz y brota
desde su rodilla rota
¡qué voluntad que ennoblece
desde el árbol que le crece
en cada jirón talado!
Ave Fénix que ha brotado
otra vez de sus cenizas.
Nadie triste, ¡sí sonrisas!
¡El Hombre Grande ha llamado!

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